Stana Cerovic, originaria de Montenegro, en el sureste europeo, es recordada como la última “virgen prometida”. Bajo una promesa familiar para mantener ‘limpio’ el apellido, esta mujer renunció desde muy joven a siquiera contemplar la posibilidad de entablar relación con un hombre y conformar una familia.
Pese a que el precepto de mantener una vida en soltería y priorizar distintos proyectos personales o profesionales es una decisión cada vez más recurrente hoy en día, en el caso de Cerovic, su motivación estuvo precedida de una disposición ligada a las tradiciones. La montenegrina murió en 2016, pero su historia continúa presente ante lo desconcertante que puede parecer su caso para algunos.
Según el diario Clarín, se trata de una costumbre en el área campesina de esa zona cuando no hay descendientes masculinos si esa es, por ejemplo, una distinción en determinado hogar. Para Cerovic fue más fuerte respetar un juramento que le hizo a su papá: no casarse ni mucho menos concebir para así conservar el linaje de la casa.
Su familia incluía cinco hijas mujeres y dos hombres que fallecieron a temprana edad, pero que indirectamente terminaron marcando el futuro de Stana Cerovic. Una vez determinó cuál era el camino que quería seguir, no hubo marcha atrás y adoptó un papel varonil en su casa que no solo se limitaba a la manera de vestir sino, además, a su rol en el trabajo.
Los ‘privilegios’ de ser ‘virgen jurada’
De acuerdo con medios internacionales, su estilo de vida le permitía gozar de privilegios que, dependiendo la región, han sido por años priorizados para los varones. Entre estos se destaca el aval para fumar, tomar decisiones ‘importantes’, utilizar armas y hasta ingresar a bares (prácticas en reserva para quienes llevan una línea de vida completamente diferente).
La tradición, que obliga a cumplirse ‘al pie de la letra’, exige también un corte de cabello masculino y un juramento con el que valía para que la sociedad la ‘respetara’ y tratara como si fuese un hombre. Según la agencia rusa RIA Novosti, que citó una investigación de Isidora Popović, el nombre Stana se otorga por lo general en los hogares donde se tenía la esperanza de que hubiese al menos un varón.
Popović subraya que en el proceso para llevar una vida alejada de la sexualidad, el odio hacia el género femenino es pronunciado y que muestra de ello era la renuncia de la montenegrina para que la entrevistaran mujeres. Si algún medio quería conversar con ella, debía estar en presencia de un hombre.
Anciana, influencer “quitamaridos”
A pesar de no estar lejos de cumplir un siglo de vida, una adulta mayor ‘influencer’ ha centrado la atención no solo por su espontaneidad sino por la particularidad para que el contenido que publica en redes como Instagram no pase desapercibido.
De hecho, en esa plataforma Helen Vanwinkle supera los tres millones de seguidores y da cuenta de que los comentarios que quieren ‘opacar’ la manera en que se acerca a las audiencias la tienen sin cuidado.
Publicaciones marcadas con un tinte de ‘diversión’ son las que marcan una diferencia entre ella y otras mujeres, independientemente de la edad. “Robándoles sus maridos desde 1928″ es el primer mensaje que aparece una vez se ingresa a su perfil; en adelante, lo que sigue son fotografías con maquillaje, disfrutando de un día soleado y hasta montando bicicleta.
Algunos internautas la ven como un ejemplo a seguir si llegan a esa edad. “Esto es lo que quiero ser cuando sea mayor”, “Te amo, te ves increíble”, “Mujer sensacional”, “Mi héroe, mi ícono”, “Eres absolutamente impresionante”, “Recuerda a mi abuela, le encantaba el lápiz labial rojo”.