En diciembre de 1872, la embarcación Mary Celeste fue encontrada navegando en altamar cuando iba camino a Génova. Un grupo de navegantes canadienses vieron la embarcación andando en zigzag, pero, al acercarse, descubrieron que estaban completamente vacía.
El barco canadiense y su capitán David Morehouse decidieron acercarse para poder auxiliar a los tripulantes, sin embargo, al entrar, notaron que no había nadie. Además, la escotilla estaba sellada y las pertenencias de todos los tripulantes permanecían intactas en sus camarotes.
Poco a poco fueron explorando la embarcación y pudieron notar que el barco llevaba 1.700 barriles de alcohol completamente intactos en las bodegas y había suministros de alimentos para sobrevivir por seis meses.
La extraña desaparición de los tripulantes del Mary Celeste ha cautivado la atención de decenas de historiadores en el mundo que todavía tratan de descifrar qué fue lo que ocurrió con ellos y cómo es que desaparecieron en el océano Atlántico.
De acuerdo con Adriana Pisani, historiadora argentina que escribió el libro La fantasía de un naufragio, existen otros temas inquietantes sobre la embarcación.
En primer lugar, dentro de la cabina no había la suficiente cantidad de agua para abandonar el barco y, además, el barco salvavidas de la embarcación había sido utilizado, lo que implicaba que los tripulantes habían dejado el barco en algún momento.
De acuerdo con los historiadores, la última anotación de la bitácora del barco era de un 25 de noviembre, apenas diez días antes de ser encontrada abandonada, y decía que todo iba en orden y que las condiciones climáticas eran las más adecuadas para viajar.
Según la información documentada por la Organización de Naciones Unidas, el Mary Celeste fue construido en Parrsboro, Nueva Escocia, en 1861, pero en ese momento fue llamado El Amazon.
Inicialmente, tuvo como capitán a Robert McLellan, quien falleció poco después de haber empezado a navegar en él tras una misteriosa enfermedad que finalmente acabó con su vida.
Tras su fallecimiento, El Amazon tuvo diferentes capitanes que siempre tardaban muy poco manejando la embarcación y luego renunciaban.
En 1863, el capitán William Thompson tomó las riendas de la embarcación y navegó casi por seis años hasta que una terrible catástrofe afectó a la tripulación que terminó en isla Cabo Bretón, prácticamente destruida.
Para esa época, los marineros creían que a la embarcación la perseguía una maldición y pocos querían saber de ella. Sin embargo, lo que parecía el fin se convirtió en una nueva oportunidad para El Amazon, que fue subastado al comerciante Alexander McBean, quien renunció a su compra solo un mes después.
Luego de tener varios dueños, Richard Haines adquirió el navío y lo rebautizó como el Mary Celeste en un intento por salvar su reputación y darle una nueva vida al misterioso barco.
Pero la tragedia nuevamente tocó al navío y su dueño, ahogado en deudas, decidió venderla a Benjamin Spooner Briggs, quien lo comandaría a su fatídico último viaje.
De ese momento se sabe muy poco. La nave viajaba con alcohol para llegar a Estados Unidos y suplir del licor a los norteamericanos.
Sin embargo, nunca llegó a su destino y encontró el final de sus días en el mar. A pesar de permanecer intacta, se cree que en medio del temor de una tormenta y de naufragar, el capitán decidió huir con la tripulación en el barco salvavidas que terminó por naufragar.
Pero esta no es la única historia que ronda sobre el Mary Celeste, pues muchos dicen que tenía una maldición que persiguió a toda su tripulación hasta que terminó por naufragar, dejando un pasado oscuro y un misterio que se mantiene aún después de más de 100 años de haber ocurrido.