Ecuador se encuentra sumida en una ola de violencia que se ha agudizado con más motines carcelarios, temor en las calles y ataques con explosivos contra instituciones públicas. Un panorama que sigue sin dar tregua y al que el Gobierno intenta mantener bajo control con medidas como el traslado de reos a diferentes prisiones del país.
Gasolineras, estaciones policiales y medios de transporte han sido algunos de los recientes objetivos que han tenido quienes buscan sembrar el terror en el país suramericano. Para algunos expertos, se trata de una réplica del narcotráfico tomada de países como Colombia.
Ecuador permanece en un punto que, para analistas, no se había alcanzado antes en materia de violencia y donde la lucha por el control de drogas como la cocaína se multiplica entre otros productores como Perú. O, en el caso de Colombia, que tuvo una de sus mayores olas en ese mercado entre los años ochenta y noventa donde los carros bomba estuvieron entre los hechos que marcaron al Cartel de Cali y el Cartel de Medellín.
Los atentados de este martes –1.° de noviembre– en Ecuador fueron planificados “de manera coordinada y con el propósito de causar pánico y miedo en la población”, aseguró el gobierno de Guillermo Lasso, quien sostiene que su administración no se dejará “amedrentar” y que continuará enfrentando a los grupos al margen de la ley. El Estado declaró una “guerra abierta” a las bandas que tienen varias regiones del país como escenario de sus actos.
La “sombra” de los carros bomba
Esta semana el miedo se hizo sentir en las calles de Guayaquil, luego de que en una gasolinera (aledaña a una estación de policía) se abandonara un taxi y minutos después una detonación afectara edificaciones cercanas. Al sujeto que dejó ahí el vehículo se le observó subiéndose a una moto que lo esperaba, una vez culminó su actuar.
Para varios residentes de la ciudad son hechos que no tienen precedentes y que les hace comparar la situación con naciones vecinas. “Esto en Ecuador no se daba”, dijo a AFP un empleado de la gasolinera quien prefirió mantener su nombre en reserva por seguridad. “Estamos viviendo lo de Colombia, como era antes”, continúa el hombre de 43 años.
Según las autoridades, los atentados de los últimos días fueron una respuesta de grupos criminales al traslado de por lo menos 2.000 presos. Estos han tenido lugar desde el principal centro de reclusión en Guayaquil donde, incluso, guardias de seguridad han sido retenidos.
“Es una réplica de lo que se vivió en Colombia en los años 1985-1990, de la dinámica del crimen organizado y de los niveles de violencia” a los que llegó en ese período asegura el exjefe de inteligencia militar en Ecuador, Mario Pazmiño. El coronel en retiro encuentra varias similitudes entre los dos países cuando, por ejemplo, Pablo Escobar le declaró la guerra al Estado para evitar su extradición a Estados Unidos.
La posibilidad de un traslado a Norteamérica era “algo que no les gustaba, entonces empezaron a colocar coches bomba a nivel nacional”, agrega, mientras recuerda el año 2018 como el primer caso de un ataque en su nación con artefactos explosivos.
Para Pazmiño, no son pocos los métodos que otros territorios han adoptado de Colombia, al indicar que por controles más “flexibles” que en Colombia (contra la exportación de cocaína), Ecuador pasó a ser el lugar predilecto para los grupos ilegales.
El exmilitar enlista una serie de actos que, a su juicio, son “traídos desde Colombia” como las llamadas “casas de pique”, “escuelas” para entrenar a sicarios y las denominadas “vacunas” o extorsiones.
En lo corrido de 2022 se han incautado 160 toneladas de droga en Ecuador y en 2021 la cifra alcanzó las 210. Cifras independientes dan cuenta de que también hay una influencia desde México, Albania y países de los Balcanes.
*Con información de la AFP.