El mundo veía el rostro de Vladímir Putin como el de un político riesgoso, pero no llegó a calcular que llegara a los extremos en que hoy tiene sumida a Ucrania, un país que está de rodillas ante los rusos desde que su principal líder político cumpliera su prometido de invadir el territorio, incluida Kiev, su capital.

Putin, de 69 años, es el mandatario al que hoy Occidente mira con recelo. Es un hombre incierto y de carácter indómito que convive con el fantasma de demostrarle a la humanidad que su nación puede ser la más poderosa del planeta.

Detrás de su mirada profunda se esconde la personalidad de un hombre que carga entre pecho y espalda la soledad de sus años. Vladímir Spiridónovich Putin y María Ivánovna Pútinam, sus padres biológicos, lo dejaron abandonado en un hogar de sustitución.

De ahí su temperamento fuerte, su nivel de egoísmo, desconfianza hacia los demás y los serios problemas de convivencia. Koni, su perro labrador, y Buffy, un ovejero búlgaro, son hoy sus principales amigos.

Desde 2013, la soledad se apoderó aún más del mandatario. Liudmila Pútina, su esposa durante 30 años, rompió el matrimonio porque se cansó de vivir sola. En una declaración televisada hicieron pública la ruptura. Ambos se veían satisfechos. Sus rostros reflejaban la necesidad de hacer vida cada uno por su lado. “Ha sido un divorcio civilizado”, dijo la ex primera dama con rostro sonriente.

Esa fue la primera vez que la familia Putin publicó su intimidad. La vida del mandatario es casi un secreto de Estado. De hecho, la prensa en Moscú tiene claro que es más fácil escudriñar un asunto que afecte la seguridad nacional que la vida secreta de su principal líder.

“Nuestro matrimonio está acabado porque no nos vemos prácticamente. Vladímir está absorbido por el trabajo, las niñas crecieron, hacen su vida, cada uno hace su vida, no me gusta la vida pública y los vuelos me resultan pesados”, dijo Liudmila.

El líder político hoy en la mira del mundo ha sido catalogado por varios analistas como asexual. Ese es hoy Putin, el hombre que llegó a comandar Rusia desde 2012, el dirigente que pretende extender su poder más allá de Rusia, el presidente egocéntrico que pasó de llamar la atención con frecuencia, de exhibir su torso desnudo, de lucir una motocicleta Harley y de posar en el calendario Putin 2018 con un rifle, a convertirse en una verdadera amenaza para el mundo.

Hasta ahora, pocos saben el verdadero interés de Putin, el político que se escuda en devolver a Rusia su importancia global, pero que, de fondo, está en busca de admiración. De entrada, pareciera que está peleando solo porque ningún país de Occidente promete atajarlo, y él está mostrando su poder armamentístico.

Lo más probable, dijeron analistas a SEMANA, es que tenga entre sus planes otros objetivos.Las sanciones económicas a Rusia podrían frenarlo, pero no ahora. Putin tiene oxígeno suficiente para sostener su enfrentamiento con Ucrania. Él, según el exembajador Francisco Santos, tenía claras las consecuencias que traería la guerra y no se lanzó al vacío sin paracaídas.

“Putin es una amenaza porque no solamente tiene armas nucleares, sino que estaría dispuesto a usarlas”, dijo Silvia Otero, docente de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario.

Pero Estados Unidos, en el otro extremo, también posee este tipo de armas. No obstante, es poco factible que las dos potencias se autodestruyan. “El hecho de que ambos tengan armamento nuclear los lleva a escalar conflictos más pequeños como el de Ucrania”, resumió.

No es secreto que el nuevo enemigo del mundo utilizará su ventaja nuclear para avanzar en sus intereses geoestratégicos en esa región del este de Europa que, según él, debe hacer parte de un nuevo imperio ruso o del Estado ruso expandido. Y el escenario para él es casi perfecto.

En el caso de Ucrania, por ejemplo, el líder ruso aprovechó que Estados Unidos y Europa están desangradas económicamente tras la pandemia por la covid-19 para adelantar su plan invasionista. Sabía, de acuerdo con Otero, que ningún país está interesado en enfrentar las consecuencias económicas de una guerra. “Nadie quiere hacer la guerra en este momento, solo Rusia”, puntualizó.

Putin, recientemente comparado con Hitler, ya sentó un precedente en el ámbito internacional. Y tiene sus propios aliados, pero por un buen tiempo estará ocupado en su propio conflicto con Ucrania, una guerra que promete ser larga y que no terminará de ganar fácilmente. Es decir, después del desgaste y el costo que le genera el conflicto con los ucranianos –sumadas las sanciones mundiales–, no es tan sencillo que apoye, al menos en el corto tiempo, nuevos conflictos, y menos en América Latina.