Cámaras de última tecnología de la NASA pudieron captar por medio del NASA Meteor Watch la entrada en la atmósfera de la Tierra de un pequeño asteroide.
El recorrido de esta roca espacial que se movía por el espacio a una velocidad aproximada de 62 mil kilómetros por hora entró en la atmósfera de la Tierra en un ángulo poco profundo, lo que hizo que se desintegrara a 70 kilómetros por encima de la población de Owens Cross Roads, lugar ubicado en el estado de Alabama, informó la agencia espacial de Estados Unidos.
En las imágenes se puede observar el destello que dejó en el cielo. Eso sí, el brillo de la bola de fuego fue atenuado por las condiciones climáticas que se presentaron en ese momento, las cuales presentaban alta nubosidad, explicó la NASA.
Casos como estos se han visto alrededor del mundo, incluso algunos han dejado daños materiales como el ocurrido en 2013 en territorio ruso, donde un meteorito iluminó el cielo y causó pánico entre los habitantes de ese país.
El del pasado martes 9 de noviembre en Estados Unidos fue un espectáculo astral que solo la NASA pudo registrar.
Asteroide cercano podría ser un fragmento perdido de la Luna
Un asteroide cercano a la Tierra llamado Kamo’oalewa podría ser un fragmento de nuestra Luna. La roca espacial mide entre 45 y 57 metros de diámetro, y se acerca hasta unos 1,4 millones de kilómetros de la Tierra.
Según un estudio publicado en Nature Communications Earth and Environment por un equipo de astrónomos dirigido por la Universidad de Arizona, el Kamo’oalewa es un cuasi satélite, una subcategoría de asteroides cercanos a la Tierra que orbitan alrededor del Sol, pero permanecen relativamente cerca de la Tierra. Se sabe poco de estos objetos porque son débiles y difíciles de observar.
Fue descubierto por el telescopio PanSTARRS en Hawái en 2016 y el nombre –que se encuentra en un canto hawaiano de la creación– alude a un retoño que viaja por su cuenta.
Debido a su órbita, Kamo’oalewa solo puede observarse desde la Tierra durante unas pocas semanas cada abril. Su tamaño relativamente pequeño significa que solo puede verse con uno de los mayores telescopios de la Tierra.
Utilizando el Gran Telescopio Binocular del Monte Graham, en el sur de Arizona, gestionado por la UA, un equipo de astrónomos dirigido por el estudiante de ciencias planetarias Ben Sharkey descubrió que el patrón de luz reflejada de Kamo’oalewa, llamado espectro, coincide con las rocas lunares de las misiones Apolo de la NASA, lo que sugiere que se originó en la Luna.
El equipo aún no puede estar seguro de cómo puede haberse desprendido. La razón, en parte, es que no se conocen otros asteroides con origen lunar.
“Busqué en todos los espectros de asteroides cercanos a la Tierra a los que teníamos acceso, y nada coincidía”, explica en un comunicado Sharkey, autor principal del trabajo.
El debate sobre el origen de Kamo’oalewa entre Sharkey y su asesor, el profesor asociado de la UArizona Vishnu Reddy, llevó a otros tres años de búsqueda de una explicación plausible. “Dudamos hasta la saciedad”, reconoce Reddy, coautor que inició el proyecto en 2016.
Tras perder la oportunidad de observarlo en abril de 2020 debido a una parada del telescopio por la pandemia de covid-19, el equipo encontró la pieza final del rompecabezas en 2021.
“Esta primavera obtuvimos las observaciones de seguimiento que tanto necesitábamos y dijimos: ‘Vaya, es real’ –señaló Sharkey–. Es más fácil de explicar con la Luna que con otras ideas”.
La órbita de Kamo’oalewa es otra pista de su origen lunar. Su órbita es similar a la de la Tierra, pero con una ligera inclinación. Su órbita tampoco es la típica de los asteroides cercanos a la Tierra, según Renu Malhotra, coautor del estudio y profesor de ciencias planetarias de la UArizona, que dirigió la parte del análisis de la órbita del estudio.
“Es muy improbable que un asteroide de los más comunes se desplace espontáneamente a una órbita casi satelital como la de Kamo’oalewa –continuó Malhotra–. No permanecerá en esta órbita en particular durante mucho tiempo, solo unos 300 años en el futuro, y estimamos que llegó a esta órbita hace unos 500 años”.
Su laboratorio está trabajando en un artículo para seguir investigando los orígenes del asteroide.
Kamo’oalewa es unos cuatro millones de veces más débil que la estrella más tenue que el ojo humano puede ver en un cielo oscuro.
“Estas difíciles observaciones fueron posibles gracias a la inmensa capacidad de captación de luz de los telescopios gemelos de 8,4 metros del Gran Telescopio Binocular”, afirmó Al Conrad, coautor del estudio y científico del telescopio.
Con información de Europa Press.