Las autoridades chinas impusieron desde este lunes nuevas limitaciones para viajar, cancelaron vuelos y realizan tests a miles de residentes en la provincia de Guangdong, la más poblada del país, luego de que se registraran casos de coronavirus de la variante india.
Quienes salen de Cantón (Guangzhou), la capital de esta provincia del sur de China con más de 100 millones de habitantes, deben mostrar un test negativo de la covid-19 de menos de 72 horas a partir de las 22H00 locales del lunes, indicó la ciudad en un anuncio el domingo por la noche.
Cantón, un centro industrial de casi 15 millones de habitantes al norte de Hong Kong, registró 18 nuevos casos locales de coronavirus este lunes, lo que causó alarma en un país que ha logrado mayormente mantener bajo control la transmisión doméstica del virus.
Las autoridades de Cantón ordenaron que residentes de distritos enteros sean objeto del test de la covid-19, mientras que las vecinas ciudades de Foshan y Shenzhen, limítrofes con Hong Kong, también lanzaron masivos programas de testeo luego de que la semana pasada se detectasen casos de la covid-19.
Las autoridades cancelaron cientos de vuelos desde el aeropuerto internacional Baiyun en Cantón, según el sitio de monitoreo de aviación VariFlight el lunes a la tarde.
Los pacientes del foco de contagio en Cantón están “infectados con la variante de rápida propagación descubierta en India”, indicó un responsable de Salud de la ciudad, Chen Bin, en una conferencia de prensa el domingo.
Un barrio del distrito central de Liwan fue puesto en confinamiento el sábado. Los mercados y escuelas cerraron y se ordenó a los residentes que no salieran de sus hogares.
China ha vuelto a una vida casi normal desde mediados de 2020, y las autoridades han respondido a los esporádicos focos que aparecieron desde entonces con duras cuarentenas y agresivas campañas de testeo.
Científicos están preocupados por las fugas en los laboratorios biológicos
La teoría de que la covid-19 podría ser el resultado de experimentos científicos ha puesto en el punto de mira el trabajo de los laboratorios biológicos más seguros del mundo.
Aunque las pruebas que vinculan el SARS-CoV-2 con el Instituto de Virología de Wuhan, en China, son estrictamente circunstanciales, varios expertos quieren que se endurezcan los controles en estas instalaciones por temor a que las fugas accidentales puedan desencadenar la próxima pandemia.
59 instalaciones de primer nivel
El laboratorio de Wuhan pertenece a la categoría más segura, comúnmente denominada nivel de bioseguridad 4, o BSL4.
Estos laboratorios están construidos para trabajar de forma segura con las bacterias y los virus más peligrosos que pueden causar enfermedades graves para las que no hay tratamiento ni vacunas conocidas.
“Hay sistemas de filtración HVAC, para que el virus no pueda escapar por el conducto de escape; cualquier agua residual que sale de las instalaciones es tratada con productos químicos o con altas temperaturas para asegurarse de que no hay nada vivo”, explicó a la AFP Gregory Koblentz, director del Programa de Posgrado en Biodefensa de la Universidad George Mason.
Los propios investigadores están altamente capacitados y llevan trajes para materiales peligrosos. Hay 59 instalaciones de este tipo en todo el mundo, según un informe del que Koblentz es coautor y que se ha publicado esta semana.
Los accidentes sí ocurren
En las instalaciones de máximo nivel a veces pueden ocurrir accidentes, y con mucha más frecuencia en los laboratorios de nivel inferior, de los que hay miles.
El virus H1N1 humano se filtró en 1977 en la Unión Soviética y China y se extendió por todo el mundo.
En 2001, un empleado con problemas mentales de un laboratorio biológico estadounidense envió esporas de ántrax por todo el país, matando a cinco personas.
Dos investigadores chinos expuestos al SARS en 2004 propagaron la enfermedad a otros, matando a uno.
En 2014, se descubrió un puñado de viales de viruela durante una mudanza de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos.
Lynn Klotz, investigadora principal del Centro para el Control y la No Proliferación de Armas, lleva muchos años dando la voz de alarma sobre las amenazas a la seguridad pública que suponen estas instalaciones.
“Los errores humanos constituyen más del 70 % de los errores en los laboratorios”, declaró a la AFP.
La “ganancia de función”
Existe un desacuerdo entre el gobierno estadounidense, que financió la investigación sobre el coronavirus de los murciélagos en Wuhan, y algunos científicos independientes, sobre si este trabajo era una controvertida investigación de “ganancia de función” (GOF).
La investigación sobre la ganancia de función consiste en modificar los patógenos para hacerlos más transmisibles, más mortíferos o más capaces de evadir el tratamiento y las vacunas, todo ello para aprender a combatirlos mejor.
El epidemiólogo de Harvard Marc Lipsitch dijo a la AFP que le preocupaba “que se creara una cepa de virus que si infectaba a un trabajador de laboratorio pudiera no sólo matar a ese trabajador de laboratorio... sino también causar una pandemia”.
“La investigación no es necesaria y no contribuye al desarrollo de medicamentos o vacunas”, añadió el biólogo molecular Richard Ebright, de la Universidad de Rutgers.
En 2014, el gobierno estadounidense anunció una pausa en la financiación federal de este tipo de trabajos, que dio paso en 2017 a un marco que consideraría cada solicitud caso por caso.
Pero el proceso ha sido criticado por su falta de transparencia y credibilidad.
Ya el año pasado, una organización sin ánimo de lucro recibió financiación de Estados Unidos en una investigación para “predecir el potencial de propagación” del coronavirus de los murciélagos a los seres humanos en Wuhan.
Interrogados por el Congreso esta semana, Francis Collins y Anthony Fauci, de los Institutos Nacionales de la Salud, negaron que esto equivaliera a una investigación con fines lucrativos, pero Ebright dijo que claramente lo es.
*Con información de AFP