Autoridades italianas han prendido las alarmas tras la reciente publicación de un informe del Istat, agencia estadística de ese país, en el cual se precisó que actualmente ese país europeo, siguiendo la tendencia de otros estados de la región, presenta una tasa de natalidad que ha caído a sus mínimos históricos.
Según refiere el informe del Istat, citado por medios internacionales, si bien la tasa de natalidad en Italia había venido presentando tendencias al decrecimiento desde el año 2008, en 2022 llegó a su punto más bajo, registrando cifras de nacimientos por abajo de los 400.000; una estadística que no se presentaba desde finales del siglo XIX.
De acuerdo con el referido informe, la medición poblacional a fecha 1 de enero de 2023 se cifraba en 58.9 millones de habitantes en Italia, una estadística que a su vez sigue presentando tendencias a la baja en tanto la balanza poblacional ha referido que en ese país, durante el año inmediatamente anterior, la cifra de defunciones superó a la de nacimientos.
Si bien algunos expertos han apuntado que dicho déficit podría ser contrarrestado por la llegada de migrantes a Italia, lo que representaría un engrosamiento de la población en edad productiva, las estadísticas han apuntado que la diferencia entre nacimiento y defunciones no logra ser actualmente compensada por los flujos migratorios.
Así, la tasa de natalidad en Italia ha caído a mínimos históricos refiriendo solamente siete nacimientos por cada 1000 habitantes en 2022, lo que representa la punta del iceberg de posibles consecuencias en el mediano plazo para ese país.
¿Por qué es perjudicial para Italia que su tasa de natalidad decrezca?
Si bien para algunas personas el decrecimiento de la población podría representar en cierto modo una ventaja en términos de recursos disponibles, para los aparatos estatales el decrecimiento de la tasa de natalidad, y su impacto en la llamada ‘pirámide poblacional’ tiene efectos seriamente nocivos para el funcionamiento de sistemas como el pensional y el de salud.
Lo que traduce lo anterior, es que Italia al haberse convertido en uno de los países con más bajas cifras de natalidad podría entrar en riesgo de colapso de su sistema pensional, en tanto, a futuro, la baja existencia de personas en edad productiva, además de un déficit en la mano de obra, también representa un menor número de personas aportando a los fondos de pensiones y los sistemas de salud, lo que convierte en inviables los modelos, si se tiene en cuenta que las pensiones de las personas de la tercera edad se pagan con los aportes de las personas que se encuentran ‘cotizando’.
Debido a lo anterior, en países como Italia, y avizorando dicho problema de sustentabilidad del sistema pensional, las autoridades le han apostado a aumentar la edad fijada para la jubilación, lo que pretende, además de engrosar el número de aportantes hasta los ciudadanos de 67 años, también pretende reducir el número de personas a las que se debe pagar el beneficio.
Adicional a lo anterior, si bien el número de neonatos se ha reducido, Italia también se enfrente al reto del envejecimiento poblacional en tanto las mismas estadísticas muestran la presencia de condiciones de vida que permiten que los ciudadanos se conviertan en personas más longevas, lo que se refleja en el aumento de la tasa de ciudadanos centenarios; es decir mayores de 100 años, los cuales actualmente se calculan en 2.000 personas en todo el territorio italiano.
Actualmente, otros países que presentan proyecciones a futuro similares a la italiana en cuanto a la reducción de la mano de obra productiva, han comenzado a apostarle a la migración cualificada, buscando no solo la llegada de personas que pertenezcan a oficios afines con el cuidado de los ancianos y las necesidades que va a tener esa población en las próximas décadas, sino también a profesionales que le apuestan a la construcción de modelos de familia que permitan reactivar la economía, y apostarle de nuevo al aumento de las tasas de natalidad.