El presidente de Rusia, Vladímir Putin, anunció en (la noche del miércoles 23 de febrero en Colombia y horas de la mañana del 24 en Rusia) una alocución televisada el inicio de una operación militar en Ucrania.
“He tomado la decisión de una operación militar”, declaró Putin en un inesperado mensaje en el que llamó a los militares ucranianos a “deponer las armas”.
Posteriormente, en una transmisión de televisión hace unos minutos, anunció que habrán represalias a quienes interfieran con la operación rusa en Ucrania.
“A cualquiera que considere interferir desde el exterior, si lo hace, enfrentará consecuencias mayores que cualquiera que haya enfrentado en la historia”, manifestó el mandatario ruso, de acuerdo con el Daily Mail.
Ante esto, el embajador ucraniano ante la ONU, Sergiy Kyslytsya declaró que Rusia debe “parar la guerra”, en el marco del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en una reunión de emergencia sobre Ucrania.
“No es una guerra, es una operación militar”, dijo por su parte su homólogo ruso Vassily Nebenzia, al responder a su homólogo ucraniano.
Las cuatro claves para entender el conflicto entre Rusia y Ucrania
Las tensiones entre Rusia y Ucrania tienen una historia que se remonta a la Edad Media. Ambos países tienen raíces comunes en el Estado eslavo oriental de Kievan Rus. Por esta razón, el presidente ruso, Vladímir Putin, habla siempre de “un solo pueblo”.
En realidad, los destinos de ambas naciones estuvieron separados durante siglos, surgieron dos idiomas y culturas. Mientras Rusia se convirtió políticamente en un imperio, Ucrania no logró establecer su propio Estado. En el siglo XVII, grandes áreas de la actual Ucrania formaron parte del Imperio ruso. Tras su desmoronamiento en 1917, Ucrania se independizó por poco tiempo, hasta que la Rusia soviética reconquistó el país.
Década de 1990: Rusia deja ir a Ucrania
En diciembre de 1991, Ucrania, junto con Rusia y Bielorrusia, fue una de las tres repúblicas que sellaron la disolución de la Unión Soviética. Moscú quería conservar su influencia y vio, entre otras cosas, en la creación de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) un instrumento para lograrlo.
En el Kremlin también creían que el suministro de gas barato sería una manera de controlar al país vecino. Pero no fue así, pues mientras Rusia y Bielorrusia formaron una estrecha alianza, Ucrania tenía la mirada puesta en Occidente.
Al Kremlin le desagradó esa postura, pero no hubo conflicto en la década de 1990. Moscú no estaba preocupado, porque Occidente no quería integrar a Ucrania. La propia Rusia estaba económicamente debilitada, entre otras cosas también por las guerras de Chechenia. En 1997, Moscú reconoció, con la firma del llamado “Gran Tratado”, las fronteras de Ucrania, incluida la mayoría étnica rusa que habitaba la península de Crimea.
Primeras grietas en la amistad postsoviética
Bajo la presidencia de Putin, se produjo la primera gran crisis diplomática entre Moscú y Kiev. En otoño de 2003, Rusia comenzó a construir una presa en el estrecho de Kerch hacia el islote ucraniano de Tuzla. Kiev lo vio como un intento de redefinir la frontera. El conflicto escaló y se resolvió tras una reunión bilateral entre ambos presidentes. Las obras se paralizaron, pero la amistad se resquebrajó.
En las elecciones presidenciales de 2004, en Ucrania, Rusia apoyó al candidato prorruso Viktor Yanukóvich, pero la “Revolución Naranja” impidió su victoria y ganó el político prooccidental Viktor Yúshchenko. Durante su mandato, Rusia cortó el suministro de gas a Ucrania dos veces, en 2006 y 2009. Y los suministros de tránsito a la Unión Europea (UE) quedaron interrumpidos.
En 2008, el entonces presidente estadounidense, George Bush, intentó propiciar la integración de Ucrania y Georgia en la Otan. Moscú dejó claro en ese momento que no aceptaría la independencia de Ucrania. Alemania y Francia impidieron los planes de Bush. En la cumbre de la Otan, en Bucarest, se dialogó con Ucrania y Georgia sobre la membresía de la Otan, pero sin poner fecha.
Al ver que con la Otan no había avances, Ucrania intentó impulsar la conexión con Occidente a través de un Acuerdo de Asociación con la UE. En el verano de 2013, unos meses antes de la firma, Moscú ejerció una enorme presión económica sobre Kiev y obstaculizó las importaciones ucranianas. En ese contexto, el Gobierno del entonces presidente Yanukóvich, que ganó las elecciones en 2010, suspendió el acuerdo negociado. Yanukóvich desencadenó protestas de la oposición y huyó a Rusia en febrero de 2014.
La anexión de Crimea como punto de inflexión
El Kremlin aprovechó el vacío de poder en Kiev para anexar Crimea en marzo de 2014. Fue un punto de inflexión, el comienzo de una guerra no declarada. Al mismo tiempo, las fuerzas militares rusas comenzaron a movilizarse en las cuencas mineras del Donbás, en el este de Ucrania. Se proclamaron “repúblicas populares” en Donetsk y Lugansk, con los rusos a la cabeza. El Gobierno de Kiev esperó hasta después de las elecciones presidenciales de mayo de 2014 antes de lanzar una gran ofensiva militar, a la que llamó “Operación antiterrorista”.
En junio de 2014, el recién elegido presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, y Putin se reunieron por primera vez, con la mediación de Alemania y Francia, con motivo de las celebraciones del 70 aniversario del Día D en Normandía. Allí nació el llamado Cuarteto de Normandía (Francia, Alemania, Ucrania y Rusia).
En ese momento, el Ejército ucraniano pudo hacer retroceder a los separatistas, pero a finales de agosto, según Kiev, Rusia intervino militarmente y de manera masiva. Moscú lo negó. Las unidades ucranianas cerca de Ilovaisk, una ciudad al este de Donetsk, sufrieron una derrota. Fue otro punto de inflexión. La guerra en un frente amplio terminó en septiembre, con la firma del armisticio en Minsk.
Guerra de trincheras en el Donbás
Desde entonces, tiene lugar una guerra de trincheras. A principios de 2015, los separatistas volvieron a la ofensiva y, según Kiev, se desplegó nuevamente el Ejército ruso. Moscú también lo negó. Las fuerzas ucranianas sufrieron una segunda derrota, esta vez en la ciudad estratégica de Debaltsevo. En ese momento, se llegó al acuerdo de paz Minsk-2, con mediación occidental, pero este sigue sin cumplirse hasta hoy.
En otoño de 2019 se retiraron las respectivas tropas, pero Putin no quiere reunirse en persona con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski porque, desde el punto de vista de Rusia, no está implementando los acuerdos de Minsk. Desde diciembre de 2021, Putin exige a EE. UU. que Ucrania nunca pase a formar parte de la Otan y no reciba ayuda militar. Pero la Otan ha rechazado esta demanda.
El panorama actual de la tensión entre Rusia y Ucrania
La Casa Blanca volvió a advertir este sábado 19 de febrero de la posibilidad de que Rusia ataque Ucrania “en cualquier momento”, justo cuando las tensiones entre Moscú y Occidente están en su punto más alto.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, tiene previsto asistir el domingo a una reunión del Consejo de Seguridad Nacional sobre la crisis de Ucrania, según informó la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, en un comunicado.
Psaki dijo que Biden ha sido informado sobre el contenido de la Conferencia de Seguridad de Múnich sobre la crisis en Ucrania en la que participan líderes occidentales, incluida la vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris.
Los asesores de seguridad nacional de la Casa Blanca “reafirmaron que Rusia podría lanzar un ataque contra Ucrania en cualquier momento”, dijo Psaki.
Desde hace casi tres meses, Washington ha hecho sonar la alarma sobre los preparativos de una ofensiva rusa en Ucrania.
Biden dijo el viernes que, por primera vez, estaba “convencido” de que su homólogo ruso, Vladímir Putin, había decidido invadir Ucrania “en los próximos días”, y que el aumento de los enfrentamientos en la línea del frente en el este del país solo son una artimaña para justificar una ofensiva.
Con información de Deutsche Welle y la AFP.