Este domingo, 26 de marzo, en medio de su intervención desde el balcón del palacio cardenalicio en El Vaticano, al cierre del tradicional rezo del Angelus, el papa Francisco I, recordó con especial cariño a los habitantes que sufren en su continente de origen; Sudamérica.
En ese sentido, el papa hizo una especial mención de las poblaciones en países como Perú y Ecuador, golpeadas recientemente por sucesos de violencia y de tragedias naturales.
En el caso de la situación de Perú, Francisco, tras saludar a fieles procedentes también de España y México, reiteró un llamado que ya había realizado en ocasiones anteriores a que ese país encuentre la paz, en medio de la difícil situación que vive por cuenta de la crisis política que allí se vive desde la salida del poder, por destitución, de Pedro Castillo.
En su intervención, Francisco renovó su oración por los peruanos, advirtiendo que ese pueblo “está sufriendo mucho”, refiriéndose a la forma cómo las protestas que se desarrollan en distintos rincones del país están desangrando a esa nación, con la muerte de al menos 60 personas, lo que también ha despertado una serie de señalamientos contra el actual gobierno por el manejo de la crisis social y las manifestaciones públicas.
Las protestas en Perú, según recordó el jerarca de la Iglesia Católica también han estado marcadas por hechos violentos desde los mismos manifestantes que han ido en detrimento del país y de los mismos ciudadanos, tales como aquellas que han representado cierres de aeropuertos e incendios en sedes gubernamentales.
Así, el papa reiteró un llamado que ya había expresado anteriormente para que en ese país se pueda dar lugar a los escenarios de diálogo, en un ejercicio que permita cerrar el paso a la violencia.
Lo anterior, va en la misma senda de un llamado hecho ya en enero pasado, cuando Francisco advirtió que se debía rechazar la violencia “venga de donde venga, no más muertes”.
En lo recordado por el papa Francisco sobre ese país, también hizo énfasis en otras tragedias ocurridas en ese país, más allá de las de autoría de los propios humanos, refiriéndose a las afectaciones por lluvias que han enlutado al país en las últimas semanas, dejando cerca de 50 personas muertas.
Precisamente, al referirse a las recientes tragedias naturales ocurridas en el mundo, el papa Francisco también se mostró solidario con aquellos que sufren a cuenta de las tragedias naturales en países como Ecuador y Estados Unidos, al igual que en Turquía y Siria, sin dejar de lado a aquellos que sufren por efectos de la guerra en Ucrania.
Recordando la reciente celebración religiosa de la consagración al Corazón inmaculado de María, el papa advirtió que “solo la conversión de los corazones puede abrir el camino que conduce a la paz”, invitando a rezar por el que calificó como “el martirizado pueblo ucraniano”.
El papa también se manifestó cercano en sus oraciones a la gente que sufre por cuenta de los fenómenos naturales, recordando que este domingo, en Italia, se realizó una colecta especial que, como iglesia, se destinó a los afectados en Turquía y Siria por el reciente sismo.
Y recordando también a los afectados de los fenómenos naturales, el papa pidió rezar por aquellas personas que este fin de semana se han visto afectados por el ‘devastador tornado’ en el estado de Mississippi, en un hecho que deja al menos 25 muertos.
En la mimosa onda, el papa afirmó este domingo que “me siento cercano al pueblo ecuatoriano y aseguro mi oración por los difuntos”, refiriéndose a las casi 20 víctimas mortales derivadas de un reciente sismo que golpeó a este país en Suramérica, más precisamente a los habitantes de las provincias de El Oro y Azuay, en límites con Perú.
Precisamente, este domingo, el papa Francisco, analizando la lectura del evangelio, en la que se recordó el milagro de la resurrección de Lázaro, hizo un llamado a aquellas personas que atraviesan situaciones difíciles para que no pierdan la esperanza, recordando que actualmente son muchas las personas que están “amargadas porque han vivido cosas malas como una pérdida dolorosa, una enfermedad, una decepción amarga, por sufrir un agravio o una traición, por un grave error cometido... y han dejado de esperar”.