Aprovechando el viento a su favor con la llegada a la Presidencia de Estados Unidos de Donald Trump, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, autorizó la construcción de 2.500 nuevas viviendas dentro de uno de los asentamientos judíos más importantes en territorio palestino. La polémica jugada política muestra el tono desafiante del gobierno de Netanyahu frente a la Resolución 2334 de las Naciones Unidas, que el año pasado declaró que los asentamientos israelíes en Cisjordania y el este de Jerusalén son ilegales y constituyen un obstáculo para alcanzar la paz en el Medio Oriente. Las reacciones no se hicieron esperar. El presidente palestino, Mahmoud Abbas, condenó la decisión, afirmando que Netanyahu desestabiliza la región, refuerza los extremismos y dificulta el diálogo entre ambos países.