El 22 de marzo el mundo celebra el Día del Agua y un día después Bolivia conmemora el Día del Mar. Sin embargo, lejos de haber relación entre ambas fechas, supone una gran coincidencia.

Este país, sin falta, todos los años le hace un homenaje al mar el 23 de marzo. Esta fecha recuerda la Batalla de Calama o del Topáter de 1879, el primer enfrentamiento entre las tropas chilenas y bolivianas en medio de la Guerra del Pacífico por la cual Bolivia perdió su litoral. En ese combate, Chile salió vencedor.

El origen de ese conflicto tuvo lugar un año antes, en 1878, cuando Bolivia impuso un nuevo impuesto a la empresa chilena Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta (CSFA), violando el tratado de límites de 1874 que prohibía nuevos impuestos o el aumento de estos.

Chile argumentó que esto violaba un tratado comercial firmado en 1874, que establecía que los bolivianos no incrementarían los gravámenes sobre el salitre por 25 años, y tras ello decidió invadir su territorio.

Además, protestó y solicitó someter el pleito a un arbitraje, pero el Gobierno boliviano, presidido por Hilarión Daza, también le advirtió que no se consideraría ligado al tratado limítrofe de 1874 si Bolivia no suspendía el impuesto. Por el contrario, Daza rescindió la licencia a la compañía chilena, embargó sus bienes y los puso a remate.

No obstante, el 14 de febrero de 1879, las fuerzas militares chilenas ocuparon la ciudad boliviana de Antofagasta. Ante el avance, Bolivia se declaró en estado de guerra contra Chile el 1.° de marzo.

De la Batalla de Calama se recuerda al coronel boliviano Eduardo Abaroa, quien opuso resistencia junto a un grupo de civiles y murió en la contienda.

Tras la negativa de Perú a permanecer neutral, Chile declaró la guerra a ambos aliados el 5 de abril. El 6 de abril, Perú declaró el casus foederis, es decir, la entrada en vigor de la alianza secreta con Bolivia.

Aunque el impuesto de los 10 centavos y el tratado de 1873 aparecen a primera vista como los detonantes del conflicto, las causas fundamentales de la guerra fueron profundas y complejas.

La Guerra del Pacífico, a la que se unió Perú como aliado de Bolivia, se extendió hasta 1884 y dejó a los bolivianos sin 120.000 kilómetros cuadrados de territorio y 400 kilómetros de costa, de acuerdo con la delimitación que se fijó en el “Tratado de Paz y Amistad” que se firmó en 1904.

El reclamo

En 1920, una delegación boliviana solicitó a la entonces recién creada Liga de las Naciones que revisara el documento firmado 16 años antes. La gestión terminó sin éxito al año siguiente.

Treinta años después, en 1950, los gobiernos de Chile y Bolivia publicaron dos notas diplomáticas en las cuales anunciaban sus intenciones de iniciar conversaciones sobre las aspiraciones marítimas bolivianas, pero la iniciativa nunca se concretó debido a oposiciones internas y externas.

En 1962, las dos naciones rompieron relaciones diplomáticas, cuando Chile desvió las aguas internacionales del río Lauca.

Para 1975, los dictadores Hugo Banzer (Bolivia) y Augusto Pinochet (Chile) reanudaron la relación cuando se reunieron en la frontera. De este modo se iniciaron conversaciones muy intensas, encaminadas a que los bolivianos pudieran recuperar una salida soberana al mar.

Sin embargo, la reconciliación duró poco. En 1978 fracasaron las negociaciones iniciadas por Banzer y Pinochet y rompieron nuevamente las relaciones diplomáticas. El quiebre se ha prolongado hasta la actualidad.

En 2013, Bolivia demandó a Chile ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) para reclamar su acceso soberano al mar.

En 2015, esa corte se declaró competente para abordar la demanda y comenzó el juicio. Tras el proceso, en octubre de 2018, el tribunal concluyó que Chile no está obligado “jurídicamente a negociar un acceso soberano al océano Pacífico” para Bolivia.

¿Hay esperanza?

El pasado 11 de marzo, un nuevo Gobierno se instaló en Chile, encabezado por el presidente Gabriel Boric y a cuya asunción asistió el mandatario boliviano, Luis Arce.

Apenas tres días después de su toma de posesión, Boric instó a Arce a retomar las relaciones diplomáticas que se rompieron en 1978. Pero dejó claro que no modificará la posición chilena respecto al reclamo marítimo boliviano.

“Creo que es absurdo que dos países vecinos, con una historia común en América Latina, hace tanto tiempo no tengan relaciones diplomáticas. El último momento en que tuvimos fue cuando estábamos en dictadura”, dijo Boric. Y aclaró: “Chile no negocia su soberanía, como me imagino no hace ningún país”.

Previamente, y tras acudir a la toma de posesión de Boric, Arce dijo a la prensa boliviana que había conversado con el mandatario chileno sobre “el uso de las aguas internacionales” y “el tema marítimo”.

Sin embargo, este miércoles, con motivo de los actos de conmemoración del Día del Mar en Bolivia, Arce apuntó que el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Chile “solo se podrá dar en el marco de la solución al tema marítimo pendiente”.

El mandatario boliviano manifestó que el fallo de la CIJ de 2018, “lejos de las interpretaciones derrotistas, abre un nuevo escenario en el diálogo bilateral, en el que el ciclo de enfrentamiento se ha cerrado”, permitiendo “una fase de acercamiento basado en la integración de los pueblos hermanados a través del diálogo, la cooperación y la complementariedad”.