Cuanto más implicado esté un país en la economía mundial, mayor será el daño potencial por la pandemia de coronavirus. Alemania y otros países ricos han tratado de mitigar las consecuencias con enormes paquetes de ayuda, pero la mayoría de los países emergentes no puede hacerlo. “Carecen de recursos”, dice Klaus Jürgen Gern, experto en economía internacional del Instituto Kiel para la Economía Mundial (IfW). “En términos de producción económica general, sus ingresos estatales suelen ser más bajos. No pueden obtener préstamos en los mercados internacionales de capital como los países industrializados”, añade.
No es un desastre
La gran catástrofe que se temía al inicio de la pandemia en la primavera de 2020 no se materializó. Los inversores retiraron su capital de los mercados emergentes a una velocidad récord y se corrió el riesgo de que los países se desangraran económicamente. Pero después del primer susto, la situación volvió a la normalidad gracias al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial, que pusieron a disposición una gran cantidad de dinero. “Al hacerlo, eliminaron el temor de los mercados de capitales de que la crisis pudiera causar quiebras estatales”, según Gern.
Sin embargo, el miedo ha vuelto debido a que la inflación está aumentando en Estados Unidos. La Reserva Federal de EE. UU. podría aumentar sus tasas de interés en el futuro próximo. “Para los países emergentes existe el riesgo de que haya un fuerte aumento en el costo y la fuga de capitales”, dice Clemens Fuest, director del Instituto Ifo de Múnich.
Miedo a los intereses
Esto ya se ha observado varias veces en los años posteriores a las crisis financieras, como en 2012-13 o 2015-16. Cuando se retiró capital de los mercados emergentes, las monedas se derrumbaron y escaseó el dinero para invertir. Sin embargo, en general, el riesgo hoy es inferior, porque los países emergentes tienen más experiencia en lidiar con dichos problemas, cree Fuest.
El investigador del IfW, Gern, señala que los países emergentes “han aumentado drásticamente” sus deudas durante los últimos diez años. “Antes de la crisis financiera de 2008, la deuda nacional de los países emergentes giraba alrededor del 30 % del PIB. Ahora está más cerca del 65 %”. Cuando las tasas de interés suben, una parte cada vez mayor de los ingresos debe utilizarse para el servicio de la deuda.
Y, en algunos países, la situación ya es de por sí preocupante. Por ejemplo, el peso argentino ha perdido alrededor de un tercio de su valor frente al dólar estadounidense desde que comenzó la pandemia y la inflación ronda el 50 %.
Economía crece menos
En grandes países emergentes como India, México y Sudáfrica, la economía se contrajo entre un 7 y un 8 % en 2020. La mayoría de los países emergentes no pudo desvincularse de la tendencia global y fracasó como motores de crecimiento. Según cálculos del FMI, la depresión económica en los países emergentes, excluyendo a China, fue incluso mayor que en los países industrializados.
La crisis también ha dejado claro que el célebre grupo de países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) tienen en realidad poco en común. Solo la economía China pudo crecer el año pasado; en Rusia, se redujo el 3 %, y en Brasil, el 4 %.
La economía brasileña crecerá menos del 2 % en 2022, estima el FMI, una cifra devastadora para un país que se vio casi en el umbral de un país industrializado.
Para Michael Hüther, director del Instituto de la Economía Alemana (IW), el eclipse de la estrella de los BRICS se debe a la gran carencia de estabilidad política, y a menudo también a la falta de seguridad jurídica.
El pronóstico es similar para Sudáfrica, que participa en las reuniones y negociaciones del grupo BRICS desde 2011. Sin embargo, las 600 empresas alemanas presentes allí no ven motivos para dejar de invertir en el país.
Distribución de vacunas
El desarrollo futuro de dichos países también depende de si se puede controlar la pandemia. Debido a la falta de vacunas, las tasas de vacunación en el continente africano, por ejemplo, han sido hasta ahora muy bajas.
Christoph Kannengießer, director general de la Asociación Africana de Empresas Alemanas, cree que el continente africano debe ser más independiente de la ayuda de otros y “fabricar las vacunas que necesita”, porque no es “una cuestión de patentes, sino de producción”.