En todo el caos que caracteriza a la administración de Boris Johnson, a veces es difícil entender porqué el primer ministro británico se comporta como lo hace. ¿Por qué nunca se disculpa ni admite errores?
Por ejemplo, sigue insistiendo en que no sabía que estaba infringiendo ninguna norma al celebrar fiestas durante los confinamientos por la pandemia de covid-19. Es solo la última muestra de un comportamiento que, en mi opinión, solo puede entenderse en términos psicológicos.
Intentaré ser claro: no estoy tratando de diagnosticar al primer ministro con un trastorno de la personalidad. Al igual que muchos psicólogos, creo que es demasiado simplista pensar en términos de condiciones específicas como el trastorno narcisista de la personalidad o la sociopatía. Prefiero utilizar el concepto de una “tríada oscura” de tres rasgos de personalidad que van juntos: psicopatía, narcisismo y maquiavelismo.
Esto tiene sentido porque estos rasgos casi siempre se superponen y son difíciles de distinguir entre sí. Los rasgos existen en un continuo y son más pronunciados en algunas personas que en otras.
Otro modelo más amplio es el llamado “factor oscuro”, que sugiere que la esencia del “mal carácter” es el deseo de anteponer despiadadamente los propios intereses a los de los demás, y de perseguirlos incluso cuando causan daño a otros. Además de la psicopatía, el narcisismo y el maquiavelismo, el modelo del factor oscuro incluye rasgos de rencor, desvinculación moral (comportarse inmoralmente sin sentirse mal), legitimación (creer que se merece más y se es mejor que los demás) y egoísmo.
Las acciones de una personalidad “oscura”
Hay muchos aspectos del comportamiento de Johnson que tienen sentido con arreglo a estos modelos. Las personalidades “oscuras” están marcadas por rasgos psicopáticos de falta de empatía, conciencia y culpa, y por la incapacidad de asumir responsabilidades. No pueden aceptar que tienen la culpa, por lo que instintivamente culpan a otras personas ―o a otros factores externos― de los acontecimientos negativos. Hemos visto a Johnson desviar la culpa sistemáticamente de las fiestas de Downing Street. Ahora se niega a asumir la responsabilidad dimitiendo.
También sabemos que Johnson tiene tendencia a incumplir las normas y a ignorar los códigos de conducta habituales (una señal de desvinculación moral). Incluso antes del partygate, prorrogó ilegalmente el periodo parlamentario para promover su propia agenda y se negó a despedir a la ministra del Interior, incluso cuando se descubrió que había incumplido el código ministerial.
Una característica esencial de las personalidades “oscuras” es que están desconectadas. Están atrapadas dentro de sí mismas en un aislamiento narcisista y les resulta difícil adoptar las perspectivas de los demás. Como resultado, carecen de un sentido claro de cómo serán percibidas sus acciones, o de qué tipo de comportamiento es aceptable.
Esto podría ayudar a explicar algunos de los errores de cálculo de Johnson. Por ejemplo, su intento de cambiar las normas parlamentarias en lugar de sancionar al exdiputado Owen Paterson por infringir las normas de los grupos de presión. Johnson asumió que esto sería aceptable y no anticipó el furor posterior. Obviamente, también creyó que era aceptable desprestigiar a Keir Starmer con teorías conspirativas en el Parlamento. Este tipo de respuesta es típica del rencor de las personalidades oscuras cuando se sienten amenazadas.
El maquiavelismo, la tercera parte de la tríada oscura, significa la búsqueda despiadada del poder por sí mismo, sin que importe perder la integridad y la moralidad en el camino. Johnson ha mostrado el rasgo constante de dar prioridad a sus propios intereses personales sobre otros factores. ¿Por qué si no haría promesas tan imprudentes en la campaña como la de 350 millones de libras a la semana para el NHS después del Brexit?
También en el caso de Johnson se podría argumentar a favor del rasgo de la legitimación (creer que se merece más y se es mejor que los demás). Una queja constante contra el primer ministro es que se comporta como si las reglas no le afectaran a él. Durante el estricto confinamiento, aparentemente creyó que era aceptable eludir las restricciones. También creyó que tenía derecho a solicitar donaciones de donantes tories para reformar su piso particular en Downing Street.
¿Qué es la “verdad”?
A menudo se le acusa de deshonestidad. Sin embargo, puede que no sea tanto que mienta intencionadamente, sino que no tiene una noción fija de la verdad. Como las personalidades de la tríada oscura están ensimismadas, están desconectadas de los criterios objetivos de comportamiento y tienen una fuerte tendencia al autoengaño, seleccionan la información que apoya una imagen positiva de sí mismos e ignoran la información negativa. Creen lo que se ajusta a su visión de la realidad.
Cuando afirma que no ha infringido las normas de confinamiento o que no ha engañado al Parlamento, es posible que Johnson simplemente esté seleccionando información que apoye su versión preferida de la realidad. Es probable que se haya convencido a sí mismo de que los eventos a los que asistió eran realmente eventos de trabajo, y que su asistencia a ellos fue puramente involuntaria. Esto también se relaciona con la aparente incapacidad de Johnson para disculparse, lo que significaría admitir una imagen imperfecta de sí mismo.
Las personalidades oscuras también son incapaces de tolerar las críticas, lo que conlleva una tendencia a tratar de evitar las voces discrepantes. Mientras que los primeros ministros sensatos seleccionan a los ministros en función de su capacidad, Johnson ha llenado de leales los altos cargos del Gobierno, lo que ha provocado falta de experiencia e imaginación.
Decadencia inevitable
Por desgracia, es habitual que las personalidades de la tríada oscura se conviertan en líderes. Motivados por un profundo sentimiento inconsciente de carencia, tienen un fuerte deseo de poder y dominio. Y su crueldad y capacidad de manipulación hacen que alcancen posiciones de poder con bastante facilidad.
Cuando un líder “oscuro” alcanza el poder, las personas conscientes y morales se alejan rápidamente. Un gobierno que funciona en estas condiciones se convierte pronto en lo que el psicólogo polaco Andrzej Lobaczewski llamó una “patocracia”, una administración formada por individuos despiadados y carentes de integridad y moralidad. Esto sucedió con la presidencia de Donald Trump, cuando los “adultos en la habitación” se dirigieron gradualmente a la salida, dejando solos a los empleados definidos por su lealtad personal a Trump. En el Reino Unido se ha producido un deterioro similar.
En una sociedad ideal, habría medidas para restringir el acceso de estas personas al poder, y sería más probable que tuviéramos el tipo de líderes que nos merecemos.
Steve Taylor
Senior Lecturer in Psychology, Leeds Beckett University
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en The Conversation