Mantener viva la llama de la memoria es el único medio para que nunca vuelva a ocurrir una atrocidad semejante. Como refuerzo mediático, desde 2017 se desarrolla la campaña #WeRemember. Se trata de una iniciativa global del Congreso Mundial Judío y la Unesco, quienes invitan a compartir fotografías con esta etiqueta. Con esto, se pretende visibilizar el compromiso mundial con la memoria del Holocausto.
El Museo Estatal Auschwitz-Birkenau en Oświęcim
Poco después de la liberación, en 1947, el parlamento polaco aprobó una ley para la conservación a perpetuidad de dos de los antiguos campos: Auschwitz I y Auschwitz II-Birkenau. En estos terrenos, cerca de la ciudad polaca de Oświęcim –cuyo nombre en alemán es, precisamente, Auschwitz–, se erigió el Museo Estatal Auschwitz-Birkenau. Desde 1979, además, es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Este museo recibe cada año cientos de miles de visitantes de todas partes del mundo. En concreto, la cifra anual era superior a los dos millones de visitantes antes de la pandemia. Más que un museo, se podría hablar de un auténtico monumento a la memoria. Un homenaje perpetuo a todas las víctimas y un símbolo de la barbarie genocida nazi. Prueba de ello es la tan célebre como ominosa inscripción a la entrada Auschwitz I: «Arbeit macht frei» (“El trabajo hace libre”).
Las placas en Auschwitz II-Birkenau
Del conjunto de campos que dependían de Auschwitz I, fue precisamente en Auschwitz II-Birkenau donde los nazis pusieron todo su empeño en la aplicación de la denominada solución final. Por eso, cerca de donde estaban las cámaras de gas y los crematorios se encuentra el Monumento Internacional a las Víctimas del Campo.
Hay una hilera de placas en diferentes idiomas como recuerdo del millón y medio de personas asesinadas en ese campo de la muerte. En total, son veintiuna placas. Todas con un mismo texto común, en polaco, en húngaro, en checo, en rumano, en francés, etc. Un mismo mensaje traducido a las lenguas maternas de quienes perecieron en el campo.
No existe una placa en español. Sin embargo, los hispanohablantes que visitan Birkenau pueden entender con cierta facilidad la última de las placas. Dice lo siguiente:
KE ESTE LUGAR, ANDE LOS NAZIS EKSTERMINARON UN MILYON I MEDYO DE OMBRES, DE MUJERES I DE KRIATURAS, LA MAS PARTE DJUDYOS DE VARYOS PAYIZES DE LA EVROPA, SEA PARA SYEMPRE, PARA LA UMANIDAD, UN GRITO DE DEZESPERO I UNAS SINYALES.
AUSCHWITZ – BIRKENAU 1940 – 1945
Esta placa está escrita en judeoespañol, la lengua de los sefardíes.
¿Qué es el judeoespañol?
El judeoespañol es la lengua hablada por los descendientes de los judíos expulsados de la península ibérica a finales del siglo XV. Se trata de una variedad lingüística hispánica, transmitida de generación en generación durante más de cinco siglos. Como toda lengua viva, con el paso del tiempo, fue evolucionando y adquiriendo elementos lingüísticos de las diferentes lenguas de cultura con las que estuvo en contacto.
En el ámbito hispánico, el judeoespañol es una variedad lingüística poco conocida y, a pesar de la intercomprensión, resulta muy llamativo en cuanto a su escritura. Por esa misma razón, cuando se visita Auschwitz, a muchos hispanohablantes les llama la atención el hecho de que la placa que parece estar en español está escrita de una manera muy extraña.
Tampoco es muy conocido el paso del judeoespañol por los campos de exterminio nazis. Pero lo cierto es que el Holocausto –o la Shoá, si empleamos el término hebreo– contribuyó al acuciado proceso de declive que la lengua sefardí comenzó a experimentar desde principios del siglo XX. De ahí que sea pertinente la presencia de una placa escrita en judeoespañol. Placa, por cierto, que fue la última en incorporarse y por eso está situada en uno de los extremos.
La historia de la placa en judeoespañol
Haïm Vidal Séphiha (1923-2019) fue un superviviente de Auschwitz. Ejerció como profesor en la Sorbona y se dedicó al estudio del judeoespañol. En el año 2000, estuvo en Auschwitz y contempló con estupor las veinte placas que había en el Monumento Internacional a las Víctimas del Campo. No estaban representadas todas las lenguas de las víctimas. Faltaba una.
Séphiha comenzó entonces una campaña para conseguir que también hubiera una placa en judeoespañol. Para tal fin, fundó la asociación JEAA (Judéo-espagnol à Auschwitz). Tras una intensa recogida de firmas y de testimonios de supervivientes, en el año 2002 las autoridades polacas accedieron a la colocación de la placa número veintiuno.
El 24 de marzo de 2003 tuvo lugar la inauguración de la placa en judeoespañol. Contó con la participación de numerosas autoridades, como se puede ver en el vídeo documental Ke en este lugar, titulado así por ser el comienzo de la inscripción traducida a la lengua de los sefardíes.
Con la colocación de esta placa –la última en Monumento Internacional a las Víctimas del Campo–, escrita en judeoespañol, se perpetúa el recuerdo de los miles de judíos sefardíes que perecieron en ese campo de exterminio nazi.
Por Cristóbal José Álvarez López
Profesor de lengua española, Universidad Pablo de Olavide.
Publicado originalmente en The Conversation.