Siria, el nuevo invitado a la ‘primavera árabe’, es un país determinante para la región del Medio Oriente y para el mundo. De ahí el dicho árabe: “No habrá guerra en Medio Oriente sin Egipto, pero no habrá paz sin Siria”.  A propósito, Semana.com entrevistó a Ben Judah, experto en asuntos del Medio Oriente y experto en política del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, y a Ricardo García Duarte, analista internacional, quienes explican lo que está pasando en este país. ¿Cuáles son las características de Siria? Para Ricardo García, Siria es un país árabe de religión musulmana, ubicado en una zona altamente explosiva como es el Medio Oriente, donde conviven agudas contradicciones religiosas, nacionalistas, territoriales y económicas. En este sentido, explica, Siria se caracteriza, al igual que países como Irak y Líbano, por tener una gran diversidad étnica y religiosa, ya que, aunque la mayoría de la población es sunita, existen otros grupos étnicos y religiosos, como los chiitas, los kurdos, los drusos y los alauitas.  El actual gobernante de Siria, Bashar al-Assad, recibió el poder de su padre, Hafez al-Assad, hace 11 años, razón por la que se le considera un dictador. Su padre estuvo en el poder más de 30 años.  Al-Assad pertenece a la rama islámica de los alauitas, quienes son una minoría frente a los sunitas que representan más del 70 por ciento de la población, pero comparten (los alauitas)  una relativa igualdad en número con los chiitas, los drusos y los kurdos, siendo este último el grupo más pequeño. ¿Qué está pasando en Siria? Siria está viviendo protestas de diferentes sectores. García indica que una parte de estas va encaminada a lo que ha sucedido en Egipto y en Libia, donde las dificultades sociales, la pobreza y el desempleo han hecho que la población salga a pedir un mayor bienestar social y a hacer exigencias políticas encaminadas a la democracia.  Pero por otra parte, agrega, existen ciertas rivalidades entre los diferentes grupos étnicos y religiosos que componen el país, como el caso de los kurdos quienes piden más derechos ciudadanos o el activismo sunita que busca derrocar al actual régimen alauita.  ¿Qué está en juego para los protestantes en Siria? Ben Judah advierte que las vidas de los manifestantes están en riesgo, como lo demuestran los choques repetidos con el régimen durante los cortejos fúnebres en Deraa, en el sur del país. Los retenes se han incrementado y partes del país sienten cómo los están sitiando. Los individuos no solo pueden perder sus vidas, sino que también sus familias son amenazadas. Además, es probable que los pueblos que participan en la rebelión sean castigados no solo por una disminución en su gasto público, sino también con una presencia de seguridad mayor.  ¿Estas protestas son diferentes de otras en el Medio Oriente, por ejemplo, Argelia o Libia? Políticamente la actividad revolucionaria contiene muchas rebeliones al mismo tiempo, explica Judah. Incluye la demanda de los kurdos por derechos ciudadanos en el norte, un mestizaje entre protestantes seculares que piden la democracia y el activismo sunita para derrocar el régimen alauita (de Bashar al-Assad), que es opositor del grupo chiita. La diferencia de países como Egipto, Libia y Túnez es que Siria es un país sectario (multiétnico) como Irak y Líbano. Los disturbios están polarizando la comunidad alauita y las sectas cristianas cerca del gobierno, mientras los rebeldes son principalmente kurdos, árabes sunitas y drusos. En términos generales, la repartición étnica en Siria está liderando las tensiones.  ¿Por qué Washington ha adoptado una postura menos activa que en Egipto o en Libia? Porque Estados Unidos, Turquía, Irán, Israel y otros estados del Golfo no quieren la caída de Assad. Para Judah, Israel y Estados Unidos están temerosos de un colapso ante una guerra étnica tan cerca de los Altos del Golán (meseta ubicada en la frontera entre Israel, Líbano, Jordania y Siria) e Irak. El gobierno de Turquía no quiere una afluencia de refugios de Siria, así como tampoco un nuevo estado pequeño de los kurdos al lado de su frontera.  Y los demás estados del Golfo, específicamente Qatar, no tienen el mismo problema con Assad como con Gadafi, razón por la que no votan contra este en Naciones Unidas. Por último, está el caso de Irán, que quiere mantener un aliado chiita en la región. Dice Ben Judah, que la verdad es que nadie, con excepción de los protestantes sirios, quiere ver un colapso étnico semejante al que ya ocurrió en Irak.  ¿Cuáles son las implicaciones generales de Siria para el Medio Oriente? Judah concluye que el impacto más inmediato es para los palestinos. Hamas está enviando señales sobre la posibilidad de cambiar su preferencia de Siria a Qatar. Precisamente, el acuerdo entre Fatah y Hamas (los dos poderes que hasta hace poco tenían dividida a Palestina) fue producido por eso, porque Hamas necesita complacer a Qatar y a Egipto. Para Israel es claro que ahora un acuerdo de paz con Siria no es posible. Sin embargo, el gobierno israelita está tranquilo al no tener cerca de los Altos del Golán un intercambio de misiles con el gobierno sirio.  Finalmente, para Turquía, Líbano y Jordania las implicaciones dependerán del tiempo que dure la crisis y el número de refugiados que lleguen de Siria.  ¿Las concesiones políticas de Assad son suficientes para poner fin a las protestas? Según Judah, no. Es más importante conservar el apoyo militar liderado por los alauitas, ya que hasta el momento no hay posibilidad de ayuda de Estados Unidos o de los estados árabes. La posibilidad de que haya unidades de las Fuerzas Armadas luchando entre sí en la ciudad de Deraa es lo que más preocupa a Assad. ¿Es posible que otra guerra civil ocurra en Siria, como en Libia? No en la misma forma que Libia, explica Ben Judah. Una guerra civil, si se compara con disturbios civiles, requiere posiciones o lineamientos claros, gobiernos paralelos y una larga duración. Siria tiene algunos de estos ingredientes, pero los disturbios son confusos. Teniendo en cuenta que la Unión Europea, Estados Unidos y la ONU han condenado la violencia por parte del gobierno en Siria, ¿sería probable otra intervención? No, dice Judah. Los dirigentes del Medio Oriente quieren que Assad permanezca gobernando Siria, aún con la presión que tiene por parte de los ciudadanos y de la comunidad internacional, pero no querían que Gadafi continuara en Libia. En cuanto a Estados Unidos, este no tiene la capacidad para removerlo del poder de una forma efectiva y lo que menos quiere la comunidad en este momento es una guerra étnica en una región tan conflictiva.