El Padre de Europa será santo. Se trata de Robert Schuman, una de las figuras más importantes en Francia tras la Segunda Guerra Mundial y a quien el papa Francisco puso en vía de la santidad. Schuman fue ministro de finanzas francés, primer ministro de esa nación y su canciller desde 1948 hasta 1953. Fue en este último cargo en el que más aportó a su continente, motivo por el cual el papa aprobó un decreto que reconoce sus “virtudes heroicas”; es decir, que será venerado e inicia el largo proceso para ser canonizado.
Nació en Luxemburgo en 1886, pero se naturalizó francés. Cuando Adolf Hitlerinvadió Francia, la Gestapo lo detuvo brevemente, aunque logró escapar y pasó un año escondido en monasterios y conventos. Desde la infancia fue un católico devoto y su fe se afianzó en ese periodo, en el cual, estando escondido y observando desde esa perspectiva la guerra, llegó a entender su vocación política como una manera de servir a Dios. Una vez terminada la guerra, se postuló a su primer cargo gubernamental como ministro de finanzas, aunque fue como canciller que cambió para siempre la política europea.
En 1950, el político propuso agrupar entre seis países los recursos de carbón y acero para protegerse los unos a los otros. La iniciativa se llamó la Declaración Schuman y es la semilla de lo que hoy conocemos como la Unión Europea. Su idea evolucionó para convertirse en la Comunidad Europea de Carbón y del Acero, en 1957 pasó a ser la Comunidad Económica Europea y en 1993 adoptó el nombre por el que se le conoce hoy. El canciller fue también uno de los fundadores de la OTAN y su primer presidente.
Varios papas han considerado su canonización por su esfuerzo para romper los ciclos de guerra en el Viejo Continente. No obstante, fue apenas el sábado pasado que el pontífice argentino dio luz verde a su proceso en el Vaticano. De acuerdo con estudiosos de su vida, Schuman dedicaba largos momentos del día a la oración y comulgaba cada que podía. Dicen que sus pensamientos revelan que entendía la política como un acto de servicio y una misión a favor del bien de una nación.
A pesar de la noble causa que parecería ser su canonización, el movimiento de euroescépticos, quienes no creen en la unificación de Europa, ha rechazado el proceso por considerar poco loable el motivo de su prestigio. Uno de los críticos más vocales es el miembro del parlamento europeo, el alemán Gunnar Beck, quien dijo: “Por encima de todo, lo que Schuman quería era proteger la industria del acero de la competencia alemana”.
El político afirma que la canonización forma parte de una agenda de izquierda en el Vaticano. Por lo pronto, Schuman aún no es santo. Según la norma de la Iglesia, primero se deben probar dos de sus milagros, uno para ser beato y otro para elevarlo a santo. La Iglesia católica considera que solo Dios obra milagros, pero que los santos pueden interceder ante Dios por la salvación de algún humano.
Vale la pena terminar con una de las citas más famosas que evidencian su pensamiento. “Europa no se hará de una vez ni en una obra de conjunto: se hará gracias a realizaciones concretas, que creen en primer lugar en una solidaridad de hecho”. Lo cierto es que Europa ha disfrutado 76 años de paz gracias en parte al trabajo del excanciller, lo cual, para los historiadores –mas no para los teólogos–, ya constituye un milagro.