Desde que se hundió en su viaje inaugural hace más de un siglo, el Titanic y su historia han generado una gran fascinación. En la época, el barco fue un monumento a los avances tecnológicos y a la arrogancia de los hombres que creían haber construido un buque imposible de hundir.
En las décadas siguientes, su naufragio, uno de los peores accidentes marítimos de la historia, inspiró libros, películas y sedujo a incontables aventureros ávidos por ver lo que ocurrió cuando el lujoso barco impactó contra un iceberg.
Entre ellos, los acaudalados pasajeros y la tripulación del sumergible que desapareció en el Atlántico Norte el domingo cuando se dirigía a visitar los restos del mítico navío, a un costo de 250.000 dólares cada pasajero. Una exhaustiva operación de búsqueda y rescate para encontrar la pequeña embarcación antes de que se quede sin oxígeno continúa este miércoles mientras el mundo mira y aguarda por noticias.
Palacio de lujo
El RMS Titanic llevaba más de 2.000 pasajeros y su tripulación cuando partió desde la ciudad inglesa de Southampton hacia Nueva York, en abril de 1912. En la época, era el mayor barco del mundo, un palacio de lujo flotante, donde los pasajeros de primera clase tenían a su disposición un gimnasio, cancha de squash, una piscina y varios restaurantes. También podían descansar en sus suntuosas habitaciones, con cientos de personas disponibles para atender cada uno de sus caprichos.
Bajo cubierta, cientos de pobres inmigrantes estaban apretujados en austeros camarotes, desesperados en busca de la promesa del Nuevo Mundo. Pero el 14 de abril el Titanic chocó contra un iceberg que abolló y dobló el casco, y permitió la entrada de agua.
A medida que los compartimientos se inundaban, el barco de 269 metros de longitud comenzó a hundirse. No había suficientes salvavidas para el número de pasajeros, y la tripulación no sabía como utilizarlos. En su mayoría, mujeres y niños llenaron los botes salvavidas, bajo la instrucción de que los hombres debían esperar. Algunos partieron a media capacidad.
Horas después de empezar a inclinarse a medida que la proa se hundía, el enorme barco se partió en dos y se sumergió en las profundidades. Las personas que no alcanzaron a entrar en los pocos botes salvavidas fallecieron en minutos en el helado mar. Unas 1.500 personas murieron en la tragedia. Apenas 700 fueron rescatadas por el RMS Carpathia, un trasatlántico a vapor que respondió a las llamadas de emergencia del Titanic.
Naufragio
La ubicación exacta del naufragio fue un misterio durante 70 años, hasta que una expedición francesa-estadounidense la descubrió a unos 3.700 metros de profundidad. Imágenes del lecho marino muestran las dos mitades del barco rodeadas por restos: muebles, zapatos, platos y otros objetos que cayeron de la nave mientras se hundía. Desde que fue descubierto en 1985, el naufragio ha sido visitado por investigadores, exploradores, turistas y cineastas.
Uno de sus más famosos visitantes fue el director James Cameron, a cargo de la taquillera Titanic, protagonizada por Leonardo DiCaprio y Kate Winslet, quienes interpretaban a dos pasajeros de diferentes clases sociales que viven una intensa historia de amor a bordo.
La película también es conocida por el éxito de la cantante Celine Dion My Heart Will Go On, así como por la escena en la cual Jack, el personaje de DiCaprio, rescata a Rose (Winslet) al empujarla sobre una puerta que flotaba en el mar, sacrificándose en el proceso.
La popularidad de la producción es tal que pasado un cuarto de siglo de su estreno persiste el debate de sí la puerta era lo suficientemente grande para albergar a Jack y a Rose. La discusión es uno de los ejemplos de como la historia del Titanic “nunca parece tener fin”, dijo Cameron en una rueda de prensa este año para marcar el relanzamiento por el 25º aniversario.
“El Titanic tiene esa especie de cualidad de novela perdurable, casi mítica. Y tiene que ver, creo, con el amor, el sacrificio y la mortalidad”. “Los hombres que se apartaron de los botes salvavidas para que las mujeres y los niños pudieran sobrevivir”, dijo.
Turismo
Aunque para muchos el Titanic es una curiosidad histórica, tan distante de nuestra actualidad como el Partenón o Pompeya, para los familiares de quienes fallecieron a bordo del barco, hay algo desagradable en que turistas adinerados gasten un cuarto de millón de dólares para visitar el naufragio.
“Honestamente, creo que es de mal gusto”, dijo John Locascio, de 69 años, sobrino de dos hombres que fallecieron en la tragedia, según The Daily Beast. “Me gustaría que pararan con esto, para ser honesto. No tiene sentido, se trata de ir a ver una tumba”. “Tuvieron una muerte horrible. Dejen los cuerpos descansando. Ellos no quieren gente yendo a verlos, apenas déjenlos en paz”.
Las subastas de recuerdos y artefactos del Titanic siguen siendo populares. La semana próxima, por ejemplo, un abrigo rosado bordado que Winslet usó en la filmación de la película de 1997 y una carta escrita por un pasajero uruguayo que murió en la tragedia serán subastadas por separado.
Con información de AFP.