Empezó la cuenta regresiva en Brasil para las elecciones presidenciales del próximo domingo, 2 de octubre. En SEMANA le explicamos las principales claves de la contienda y qué está en juego en una de las carreras más álgidas para ocupar el cargo más importante del país.

Las acusaciones con “subidas de tono”, el “vaivén” en las encuestas de intención de voto y la eventual reacción del actual mandatario, Jair Bolsonaro, convierten estos comicios no solo en atípicos, sino en unos de los más observados a nivel internacional.

Pese a que los sondeos entregan al expresidente, Luiz Inácio Lula da Silva, las llaves del Palacio de Planalto (por una alta ventaja); Bolsonaro ve “imposible” que termine derrotado en las urnas. “Nosotros somos mayoría, nosotros venceremos en la primera vuelta”, enfatizó en uno de sus más recientes mitines.

¿Qué está en juego en estas elecciones?

Para Caio Manhanelli, analista político brasileño, los comicios del gigante suramericano están definidos principalmente por dos puntos: la “violencia contra la democracia” y la corrupción.

Respecto a lo primero, asegura que “el presidente del país tomó una postura (...) de crear un Estado beligerante en contra de su oposición, en especial en contra del PT (Partido de los Trabajadores)”. “Es algo muy típico de regímenes autoritarios”.

Sobre la corrupción, Manhanelli dice que el Gobierno actual intenta reivindicar un periodo sin esta y “atribuir esa figura a Lula da Silva (...) para culparlo por el tema de los desvíos de dinero, en relación con los contratos de Petrobras”.

Otros analistas concentran la recuperación de la economía tras la pandemia como uno de los pilares que está en juego en estas elecciones. Esto a pesar de que el país registró un crecimiento del 1,2 % en el segundo trimestre de 2022, y de los programas sociales.

Según cifras de la Red Brasileña de Investigación en Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional (Penssan), 33,1 millones de ciudadanos enfrentan inseguridad alimentaria, un aumento del 73 % en los últimos dos años.

En caso de que Lula resulte ganador, gobernaría en un contexto diferente al presente en su país y la región cuando fue mandatario (2003 - 2010).

Últimos sondeos dan amplia ventaja a Lula da Silva

Los últimos sondeos de Datafolha indican que Lula da Silva cuenta con un 47 % del respaldo popular, en comparación con el 33 % registrado para el líder conservador, Jair Bolsonaro (una ventaja de 14 puntos).

De acuerdo con esta encuestadora, de establecerse un balotaje (segunda vuelta) el 30 de octubre, Lula resultaría ganador con un 54 % frente al 38 % de su principal adversario.

A ellos dos le sigue en intención de votos Ciro Gomes (con menos del 10 % del apoyo). En total son 11 los candidatos que están registrados para la contienda.

De “ladrón” a “incompetente”, siguen las acusaciones mutuas

A una semana de que se midan en las urnas, Bolsonaro y Lula da Silva intercambiaron nuevamente ataques en los últimos días de campaña. Durante actos en la ciudad de São Paulo, Lula insistió en que su contrincante era “muy incompetente, no sabe gobernar”. Y agregó: “el día 2 (...) vamos a ganar las elecciones en la primera vuelta”.

Por su parte, Bolsonaro se refirió a las condenas (del primero en intención de voto) en el caso Lava Jato, mismas que la Corte Suprema anuló en el marco de denuncias por parcialidad del juez Sergio Moro.

“De este lado, una persona que defiende la familia; del lado de allá, un ladrón que dice que los valores familiares son un retroceso”, dijo Bolsonaro y añadió, “me acusan de todo, pero no me llaman corrupto”.

Críticas por ausencia en debate electoral

El segundo debate electoral (este sábado 24 de septiembre) estuvo marcado por la ausencia de Lula, criticada por los principales aspirantes a ocupar el cargo de jefe de Estado. “No vino porque no puede explicar las denuncias que pesan sobre él de corrupción”, aseguró el candidato por el Partido Democrático Laborista (PDL), Ciro Gomes, según el diario ‘Folha de S. Paolo’.

Soraya Thronicke (de Unión Brasil) dijo que el hecho de que el exmandatario no se presentara a ese encuentro era “una señal de alguien a quien no le gusta trabajar”.