La directora ejecutiva de ONU Mujeres, Sima Bahous, se declaró este lunes “profundamente preocupada” por la orden de los talibanes que obliga a las mujeres afganas a cubrirse el rostro en público, para lo que recomendaron el uso del burka.
Del mismo modo, lamentó el anuncio de que las mujeres solo deberían salir de casa “en caso de necesidad” y las amenazas a sus parientes masculinos en caso de que las mujeres no cumplan con las directrices, recordando que la libertad de movimiento “es un derecho humano fundamental”.
“Es un prerrequisito para la capacidad de las mujeres para ejercer sus derechos y ser participantes activas en la sociedad”, enfatizó.
Agregó que “cuando se restringen los derechos de las mujeres, todos sufren”, tras enfatizar en que la última orden de las autoridades ‘de facto’ de Afganistán escala las restricciones impuestas contra mujeres y niñas en el país asiático, donde ya se les ha impedido volver al trabajo y continuar con su educación.
Bahous recordó que el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, ya ha censurado el “profundo daño” que causa negar la educación superior a las niñas.
La directora ejecutiva de ONU Mujeres, además, destacó informaciones recibidas por la organización que señalan que las mujeres ya no pueden conducir, viajar en transporte público o, simplemente, trasladarse de un punto a otro.
“Estas restricciones limitan cada vez más la capacidad de las mujeres para ganarse la vida, acceder a atención sanitaria y educación, buscar protección, escapar de situaciones de violencia y ejercer sus derechos individuales y colectivos”, lamentó
A juicio de Bahous, estas violaciones “aceleradas” contra los derechos de las mujeres y las niñas están socavando el progreso de Afganistán en muchas áreas e impactan en su crecimiento económico y social.
“Las actuales restricciones a que las mujeres trabajen han tenido un impacto económico que se estima en pérdidas de más de mil millones de dólares o más del 5 % del PIB de Afganistán”, señaló, tras recordar que la pobreza es “casi universal” en el país asiático.
Agregó que “más de la mitad de la población necesita algún tipo de asistencia humanitaria y una generación entera está amenazada por la inseguridad alimentaria y la desnutrición”, al insistir en que las restricciones actuales “dificultan” la recuperación, si no la hacen “imposible”.
El organismo hizo eco al llamado de Guterres a los talibanes para que cumplan sus promesas en referencia a las niñas y las mujeres y se alineen con la postura de la Misión de Asistencia de Naciones Unidas en Afganistán (Unama).
“Pedimos urgentemente a las autoridades ‘de facto’ que respeten sus obligaciones bajo el Derecho Internacional humanitario y todos los Derechos Humanos de las niñas y mujeres, lo que incluye la devolución inmediata de su libertad de movimiento y su derecho a trabajar y educarse al más alto nivel”, puntualizó.
Otros llamados
Entre tanto, la ganadora del Premio Nobel de la Paz y activista paquistaní Mala Yousafzai también rechazó la orden talibán para el uso del burka en público, para que no trabajen o no estudien o para que no puedan desplazarse si no van acompañadas de un pariente masculino.
“No debemos reducir nuestra alarma por las mujeres afganas mientras los talibanes siguen rompiendo sus promesas. Incluso ahora, las mujeres están saliendo a las calles para luchar por sus Derechos Humanos y su dignidad”, señaló, insistiendo en que todas las personas, y en especial las de los países musulmanes, deben “apoyarlas”.
La nueva orden no obliga al uso de una prenda determinada, pero sí recomienda expresamente el burka, común para las mujeres durante el anterior régimen talibán, entre 1996 y 2001. De todas formas, la premisa general es que si las mujeres no tienen nada importante que hacer, “mejor que se queden en casa”.
Cuando los talibanes se tomaron nuevamente el poder en agosto, prometieron respetar los derechos ganados por las mujeres durante los últimos 20 años, pero en la práctica estos se han visto cercenados, con limitaciones varias a la hora de trabajar y estudiar.
El régimen talibán excluyó a las mujeres de los puestos de poder político.
El velo integral, una prisión para las mujeres afganas
Tahmina Taham, una joven activista feminista afgana, se siente en prisión desde que los talibanes ordenaron a las mujeres usar en público un velo que les cubra de pies a cabeza y que eviten salir de sus casas.
Cuando leyó el decreto, el primero promulgado sobre la manera de vestir de las mujeres a nivel nacional, Tahmina se “sintió mal”.
“Me sentí en prisión, toda mi vida social está controlada por los talibanes”, dijo a la AFP esta exempleada gubernamental que perdió su puesto cuando los talibanes asumieron el poder en agosto.
Añadió que “me privaron de mis libertades como ser humano, no solo como mujer”.
Su hermana tuvo que abandonar los estudios porque su universidad se negó a inscribirle en clases mixtas.
Para ella, la decisión del pasado sábado “tendrá consecuencias muy negativas para la vida personal y profesional de las mujeres”.
Entre tanto, Azita Habibi, matrona en un hospital de la ciudad de Herat (oeste), señaló que el islam no exige el uso del velo integral.
“¿Por qué debemos cubrirnos el rostro y las manos?”, pregunta. “¿Dónde está escrito que las mujeres deben cubrirse las manos y el rostro?”, se preguntó.
Con información de Europa Press y AFP