En las últimas tres semanas Panamá ha vivido intensas protestas y bloqueos que los medios denominan como la peor crisis social desde la invasión estadounidense de 1989. El Gobierno y representantes de sindicatos y organizaciones ciudadanas lograron este lunes un primer acuerdo para bajar el costo de vida, aunque las negociaciones para poner fin a las manifestaciones avanzan a un ritmo lento.
Los manifestantes exigen al gobierno de Laurentino Cortizo que tome medidas contra el aumento de la inflación y la corrupción, entre estas la rebaja y el congelamiento de los precios de la canasta básica, combustible, energía, medicamentos y la inversión del 6 % del PIB en educación pública, así como abordar el futuro del sistema de salud estatal.
En la madrugada del lunes, el Ejecutivo aceptó reducir el precio de 72 artículos de la canasta básica, entre ellos alimentos y artículos de higiene. Lo hará a través del establecimiento de precios tope, subsidios al consumo y reducciones arancelarias. Con esta medida, el Gobierno pretende rebajar un 30 % el costo de los bienes básicos. No obstante, los bloqueos y las protestas persisten.
En medio de esta situación, Mary Anastasia O’Grady, periodista de The Wall Street Journal, afirmó este lunes en una columna de opinión en el reconocido medio estadounidense que Panamá podría ser el próximo país en girar a la izquierda tras la “explosión” del descontento social, económico y político de la ciudadanía.
La columnista afirma que la “escena política” de la región se ha desplazado hacia esta corriente política. “Seis gobiernos en Sudamérica y tres en América Central están ahora en manos de demagogos socialistas antiestadounidenses, o lo estarán pronto, en el caso de Colombia”, dice.
O’Grady manifiesta que esta situación es preocupante para Estados Unidos. Señala, además, la información difundida por The Center for a Secure Free Society, un centro de pensamiento que asegura que en Venezuela se realizarán ejercicios militares conjuntos con fuerzas de Rusia, Irán y China. “Esto significa que los militares hostiles a Estados Unidos son cada vez más capaces de encontrar puertos de escala acogedores y estados nacionales que los legitimen”, subraya la periodista.
Sobre las manifestaciones en Panamá, O’Grady afirma que se iniciaron en una pequeña localidad, Santiago de Veraguas, y rápidamente se extendieron a todas las provincias del vecino país, lideradas por maestros y trabajadores de la construcción –agremiados en un importante sindicato–, contando, además, con la participación de indígenas y campesinos.
Las protestas se llevan a cabo en medio de un creciente desempleo y un elevado costo de la vida, situación similar a la que viven muchas economías tras la crisis causada por la pandemia del coronavirus. O Grady dice, no obstante, que el estallido social no tiene una motivación “puramente económica”. Manifiesta que los dirigentes del sindicato de trabajadores de la construcción son militantes de izquierda y asegura que eso se demuestra en un video de YouTube de 2018 en “el que cantan apoyo al dictador venezolano Nicolás Maduro”. “Estos oportunistas reconocen la pérdida de confianza en las instituciones democráticas del país y están haciendo su movimiento”, agrega.
El artículo cuestiona a la clase política panameña que, según O’Grady, se niega a buscar “soluciones reales” a los problemas, mientras que la ciudadanía está “molesta ante un sistema en el que los poderosos” buscan mantener los privilegios para ellos y sus allegados.
En ese sentido, la periodista compara la situación del país con la de Venezuela, Chile y Colombia. Y concluye señalando que, sin la implementación de “reformas estructurales” para restaurar la confianza en las instituciones, “la democracia de Panamá está en grave peligro”.