Luego de que en 2014, el entonces rey Juan Carlos I de España abdicara en favor de su hijo, Felipe VI, la relación entre los dos ha tenido una serie de desencuentros debido a los escándalos de corrupción en los que se ha visto envuelto el rey emérito, quien anunció este lunes su salida del país, y a la decisión de Felipe de restarle protagonismo en actos públicos.
Juan Carlos I se encuentra en una situación muy complicada, investigado por la justicia de Suiza y España por presunta corrupción y con un clamor creciente pidiendo que salga de la Zarzuela para salvar a la monarquía, que encarna su hijo. Los españoles han conocido en los últimos meses detalles sobre la gestión de dinero entregado por Arabia Saudita al antiguo jefe de Estado, en particular 100 millones de dólares que habría recibido secretamente en una cuenta en Suiza en 2008 y supuestas estructuras en paraísos fiscales para evadir impuestos. Sus problemas no son nuevos. Empezaron con la investigación por corrupción contra su yerno Iñaki Urdangarin y su hija menor la infanta Cristina, que fue imputada el 7 de enero de 2014 por presunto fraude fiscal y blanqueo en el caso contra su esposo. La noticia le llegaba en su peor momento. Aún convaleciente de su novena operación en menos de cuatro años, la víspera había dado al país una imagen muy alejada de lo habitual: un rey físicamente debilitado y balbuciente en la lectura de un corto discurso con motivo de un acto militar. El entonces monarca aparecía aún más cansado que aquel 18 de abril de 2012, cuando había dejado estupefacto al país al pronunciar ante las cámaras de televisión una disculpa histórica: "Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir". Unos días antes había estallado la polémica por una cacería de elefantes en Botsuana, de donde tuvo que ser repatriado con una fractura de cadera, cuando estaba acompañado por su entonces amante, la alemana Corinna Larsen a la que el rey emérito le habría transferido 65 millones de euros como regalo, según revelaciones de la prensa. Los desencuentros El más reciente de los desencuentros entre padre e hijo ocurrió en marzo pasado cuando aparecieron varias informaciones de prensa que llevaron a Felipe VI a retirarle a Juan Carlos la asignación de la Casa Real que, según medios españoles, ascendía a más de 194.000 euros anuales (unos 219.000 dólares). El diario suizo Tribune de Gèneve publicó que Juan Carlos recibió, en 2008, 100 millones de dólares del rey Abdalá de Arabia Saudita, en una cuenta en Suiza de una fundación panameña. A mediados de ese mes, el británico The Daily Telegraph indicó que Felipe VI era también beneficiario de esa fundación.
La Casa Real aseguró que el monarca pidió a Juan Carlos dejar sin efecto esa designación como beneficiario y renunció a cualquier herencia suya. Así mismo, señaló que Felipe VI renunciaba "a cualquier activo, inversión o estructura financiera cuyo origen, características o finalidad puedan no estar en consonancia con la legalidad o con los criterios de rectitud e integridad que rigen su actividad institucional y privada y que deben informar la actividad de la corona". Previamente, en 2017, cuando se celebró el acto de conmemoración de los 40 años de las primeras elecciones democráticas, tras el fin de la dictadura, la Casa Real decidió no invitar a Juan Carlos al evento. El rey emérito manifestó su molestia por la exclusión a allegados.
A mediados de 2019, anunció su retiro por completo de la vida pública. "Creo que ha llegado el momento de pasar una nueva página en mi vida y de completar mi retirada de la vida pública", manifestó entonces en una carta dirigida a su hijo. “ Desde el año pasado, cuando celebré mi 80 cumpleaños, he venido madurando esta idea, por lo que ahora ha decidido dar este paso y dejar de desarrollar actividades institucionales", agregó. Con información de AFP y Europa Press