A pesar de las apariencias de normalidad, en Teherán crece la presión contra quienes participaron en las protestas contra la reelección de Mahmud Ahmadineyad. Varias decenas de políticos, periodistas e intelectuales reformistas llevan más de 70 días en la cárcel y están siendo sometidos a un juicio público masivo que ha sido comparado con las juicios de la época estalinista. Se les ha acusado de estar detrás de las manifestaciones, de impulsar una revolución de terciopelo financiada por dineros extranjeros y de atentar contra la seguridad nacional. Según las cifras del gobierno iraní, 4.000 personas fueron detenidas, pero sólo un par de centenares quedaron en prisión. Entre estas figura la periodista Fariba Pajooh, quien trabajó para SEMANA en Irán desde antes de las elecciones, y que fue detenida hace una semana. Su familia ha evitado dar declaraciones a la prensa y prefiere guardar silencio hasta tener una noticia. Pero, según información de algunas páginas web iraníes, Fariba habría sido acusada de tener "relaciones indebidas". "Es una acusación muy ambigua. Pero la ambigüedad también permite dar una esperanza porque se podría pensar que sólo le quieren mandar un mensaje para que deje de actuar. Eso es lo que están haciendo con muchos jóvenes activistas a quienes les quieren destruir sus esperanzas", dijo a SEMANA un abogado iraní que pidió reserva de su nombre. Según Reporteros Sin Fronteras, más de 40 periodistas habrían sido encarcelados en Irán desde el 12 de junio. Fariba, de 28 años, es una periodista vinculada al movimiento reformista que ha trabajado para medios importantes. Una mujer apasionada y comprometida con su profesión, es ampliamente reconocida. Sin embargo, la situación laboral para los periodistas reformistas no es fácil debido a que la mayoría de sus medios han sido clausurados en los últimos años. En Irán, por la complejidad del idioma y la dificultad para encontrar la información, la prensa extranjera suele contar con la colaboración de periodistas locales. Desde cuando países como Estados Unidos y Gran Bretaña, al igual que alguna prensa internacional, fueron acusados de promover las protestas en Irán para los iraníes, y sobre todo los periodistas, se complicó tener relaciones con extranjeros. Pero si las reglas son lógicas, Fariba no tendría que tener problema debido a que tenía permiso oficial para trabajar para una periodista internacional. La captura de Fariba es sólo un ejemplo más del choque de trenes que se vive en Irán. La disputa entre los radicales, Ahmadineyad y los Guardias Revolucionarios, y los pragmáticos, entre los que se agrupan no sólo los reformistas, como el ex presidente Muhamad Jatami, sino también muchos conservadores, ha llegado a tal punto, que el líder de la Revolución Islámica, Ali Jamenei, ha terminado por cambiar su discurso y convertirse en el catalizador de las disputas. Después de haber apoyado al Presidente, Jamenei sorprendió la semana pasada al decir que no acusa a los "líderes de tener relaciones con países extranjeros, incluidos Estados Unidos y Gran Bretaña, debido a que estas no habían sido comprobadas por él". Este mensaje simple cerró la opción de apresar a los ex candidatos Mir Husein Musavi, Mehdi Karrubi y al ex presidente Jatami -los supuestos lideres-, como lo pide el entorno de Ahmadineyad. Jamenei reforzó así su mensaje de "aquí mando yo" .Entre tanto el panorama es oscuro. "Los guardias revolucionarios, grandes aliados de Ahmadineyad, han salido victoriosos en su objetivo de debilitar a los rivales y ante los ojos del líder ellos representan la defensa del legado de los valores de la Revolución", dijo a SEMANA el analista francés, experto Frederic Tellier, del Internacional Crisis Group. Tellier concluyó que tal vez uno de los motivos para que el líder Jamenei defendiera a Ahmadineyad era asegurarse que la Revolución no iba a ser retada por los reformistas, quienes están pagando caro lo sucedido. Fariba Pajooh es sólo un ejemplo de ello.