Las autoridades militares impuestas por Rusia en la provincia ucraniana de Jersón (sur) aseguraron que la zona empezará a usar el rublo a partir del 1 de mayo, un día después de que Moscú afirmara que controlaba toda la región en el marco de su invasión de Ucrania.
El vicepresidente de la Administración Militar y Civil de Jersón, Kiril Stremusov, indicó en declaraciones a la agencia rusa de noticias RIA Novosti que habrá una transición de cuatro meses en la que se usarán a la vez el rublo y la grivna, la moneda ucraniana.
Asimismo, destacó que la provincia de Jersón no volverá a control de “la Ucrania nazi”. “Es imposible. La región de Jersón se desarrollará económicamente. Kiev no podrá seguir imponiendo sus políticas nazis en nuestra tierra, destinadas a destruir al pueblo y su identidad”, agregó.
Stremusov dijo, sin embargo, que “no hay un referéndum planeado” para crear una república similar a las autoproclamadas en Donetsk y Lugansk ―cuya independencia fue reconocida por Rusia antes del inicio de la invasión―, idea que ha achacado a “propagandistas ucranianos”.
En este sentido, señaló que estos “propagandistas” buscan “intimidar a la población local”. “Jersón se desarrollará y se convertirá en una región floreciente en la que no habrá lugar para la ideología del nazismo ucraniano”, aseveró.
El agotador trabajo de los bomberos en Járkov
Todos los días recorren Járkov para extinguir incendios causados por los bombardeos rusos. Tras más de dos meses de conflicto, los bomberos de la segunda ciudad de Ucrania están agotados.
Las cifras son dramáticas: más de 1.000 incendios en la región de Járkov, más de 2.000 edificios dañados o destruidos por el fuego solo en la ciudad y más de 140 civiles muertos entre los escombros, según Ievguen Vassylenko, portavoz regional del Servicio de Emergencia de Ucrania.
Todos los días los cohetes rusos apuntan principalmente a los distritos noreste y este, los más cercanos a la línea del frente. Los habitantes siguen viviendo allí. Ataques aleatorios, espaciados, a toda hora del día o la noche, a veces mortales.
El miércoles, al final del día, dos bombardeos dejaron un muerto y dos heridos. El saldo del martes había sido de tres muertos.
“En tiempo de paz podía no haber más que un incendio, pero con la guerra puede haber una decena al mismo tiempo”, comenta Roman Kachanov, jefe de la unidad 11 de bomberos de Járkov, un hombre con espalda de judoca peso pesado.
“Hace dos semanas hubo un gran bombardeo” cuenta el hombre.
“Unos 56 camiones de bomberos intervinieron en diferentes barrios del centro. Un edificio, luego otro y otro... Después comenzaron a bombardear Saltivka”, el distrito del noreste, el más atacado, agrega.
“Y sigue así todos los días, los chicos no tienen tiempo para descansar, esa es la parte más difícil. Es agotador”, dice.
El miércoles, tras la intervención en un garaje que se había convertido en humo, un bombero permaneció sentado, el rostro parcialmente ennegrecido, chorreando de sudor y la mirada vacía.
Esta semana, los soldados del fuego recibieron la visita de un pequeño grupo de colegas estadounidenses. Ellos llegaron a entregar material e impartir cursos de primeros auxilios.
Detrás del hangar donde están estacionados los camiones de bomberos antiguos de la época soviética, junto a otros más recientes, Roman Kachanov muestra a sus invitados una impresionante pila de esqueletos de proyectiles de todos los tamaños, un testimonio de los ataques a la ciudad.
Consultado sobre los riesgos que corren sus hombres cuando los rusos bombardean el mismo sitio dos veces en intervalos de 10 o 15 minutos, la respuesta es obvia.
“¿Quién le teme el peligro? Hay que ir, no nos importa, para nosotros es nuestro trabajo”, responde.
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Con información de Europa Press y AFP