Rafah se convirtió en el punto más sensible de la guerra que se vive entre Israel y Hamás. Se trata de un punto geográfico con una posición estratégica a tan solo 12 kilómetros de la península del Sinaí, en Egipto. El lugar es hoy el único paso fronterizo que conecta a la Franja de Gaza con el exterior.
Y, por eso, hasta allí se han movilizado miles de palestinos que buscan huir de este conflicto, que ha dejado más de 30.000 muertos. Pese a que el paso ha estado cerrado para la mayoría, ha sido la única puerta por donde han podido cruzar los más enfermos, los extranjeros y las ayudas humanitarias.
También es el lugar en donde, según Israel, se esconden muchos de los militantes del grupo terrorista propalestino y allí estarían resguardados los secuestrados israelís, que llevan privados de su libertad desde el pasado 7 de octubre cuando los terroristas masacraron sin piedad a más de 1.000 personas y se llevaron más de 200 como rehenes.
Además, el lugar es uno de los puntos de honor de Hamás, que pide el reconocimiento de Palestina como Estado para hacer una tregua. Esta semana se convirtió en el eje de la mostrada de dientes del Gobierno de Joe Biden a su aliado Benjamin Netanyahu y en uno de los puntos centrales de la enconada y emocionante campaña presidencial en Estados Unidos.
Hace unos días, cuando se vislumbraba una posibilidad de tregua, los bombardeos de Israel a Rafah rompieron cualquier esperanza de cese al fuego. La propuesta presentada por Egipto y Catar contemplaba un intercambio de rehenes a cambio de presos palestinos encarcelados en prisiones de Israel. La idea inicial era que primero fuera el turno de mujeres civiles y niños israelís a cambio de 30 niños y mujeres palestinos por cada israelí.
Pero la guerra tuvo un momento que será definitivo el pasado jueves. El Gobierno estadounidense advirtió al de Israel que podría cortar su ayuda militar en caso de invadir la ciudad, lo cual terminó pasando. “Dejé claro que si entran en Rafah, todavía no han entrado, no suministraré las armas que se han utilizado históricamente”, dijo el presidente Joe Biden.
Se estima que esto consistiría en 1.800 bombas de 900 kilos y otras 1.700 bombas de 230 kilos. El tema encendió la campaña electoral en este país. De inmediato, Donald Trump alertó que “lo que Biden está haciendo con Israel es una vergüenza. Ha abandonado completamente a Israel”. Añadió que el mandatario es “débil, corrupto y lleva al mundo directamente a la tercera guerra mundial”. Y aseguró que, si él gana las elecciones en noviembre, exigirá la paz mediante la fuerza.
“Biden está en un complejo dilema. Las principales universidades norteamericanas arden con protestas estudiantiles por el respaldo del Gobierno norteamericano a Israel en su ofensiva en Gaza. Netanyahu afirma que, si no se ataca a Rafah, Hamás persistirá. Como salida salomónica, el presidente norteamericano congela el envío de armas a su aliado. La incógnita es si, aun así, Israel persistirá. Biden se juega su reelección”, asegura el excanciller y decano de la Universidad del Rosario, Julio Londoño Paredes.
Al Gobierno de Benjamin Netanyahu, sin embargo, la posición de Biden no lo asusta ni lo amedrenta. El primer ministro israelí aseguró que está dispuesto a seguir en esa ofensiva solo. “Si tenemos que estar solos, lo estaremos. Lucharemos con uñas y dientes (...). Venceremos juntos”, manifestó el líder de la nación hebrea, mostrando su rechazo hacia las advertencias de Estados Unidos, al igual que varios de sus funcionarios.
“Es una declaración difícil y muy decepcionante de parte de un presidente al que hemos estado agradecidos desde el comienzo de la guerra”, dijo el ministro de Relaciones Exteriores de Israel, Gilad Erdan, quien fue el primero del Gobierno israelí en mostrar su rechazo hacia la posición tomada por el Gobierno Biden.
Otro capítulo de la polarización a la que ha llevado al mundo la guerra, que completa siete meses de iniciada. Lo que venga para Rafah seguramente será determinante para el futuro de ese conflicto, que tiene dividido al planeta.