Las elecciones presidenciales de este domingo en Perú han captado la atención internacional por lo que está en juego: unos 25 millones de ciudadanos irán a las urnas a escoger entre Keiko Fujimori, la hija del exdictador Alberto Fujimori –condenado y preso por delitos de lesa humanidad–, y el profesor Pedro Castillo, el campesino al que muchos le temen porque lo vinculan con el chavismo y creen que llegaría a implantar el socialismo en el vecino país.

La más reciente encuesta de Ipsos evidencia un empate técnico entre ambos candidatos de cara a la segunda vuelta, pues Castillo lidera ligeramente la intención de voto con el 51,1 por ciento, mientras que Fujimori le respira en la nuca con el 48,9 por ciento. La candidata del partido Fuerza Popular ha venido creciendo de manera sostenida y ha recibido respaldos fundamentales e impensables del establecimiento peruano, como el del premio nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, quien la considera un “mal menor” para salvar al país del “totalitarismo”.

PEDRO CASTILLO Enarbola las banderas de una izquierda a la que muchos temen. Sus planes intervencionistas asustan a los empresarios. | Foto: Copyright 2021 The Associated Press. All rights reserved.

La decisión del laureado escritor sorprendió al mundo, pues Vargas Llosa es un antifujimorista consumado y, de hecho, fue contrincante directo de Fujimori en las elecciones de 1990. Su postura es compartida por millones de peruanos que opinan que, en estos momentos, Keiko es la única garantía para que Perú siga transitando por la economía de mercado. Todo ello a pesar de los crímenes de su padre, de los problemas judiciales que enfrenta por el escándalo de Odebrecht y de su polémico desempeño en el Congreso.

Pero está claro que un sector del electorado peruano está dispuesto a perdonarle a Keiko sus pecados y los de su padre con tal de evitar la llegada de Castillo, quien podría seguir un libreto similar al de Evo Morales en Bolivia. El nombre del líder sindicalista, quien ganó la primera vuelta con el 19 por ciento de los votos, asusta a un ramo empresarial porque podría apostar por un modelo que persiga la inversión privada, la banca, las concesiones mineras, y busque nacionalizar la economía, siguiendo el mal ejemplo de los que han llevado al colapso a naciones como Venezuela.

“Bienvenida la inversión privada; pero con reglas claras, que no abusen de los trabajadores”, advirtió Castillo en un reciente debate en televisión, donde salió a flote su escasa formación profesional, especialmente, en materia económica.

El premio nobel de Literatura Mario Vargas Llosa compitió por la presidencia de Perú frente a Alberto Fujimori en 1990.

El candidato, que usa como símbolo de campaña un lápiz dado su pasado como maestro, ha advertido que propondrá redactar una nueva constitución, aumentar el presupuesto para la agricultura, defender y conservar el medioambiente, cambiar el modelo de economía social de mercado por uno popular con mercados, modificar el papel del Estado supervisor por un “Estado interventor, planificador e innovador” y hasta renegociar el reparto de las utilidades de las empresas extractivas transnacionales.

Su apuesta consiste en aumentar la inversión en educación del 3,5 por ciento al 10 por ciento del PIB. No obstante, uno de los rasgos de la personalidad más preocupantes de Castillo es su talante extremadamente conservador en materia de derechos, pues se ha mostrado abiertamente en contra de la legalización del aborto y del matrimonio igualitario.

En el caso de Fujimori, sus propuestas pasan por aumentar el salario mínimo, reducir los precios de la gasolina, ordenar exoneraciones tributarias para varios sectores de la economía e impulsar créditos para pequeños y medianos empresarios, además de disminuir las tarifas de energía. Así mismo, plantea triplicar la inversión del Programa Nacional de Asistencia Alimentaria y, al igual que Castillo, se comprometió a acelerar la vacunación contra la covid-19.

No habrá calma en Perú

Keiko Fujimori es más fuerte electoralmente en Lima, mientras que Pedro Castillo logra importantes apoyos en las zonas rurales de Perú.

El candidato de izquierda nunca ha ejercido un cargo público ni tiene mayor experiencia política, aunque se le recuerda por un trascendental paro de maestros en 2017 que contó con el apoyo del fujimorismo durante el Gobierno de Pedro Pablo Kuczynski. Castillo tampoco ha tenido fogueo político, algo vital para dirigir un país caracterizado en la historia reciente por la inestabilidad de su democracia, pues entre 2016 y 2021 ha tenido cuatro presidentes.

Durante las últimas semanas ha habido volatilidad en los mercados peruanos y se esperan reacciones tras los resultados del domingo. Lo preocupante es que ni el eventual triunfo de Keiko o de Castillo va a garantizar la paz institucional en esa nación, pues se anticipan fuertes turbulencias tanto en el Congreso como en las calles, sea cual sea el resultado electoral.

Si gana Castillo, al no contar con las mayorías parlamentarias, sus reformas pueden quedar bloqueadas o, lo que es peor, terminar expuesto a un proceso de vacancia presidencial que lo saque del cargo. Si gana Keiko, aunque su bancada legislativa es grande y poderosa, lo más probable es que el descontento popular se agudice en un país con profundas desigualdades, donde ella es vista como la candidata de las élites en Lima, y él, como el vocero del pueblo.

El eventual indulto a su padre desataría, además, una comprensible indignación no solo en Perú, sino en la comunidad internacional, como ocurrió recientemente.Ambos aspirantes tienen unas cruces pesadas a cuestas. Fujimori, quien arrasa principalmente en Lima, viene de enfrentar 16 meses de prisión y un proceso por lavado de activos relacionado con el escándalo de Odebrecht, y por el cual la Fiscalía pide 30 años de cárcel en su contra.

La candidata presidencial del partido Fuerza Popular, Keiko Fujimori, se dirige a sus simpatizantes durante el mitin de clausura de su campaña en Lima, Perú. (AP Photo) | Foto: Copyright 2021. The Associated Press. All rights reserved

Su llegada al poder le brindaría inmunidad judicial por cinco años. A Castillo, más fuerte electoralmente en las zonas campesinas, le cobran su estrecha relación con Vladimir Cerrón, secretario del Partido Perú Libre, quien fue condenado por corrupción y al que la Fiscalía le acaba de abrir una investigación por presunto lavado de activos.

En los últimos días, Cerrón ha estado al frente de los actos finales de la campaña de Castillo. Cuando ganó la primera vuelta, el líder de izquierda llegó a votar a caballo; un gesto simbólico en alguien que dice encarnar las necesidades de una nación cuya pobreza se disparó 10 puntos porcentuales en la pandemia y que hoy afecta al 30 por ciento de la población.

En medio de la contienda, ha aparecido nuevamente el fantasma de Sendero Luminoso y los terrucos (terroristas). Hace unas semanas se produjo la masacre de 14 personas, en un hecho atribuido por las autoridades a la organización maoísta. Así mismo, los críticos de Castillo lo relacionan con el Movadef, un movimiento considerado el brazo político de Sendero Luminoso, que luchaba por la libertad de Abimael Guzmán y otros.

El prestigioso politólogo peruano Alberto Vergara ha dicho que Fujimori y Castillo son “candidatos mediocres, débiles y que valen muy poco en términos electorales”.

“Están pastoreando a la sociedad peruana, arrastrándola al despeñadero de la crispación hasta la violencia. Las dos candidaturas, que muestran una arrogancia enorme, deben entender que a quien le toque gobernar el Perú le va a tocar tratar de construir un país para todos, no un país donde una facción, una mitad, le tiene terror a la otra y trata de anularla”, dice Vergara. En semejante polarización, ha llamado la atención que la mayoría de los medios ha tomado partido abiertamente por Fujimori.

Hoy, todos los ojos de la región están puestos en Perú, como ocurrió hace un mes con las elecciones en Ecuador, donde, en una competencia muy apretada, finalmente el golpe lo dio la centroderecha con Guillermo Lasso, quien impidió el regreso de Rafael Correa y la izquierda radical al poder mediante su candidato Andrés Arauz.

“Con humildad hemos ido avanzando. En la primera vuelta solo tuve 14 por ciento, pero cada vez somos más. Agradezco a los gremios, a los partidos que se están sumando; debemos llevar el mensaje de defensa de la democracia, de las libertades, de buscar un cambio para el país”, dijo Fujimori esta semana.

Su nombre ha tomado fuerza en los días previos a la votación porque muchos ven en ella una alternativa ante el caos que podría representar Castillo, y por eso ha logrado conquistar a una buena porción de los indecisos. Pero su rival es fuerte y nada está escrito.

Niño en un área donde los terroristas de "Sendero Luminoso" están librando la guerra en las montañas de los Andes en Perú. Foto tomada en la década de 1980. (Foto de Greg Smith / Corbis a través de Getty Images) | Foto: Getty Images

“Vengo con las manos limpias. Soy un hombre de fe. Me he forjado trabajando. Yo sé lo que es rascar la olla y barrer lo que es una escuela donde no hay servicio. Nosotros, los del campo, sabemos muy bien que el abono de la tierra es el sudor del hombre. Mentira es que cerraremos tu banco, te quitaremos el pan y cerraremos tu tienda. No más pobres en un país rico”, ha dicho Castillo, tratando de contrarrestar los miedos que provoca su nombre.

Las elecciones de este domingo en Perú se dan, además, bajo el contexto de la protesta social que sacude a buena parte de los países de América Latina, incluido Colombia. Hay un movimiento impulsado principalmente por los jóvenes, que busca cambios estructurales en la sociedad y que se manifiesta con jornadas multitudinarias que suelen estar manchadas por hechos vandálicos y terroristas.

Este es el marco en el que se dará la elección del nuevo presidente en Perú, y que, de alguna manera, será un espejo más de lo que puede ocurrir en Colombia en 2022. Aunque las realidades de ambas naciones son diferentes y los candidatos no se pueden comparar, la disputa entre la izquierda y la derecha se convirtió en un patrón en la pelea por el poder en América Latina.

¿Hacia dónde irá Perú? ¿El temor al socialismo le dará el triunfo a la hija del exdictador? ¿Los peruanos optarán por el mal menor, como dice Mario Vargas Llosa? ¿O Perú dará un giro hacia el socialismo y Castillo se impondrá con su discurso populista, que se sintoniza con millones de peruanos sumidos en la pobreza?