Pedro de la Cruz, parado sobre su bote rodeado de barro, levanta las manos al cielo y suplica con angustia por lluvias para el lago Titicaca, en lo más alto de los Andes entre Bolivia y Perú.
“Dios mío, que llegue nomás la lluvia. ‘Pachamama’ (deidad indígena, madre-Tierra), Dios mío, ayúdenos, pues, por favor, estamos secándonos en este lugar, por favor”, dice el hombre de 74 años.
Exempleado estatal, nacido en Huarina, sobre el lago Titicaca y a unos 77 kilómetros al oeste de La Paz, también dice en aymara: “Aguacero que nos llegue, Dios padre, padre del cielo, ten piedad, Dios padre”.
El nivel del agua lago Titicaca, a más 3.807 metros sobre el nivel del mar, se encuentra hoy a 25 centímetros del mínimo histórico registrado en 1996, señaló a la AFP la jefa de la Unidad de Pronósticos del estatal Servicio Nacional de Hidrología y Meteorología (Senhami) de Bolivia, Lucía Walper.
En Huarina y en los bordes del lago se ve que donde había agua, ahora hay tierra seca, piedras, barro, e incluso uno que otro muelle de madera que sobresale y pequeños botes encallados.
El pescador Edwin Katari, de 43 años, cuenta apesadumbrado que la baja del nivel del agua hace que los peces no puedan desovar en las orillas, que ahora están “secas”. “¿Entonces dónde van a desovar los peces?”, se pregunta.
Pronóstico sombrío
El Senhami ha realizado desde 1974 mediciones del nivel de las aguas del Titicaca.
El punto más alto se registró en 1986, cuando llegaron a 3.811,28 metros sobre el nivel del mar. Pero en 1996 descendieron a su piso histórico de 3.807,39 metros.
La hidróloga Walper explica que ese descenso “es resultado del cambio climático” y que ese comportamiento negativo se mantiene hasta la fecha.
Los pronósticos son sombríos. “Es muy probable que siga descendiendo hasta llegar hasta niveles más bajos”, señala.
El lago Titicaca, que comparten Bolivia y Perú, tiene una extensión de 8.300 kilómetros cuadrados y es el tercero más grande en Sudamérica, después del venezolano Maracaibo y la brasileña laguna de los Patos. Aún no se ha hecho una medición satelital para saber a cuánto se ha reducido.
La Niña y El Niño
El nivel del lago Titicaca “ha ido descendiendo en forma progresiva debido a muchos factores, meteorológicos, hidrológicos y climáticos”, explica Walper quien enfatiza que “hay menos lluvias”.
“A lo largo de los años, cada fenómeno presentado, sea El Niño o La Niña, ha ido presentando una distorsión en sus parámetros y factores” señala al explicar los cambios en las características de estos eventos —asociados a lluvias o sequías— a lo largo del tiempo.
Los “aportes” de las precipitaciones y de los ríos peruanos que desembocan en el lago “no llegaron a ser los suficientes para generar los ascensos normales en épocas de lluvia”, resumió la experta.
El Niño es un evento climático natural, generalmente asociado a un aumento de las temperaturas, sequía en ciertas partes el mundo, y fuertes lluvias en otras. La Niña, en tanto, provoca efectos contrarios y, en particular, un descenso de las temperaturas.
El lago Titicaca también sufre de una fuerte contaminación por todos los desechos que genera la ciudad de El Alto, una de las más pobladas de este país sin salida al mar. Se suma la pesca indiscriminada que está diezmando las especies.
Sin lluvias, no se podrá vivir
Debido a que el descenso de las aguas está ligado al cambio climático, la solución “es un asunto mundial”, agrega Walper.
La reciente cumbre de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), en Brasil, reafirmó el pedido para que los países industrializados cumplan sus promesas de recursos económicos para financiar acciones contra el cambio climático.
En los poblados sobre el Titicaca hay desesperanza y preocupación de que el agua no vuelva a sus niveles normales en el lago navegable más alto del mundo.
“Si no hay agua, si no hay lluvia, no vamos a poder vivir”, lamenta Pedro de la Cruz.
*Con información de AFP