Todo el mundo recuerda la película El Silencio de los Inocentes, que narra la historia del asesino Hannibal Lécter y cómo entabla una relación con la detective Clarice Starling para lograr atrapar a otro criminal.
Eso sí, Lécter, a pesar de ayudar a la policía en su caso, muestra la crudeza de su personalidad al dejar una estela de muerte con sus brutales formas de asesinar a sus víctimas cuando puede escapar de su celda.
Robert Maudsley es el asesino que inspiró la historia de Lécter en el cine. Maudsley, quien fue capturado por las autoridades en 1974 por el asesinato de John Farrell y posteriormente mató a otras tres personas en la cárcel. Por estas atrocidades, hoy es custodiado con impresionantes medidas de seguridad en el Reino Unido.
Allí vive en una celda de cristal de 5,5 metros de largo por 4,5 metros de ancho, tal como se ve a Lécter en una de las películas de Hollywood, papel que encarnó en su momento Anthony Hopkins. Según testimonios ―que se pueden conocer de manera más detallada en una serie documental titulada Making The Monster, donde en uno de los episodios el protagonista es Maudsley―, la jaula se encuentra bajo tierra y no puede tener contacto con personas de exterior.
Ante esto, el mismo asesino pidió al Gobierno de Reino Unido morir en el año 2000, pero su petición fue negada. Allí sustentó con detalles lo exigido hace 22 años, donde argumentaba que no tenía sentido seguir viviendo 23 horas al día encerrado, además libraría a los ciudadanos de ese país de pagar el sostenimiento, con sus impuestos, de una persona que no deseaba seguir viviendo.
Los asesinatos de Maudsley
El documental narra cómo Maudsley asesinó a sus víctimas; la primera de ellas, un pedófilo que lo había citado a su casa para tener relaciones. Sin embargo, ante la ira Maudsley lo ahorcó hasta asfixiarlo y quitarle la vida, a John Farrell de 30 años de edad. Por este aparatoso crimen que ocurrió en 1977 fue sentenciado a cadena perpetua y fue enviado a un hospital psiquiátrico.
Allí, junto a su compañero de celda, asesinaron en 1977 a otro pedófilo, David Francis. La víctima fue torturada por nueve horas hasta que falleció.
Tras este acto fue trasladado a la prisión HMP Wakefield, donde cometió otros dos asesinatos. Uno de ellos fue el que lo hizo acreedor del apodo, Hannibal The Cannibal. Sus víctimas fueron Salney Darwood y William Roberts. Este último estaba condenado por agredir sexualmente a una menor de edad y lo asesinó clavándole una cuchara afilada en la oreja y en el cerebro.
Según los testimonios de los guardias y testigos del cruel asesinato, con este mismo artefacto de cocina se había comido el cerebro de su víctima. “Hoy hay dos personas menos que alimentar en la cárcel”, fueron las palabras de Maudsley a uno de los guardias.
Ante la brutalidad de sus actos se tomó la decisión de encerrarlo en una celda de cristal, hasta el día de hoy.