Hijo del primer gobernante democrático de Guatemala, el sociólogo Bernardo Arévalo, que juró como presidente en la madrugada del lunes 15 de enero de 2024, pasó de ser casi un desconocido a simbolizar la esperanza de un país cansado de la corrupción y a desatar el pánico de la élite conservadora.
Este exdiplomático y también filósofo de 65 años pasó en junio, contra todo pronóstico, a la segunda ronda presidencial que ganó en agosto frente a la candidata conservadora aliada del oficialismo, con un 60 % de los votos, prometiendo perseguir a los corruptos.
Desde entonces, Arévalo y su partido Movimiento Semilla fueron blanco de una ofensiva judicial, encabezada por la Fiscalía, que el socialdemócrata asegura fue encomendada por la élite político-empresarial para evitar su ascenso al poder.
De personalidad tranquila, subió el tono para denunciar esa arremetida como un intento de “golpe de Estado” en su contra y recibió los apoyos de la comunidad internacional y, en su país, de los jóvenes y comunidades indígenas.
Arévalo ha calificado su ascenso al poder como un proceso “tortuoso” debido a la persecución judicial, pero prometió “cerrar esta época tenebrosa de cooptación corrupta” que por “más de dos décadas” afecta al país.
Poniendo fin a 12 años de gobiernos de derecha, sustituyó a Alejandro Giammattei, a quien los seguidores de Arévalo señalan de formar parte de lo que llaman el “pacto de corruptos”.
Sobre sus espaldas recae el legado de su padre, Juan José Arévalo (1945-1951), elegido democráticamente tras la llamada Revolución de Octubre que acabó con décadas de dictaduras. Al mandato de su progenitor, considerado el mejor presidente en la historia de Guatemala, y del gobierno progresista de Jacobo Árbenz se le llamó la “primavera democrática” (1944-1954), con importantes reformas sociales.
Pero Árbenz, impulsor de una reforma agraria, fue derrocado en 1954 en un golpe de Estado ejecutado por la CIA, poniendo fin a la década democrática en Guatemala, al que por su clima se le conoce como “el país de la eterna primavera”.
Siete décadas después, Washington ha salido en defensa del hijo del expresidente Arévalo ante la persecución de la Fiscalía, que consiguió inhabilitar a Semilla al acusarlo de irregularidades en su formación como partido.
Evocando una nueva “primavera” para Guatemala, Arévalo dice que recorrerá “el mismo camino” que su padre, luchando contra la corrupción para que las instituciones trabajen por el desarrollo social, en un país donde 60 % de sus 17,8 millones de habitantes son pobres.
Algunos de sus críticos dudan de que el futuro presidente tenga el temple de su padre y sostienen que es una persona fácil de manipular.
Nació el 7 de octubre de 1958 en Montevideo, Uruguay, donde se exilió su padre tras el derrocamiento. De niño vivió además en Venezuela, México y Chile antes de llegar a Guatemala a los 15 años.
Estudió sociología en Israel y filosofía en Países Bajos. Fue vicecanciller en 1994-1995 y embajador en España entre 1995 y 1996, durante el gobierno del fallecido presidente Ramiro de León Carpio, un defensor de los derechos humanos.
Además de español, habla inglés, francés, hebreo y portugués. Es experto en resolución de conflictos y fue electo diputado en 2019 poco después de entrar a la política con Semilla, el cual fundó con académicos e intelectuales.
En su triunfo electoral fueron vitales los jóvenes, quienes le llaman el “tío Bernie” y difunden sus mensajes y conferencias de prensa en redes sociales, sobre todo en TikTok.
Juega ajedrez y es amante del jazz. Tuvo tres hijas en sus dos primeros matrimonios y su actual esposa, la médica cirujana Lucrecia Peinado, también tiene tres hijos. “Le gusta cocinar para su familia, en especial para sus hijos y cinco nietos, el cine y las buenas series de Netflix”, le dijo a la AFP una fuente de su entorno.
“No será un supermán [...], pero definitivamente es un hombre honesto, de principios, de valores, respetuoso de la herencia y el nombre de su padre y sumamente comprometido con el país”, le dijo Peinado al diario Prensa Libre en agosto.
En un país fuertemente conservador y religioso, Arévalo, católico, descartó legalizar los matrimonios igualitarios o el aborto, pero dijo que no permitirá discriminación por motivos sexuales ni de religión.
Con información de AFP.