Estados Unidos “seguirá reconociendo” al opositor Juan Guaidó como “presidente interino” de Venezuela, a pesar de las cuestionadas elecciones legislativas que dieron al mandatario Nicolás Maduro control total de las instituciones nacionales, dijo el lunes el jefe de la diplomacia estadounidense, Mike Pompeo.
“La comunidad internacional no puede permitir que Maduro, que está en el poder de manera ilegítima porque robó las elecciones de 2018, se beneficie de robar una segunda elección”, advirtió Pompeo en un comunicado, reafirmando que los comicios del domingo, boicoteados por Guaidó, fueron una “farsa”.
La altísima abstención en las elecciones legislativas del domingo no impidió a Nicolás Maduro hacerse con el Parlamento venezolano, consolidando aún más su poder y dejando al líder opositor Juan Guaidó sin su principal bastión de lucha.
Guaidó, que desde la unicameral Asamblea Nacional se proclamó presidente encargado de Venezuela, desconoció el proceso y este lunes arranca un plebiscito para prolongar su legislatura.
¿Esa consulta puede cambiar en algo la victoria del chavismo? ¿Qué se debe esperar de 2021?
Abstención, la gran protagonista
Con una participación del 31 %, según el primer boletín, estas parlamentarias tienen uno de los porcentajes de abstención más altos de la era democrática venezolana, iniciada en 1958.
La ausencia de dos tercios de la población electoral contrasta con la participación del 71 % registrada en las legislativas pasadas, cuando la oposición quebró 15 años de hegemonía chavista en 2015.
En esta oportunidad, la oposición mayoritaria llamó a boicotear el proceso tachado de “fraude” después de que la justicia designara nuevos rectores electorales, una potestad del Parlamento, y entregara también las directivas de los principales partidos a adversarios de Guaidó.
“No tenían forma de no abstenerse, ni tenían partidos políticos”, explicó a la AFP Benigno Alarcón, director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello.
Sin embargo, el presidente de la firma Datanálisis, Luis Vicente León, no atribuye la abstención al boicot opositor, sino a una “desconfianza nacional en el sector político”, tuiteó.
Para el analista político Rafael Álvarez, se trata de una “reedición” de las presidenciales de mayo de 2018, cuando Maduro resultó reelecto, con 67,7 % de los votos, en medio de una abstención del 52 %.
Entonces, los grandes partidos de oposición se abstuvieron alegando falta de garantías y posteriormente las denunciaron como fraudulentas, junto a la comunidad internacional, que apoyó el movimiento de Guaidó de proclamarse presidente encargado para poner fin a la “usurpación” del mandatario socialista.
Maduro controla todo
Maduro “necesitaba quitarse la piedra del zapato” haciéndose con el opositor Legislativo, dijo Álvarez.
El gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y sus aliados concentraron el 67,6 % de los 5.264.104 votos contabilizados en un primer boletín de la autoridad comicial, que no ofreció aún un balance de distribución de escaños.
Con la mayoría del Parlamento, Maduro ahora controla toda la institucionalidad de Venezuela, con poderes públicos de línea oficialista para favorecer sus medidas.
No es que no tuviera todo el poder cuando el Parlamento estaba en manos opositoras. Maduro, que ostenta el control territorial con respaldo de la Fuerza Armada, neutralizó esa Asamblea a través de la Corte Suprema, que lo declaró en desacato desde los primeros días de su legislatura.
Y llamó a una Asamblea Constituyente con poderes absolutos, que en la práctica asumió labores legislativas.
Pero el Parlamento a su servicio –destacó Alarcón– permitirá ahora a Maduro cumplir con “formalidades de cara a países ‘amigos’” que quieran hacer negocios en Venezuela y necesiten “aprobación legislativa”, como China, Rusia, Turquía, Irán y Cuba.
De todas maneras, “hay países que nunca van a apoyar” a Maduro, añadió. Estados Unidos, la Unión Europea, Brasil, Canadá, Colombia, Reino Unido, Costa Rica y Panamá ya desconocieron los comicios.
Guaidó, por la revancha
Sin control del Parlamento a partir del 5 de enero, Guaidó enfrenta el reto de rediseñar la ruta del gobierno de transición que busca liderar hasta que puedan celebrarse elecciones “libres”.
“Lo que tiene (Guaidó) es la calle, la tiene que trabajar para no perderla”, apuntó Alarcón, aunque el dirigente opositor ha perdido su nivel de convocar manifestaciones ante la imposibilidad de cumplir su promesa de deponer a Maduro.
Ha intentado sin éxito desplazarlo del poder impulsando sanciones económicas y convocando actividades de calle que se han desinflado con los meses al ritmo de su popularidad.
Ahora, el opositor apuesta a una “consulta popular” no vinculante que comienza este lunes y termina el sábado, con la que intenta ampliar su margen de acción.
Esto, acota Álvarez, en momentos en que “carece de efervescencia”, sin objetivos logrados ni una ruta clara.
“La oposición está obligada a repensarse y reorganizarse”, coincidió Alarcón.
Con el triunfo electoral, Maduro se encamina a “desaparecer” a la oposición “tradicional” y “sustituirla” por otra de partidos minoritarios “que no van a hacerle oposición”, subrayó Alarcón.
Una fracción opositora disidente de Guaidó obtuvo el 17,95 % de los votos en las legislativas.
Mientras que por otro lado, destacó Álvarez, Maduro arremeterá en contra de sus adversarios, forzando a “un gran número de exdiputados al exilio”.
Guaidó ha insistido en que no se irá del país. “Asumo el riesgo de quedarme en Venezuela”, expresó la semana pasada en una entrevista con la AFP.
*Con información de la AFP.