Sanna Marin, la nueva primera ministra de Finlandia, es una lider atípica que representa una bocanada de aire fresco para la democracia de su país. Con tan solo 34 años esta excajera ya hizo historia, pues es la persona más joven en ocupar el cargo a nivel mundial. Como le dijo a CNN Tim Miettinen, investigador del Departamento de Estudios Políticos y Económicos de la Universidad de Helsinki, Marin "se destaca entre sus predecesores, que en su mayoría han sido hombres de 50 años". Pero este no es el único aspecto en el que Marin rompe el molde. A diferencia de muchos políticos, proviene de un entorno modesto. Sus padres se divorciaron cuando era una niña pequeña “debido al problema de alcoholismo de mi padre”, escribió Marin en su blog en 2016. Fue criada en una familia homoparental (su madre y la novia de esta) en la región de Pirkkala, al norte de Helsinki.

Con tan solo 15 años, Marin empezó a trabajar en una panadería para colaborar con los gastos del hogar. Y, en su época de bachiller distribuía revistas para ganarse unos euros de más. Después de graduarse, trabajó como cajera. Cosa que ha generado burlas y rechazo entre algunos líderes que se quedaron estancados en el teimpo, tal como el ministro del Interior de Estonia, quien la llamó "vendedora" en son de chiste, y cuestionó su capacidad para dirigir el país. Sin embargo, la llegada al poder de Marin reafirmó el talante feminista de Finlandia. Cabe recordar que el país nordico fue el primero del mundo en elegir mujeres para el Parlamento, hace más de un siglo. Pese a esto, solo hubo dos primeras ministras, razón por la cual el ascenso de Marin, una socialdemócrata, genera gran expectativa. La fragilidad de las coaliciones de los gobiernos europeos parece una maldición generalizada. De crisis en crisis Finlandia, que en algún momento se caracterizó por sus fuertes instituciones demócraticas, lleva casi dos años en un laberinto sin sálida. La más reciente crisis política, anterior a la que llevó a Marin al poder, se dio en la primera de 2019. Entonces, el gobierno de Juha Sipilä colapsó a tan solo cinco semanas de las elecciones populares. ¿La razón? Su principal proyecto, de reformar el sistema de salud, se vio estancado en el parlamento. El caso de Finlandia no es aislado, pues cada vez, los países europeos se enfrentan a más problemas de gobernabilidad. España y Bélgica, por ejemplo, llevan un año sin lograr formar gobierno. La fragilidad de las coaliciones parece una maldición generalizada. 

¿Cómo llegó al poder? Este mes, el primer ministro socialdemócrata, Antti Rinne, del Partido Socialdemocrata (SDP) se vio forzado a dimitir para evitarse la humillación de ser tumbado mediante una moción de censura, por la ultraderecha. Así, el partido de Rinnie eligió a Marin, temporalmente, para ocupar el cargo. Pero Marin, no la tiene fácil, pues deberá recuperar la confianza en la clase política de los finlandeses, que han dado signos de estar desencantados. A eso se suma que la ultraderecha cada vez tiene más fuerza. ¿Logrará esta jóven, de background diverso, unir a un país cada vez más polarizado?