En la década de los setenta, el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) presentó un informe de pronósticos sobre los efectos que tendrían para la sociedad el alto crecimiento económico y el aumento excesivo de la productividad, documento que fue blanco de críticas.
En el texto se destaca que el colapso de la civilización industrial podría presentarse a mediados del siglo XXI, un pronóstico que estaría en camino de cumplirse, no solo por el calentamiento global y los efectos del cambio climático, que se siguen presentando y cuya preocupación ha manifestado la Organización de Naciones Unidas (ONU), sino por la fase de recuperación económica y los intentos por recuperar los niveles de producción prepandémicos.
Ahora, un estudio de la alta ejecutiva de la firma KPMG Gaya Herrington valida a través de los análisis que las predicciones podrían cumplirse y que el cronograma, de hecho, se estaría cumpliendo, aunque precisando que la investigación es a título personal.
“Dada la perspectiva poco atractiva de un colapso, tenía curiosidad por ver qué escenarios se alineaban más estrechamente con los datos empíricos de hoy. Después de todo, el libro que presentó este modelo mundial fue un éxito de ventas en los años setenta y ahora tendríamos varias décadas de datos empíricos que harían una comparación significativa. Pero para mi sorpresa, no pude encontrar intentos recientes para esto. Así que decidí hacerlo yo misma”, señala la autora en la presentación del texto.
Algunas de las variables analizadas involucran población, tasas de fertilidad, tasas de mortalidad, producción industrial, producción de alimentos, servicios, recursos no renovables, contaminación persistente, bienestar humano y huella ecológica.
Entre las principales conclusiones de Herrington está que no es posible que el mundo continúe con su actual modelo de producción y seguir persistiendo en el crecimiento continuo, pues “los negocios habituales como los modela LtG (límites al crecimiento) inevitablemente conducirían a disminuciones en el capital industrial, la producción agrícola y los niveles de bienestar dentro de este siglo”.
Aunque el escenario parece oscuro, también se precisa que no significa que la población deje de existir literalmente a mitad de siglo, pero si disminuye la producción y el crecimiento económico, se ponen en riesgo la calidad de vida y la producción de alimentos, lo que generaría una hambruna masiva.
Para contrarrestar los efectos de esta predicción, el modelo asegura que ajustarse a una economía sostenible podría tener los menores efectos, sin que a largo plazo el crecimiento económico tenga una fuerte caída.
Además, se propone que las inversiones en tecnología y la producción de bienes sostenibles como la energía renovable, pueden reducir el riesgo de colapso.
Sin embargo, la autora señala que un “mundo estabilizado” aunque no está cerca “todavía es posible un cambio de trayectoria deliberado provocado por la sociedad que se dirige hacia otro objetivo que el crecimiento. El trabajo de LtG implica que esta ventana de oportunidad se está cerrando rápidamente”.
En esta misma línea, la Organización de Naciones Unidas reveló en un borrador que el cambio climático alterará de manera dramática e irreversible la vida en la Tierra en las tres próximas décadas, agravando desde la escasez de agua y la malnutrición hasta los éxodos y la extinción de especies.
Los impactos devastadores sobre la naturaleza y el hombre se acelerarán independientemente del ritmo de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero que se logre obtener, advierte el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU.
“La vida en la Tierra puede superar un cambio climático de envergadura evolucionando hacia nuevas especies y creando nuevos ecosistemas”, según el resumen técnico de este borrador de 137 páginas. Sin embargo, “la humanidad no puede”, precisa el texto.