El papa quiere que la Iglesia católica establezca “itinerarios de acompañamiento” en una pastoral específica para los divorciados y para las parejas que ya conviven antes del matrimonio. Así lo ha puesto de manifiesto en el prólogo al Itinerario catecumenal.

“Es mi ferviente deseo que a este primer Documento le siga cuanto antes otro, en el que se indiquen métodos pastorales concretos y posibles itinerarios de acompañamiento, dedicados específicamente a aquellas parejas que han experimentado el fracaso de su matrimonio y viven en una nueva unión o se han vuelto a casar civilmente”, explica.

De hecho, subraya que la Iglesia quiere estar cerca de estas parejas y caminar también con ellas para que no se sientan abandonadas y puedan encontrar en las comunidades lugares accesibles y fraternos de acogida, de ayuda al discernimiento y de participación.

Así, ha llamado a las iglesias locales a erigir caminos pastorales concretos y posibles que acompañen específicamente a aquellas parejas que vivieron una decepción amorosa y han vuelto a unirse con otras personas.

Por otro lado, destaca la necesidad de “prevenir las rupturas, en efecto, porque es un factor decisivo hoy en día para evitar las separaciones, que pueden deteriorar y dañar irremediablemente el vínculo”, explica.

En este sentido, alerta de la “grave preocupación” que le produce que con una preparación demasiado superficial, las parejas corran el riesgo real de celebrar un matrimonio nulo o con unos cimientos tan débiles que se “desmorone” en poco tiempo y no pueda resistir ni siquiera las primeras crisis inevitables.

A su vez, se refiere a la situación de las familias con problemas que dejan profundas heridas en las personas. En este sentido, recuerda que la Iglesia es una madre y que “una madre no tiene preferencias entre sus hijos”, sino que debe dar a todos el mismo cuidado, la misma atención y el mismo tiempo.

“Al igual que los sacerdotes y las personas consagradas, los matrimonios también son hijos de la madre Iglesia, y una diferencia de trato tan grande no es justa”, añade.

Además, recuerda que las vocaciones al sacerdocio y la vida consagrada surgen precisamente de las familias, que son las que componen el tejido de la sociedad y “remiendan sus desgarros con paciencia y sacrificios diarios”. “Es un deber de justicia para la Iglesia madre dedicar tiempo y energías a preparar a quienes el Señor llama a una misión tan grande como la familia”, subraya.

Francisco pide así que la parroquia o la comunidad dispongan de un servicio pastoral de acompañamiento de las parejas en crisis, al que puedan acudir quienes perciban que se encuentran en esta situación particular.

En este sentido, el Vaticano sugiere que sean los cónyuges, especialmente los que han vivido una crisis después de haberla superado, los que se conviertan en “acompañantes” de las parejas en dificultad o ya divididas.

Del mismo modo, el documento Itinerario catecumenal para la vida matrimonial del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida apunta que “es urgente poner en marcha proyectos de formación destinados a las parejas que acompañan tanto a los que están en crisis como a los separados, con el fin de crear las condiciones para un servicio pastoral que responda a las necesidades de las familias y, también, de los hijos”.

Finalmente, el documento defiende que hay que alentar a las personas divorciadas que no se han vuelto a casar, que a menudo son testigos de la fidelidad matrimonial, a encontrar en la eucaristía el alimento que las sostenga en su estado.

*Con información de Europa Press.