El mundo no solo atraviesa por la emergencia sanitaria causada por la pandemia de coronavirus. Tras la muerte del afroamericano George Floyd, tanto en Estados Unidos como en otros países, se desató una impresionante ola de protestas en contra del racismo y la violencia policial que ha dejado cientos de víctimas mortales. No obstante, la mayoría de las manifestaciones se han tornado violentas y han generado saqueos a supermercados, incendios, vandalismo y fuertes enfrentamientos entre ciudadanos y agentes de la policía, de los que han resultado personas heridas y muertas. Ante la compleja situación, el papa Francisco se pronunció desde el Vaticano sobre las protestas en Estados Unidos y envió un mensaje especial para los fieles de habla inglesa, en el que calificó como "intolerable" cualquier forma de racismo, además de condenar la violencia que impregna parte de las movilizaciones.
"No podemos tolerar ni cerrar los ojos ante ningún tipo de racismo o exclusión y pretender defender la santidad de toda vida humana (...) La violencia de las últimas noches es autodestructiva (...). Nada se gana con la violencia y mucho se pierde", comentó Francisco en su audiencia. Durante las últimas semanas, el pontífice ha seguido de cerca no solo la crisis por la covid-19, cuyos efectos en Europa van cediendo pero que ahora comienza a agravarse en América Latina, sino también los "dolorosos disturbios" en el país que hace unos días fue escenario de un episodio que le ha dado la vuelta al mundo. "Sigo con gran preocupación los dolorosos disturbios sociales que se están produciendo en su nación en estos días, tras la trágica muerte del señor George Floyd", dijo el papa.
El papa Francisco indicó que se ha unido en oración a la iglesia de San Pablo y Minneapolis, y de todos los Estados Unidos, con sus creyentes "por el descanso del alma de George Floyd y de todos los demás que han perdido sus vidas por el pecado del racismo". George Floyd, un hombre afroamericano de 46 años, falleció el 25 de mayo en Minneapolis por asfixia cuando era inmovilizado por un agente tras haber sido arrestado.