Tras las elecciones del 26 de octubre, Georgia podría convertirse en una dictadura, lo que podría fin a sus esfuerzos por convertirse en miembro de la Unión Europea (UE). El país del Cáucaso Sur es formalmente candidato a la adhesión a la UE desde finales de 2023.
Poco después de esa fecha, Bruselas volvió a congelar el proceso, porque Georgia aprobó una ley sobre “injerencia extranjera”. Esta ley da al Estado vía libre para actuar contra organizaciones críticas de la sociedad civil y medios de comunicación. La oposición la llama “ley rusa”, ya que se parece hasta el último detalle a una legislación similar de la autoritaria Federación Rusa.
En plena campaña electoral, el partido gobernante “Sueño Georgiano” (GT) echa leña al fuego: el primer ministro, Irakli Kobakhidze, ha anunciado que prohibirá los principales partidos de la oposición si logra la victoria electoral. Además, él y otros cargos del partido llevan semanas advirtiendo sobre un “partido de la guerra global”, que supuestamente quiere llevar a Georgia a un conflicto con Rusia. Los observadores interpretan esto como una clara ruptura con Occidente y un rechazo definitivo de la UE y la Otan.
La oposición georgiana está dividida en cinco alianzas de partidos, más o menos liberales, conservadoras o socialdemócratas. A pesar de todas las diferencias entre ellas, están unidas por su rumbo proeuropeo y su clara postura contra el régimen de Putin. En una reciente declaración conjunta, los partidos de la oposición se comprometieron a dejar de lado sus animosidades en esta campaña electoral y a permanecer unidos contra la amenaza autocrática y antieuropea que representa el GT.
¿Por qué Georgia cambió de dirección?
El multimillonario Bidzina Ivanishvili, que hizo su fortuna en Rusia, es el responsable del cambio de rumbo de la política exterior de Georgia. Fundó el GT y fue el primer ministro georgiano durante algo más de un año, luego se quedó manejando hilos en un segundo plano durante años, desde finales de 2013. Ahora, Ivanishvili vuelve a hacer campaña por su partido y predica su credo antioccidental en los mítines del GT, predicando que “los violentos intentos de imponer valores pseudoliberales desde el exterior” pronto llegarán a su fin para siempre.
Un simpatizante del GT, gerente de una gran empresa estatal cuyo nombre desea mantener en el anonimato, asegura que los gestos antieuropeos de la campaña electoral del partido son “pura retórica” y que Georgia mantiene su rumbo hacia Europa. De hecho, los carteles electorales de GT muestran la bandera europea y el lema general de la campaña es “Con paz, dignidad y prosperidad hacia Europa”.
¿El partido gobernante finge cercanía a la UE?
La verdadera maniobra engañosa es la del acercamiento a Europa, afirma Shota Utiashvili, de la Fundación Rondelli, para quien la estrategia puede nublar la percepción de los votantes de la oposición: “Si ambas partes están a favor de la UE, ¿por qué debería alguien votar a la oposición?”. El partido gobernante no quiere que las elecciones parezcan una decisión entre la UE o Rusia, sino más bien una decisión entre la guerra y la paz.
Rusia, el prepotente vecino del norte, fue la potencia dominante en el Cáucaso durante siglos, tanto en la época zarista como en la soviética. Moscú libró una guerra de cinco días contra la Georgia independiente en 2008 y, desde entonces, ha convertido dos regiones georgianas, Abjasiay Osetia del Sur, en bases militares rusas, a las que también ha reconocido como Estados.
La pérdida de las dos provincias es un trauma para la mayoría de los georgianos: en una encuesta representativa realizada por la Fundación Carnegie Europa en 2020, el 78 % afirmó que la recuperación de las dos regiones era más importante que la adhesión a la UE y la Otan; solo el 13 % lo veía al revés, con la integración euroatlántica como prioridad sobre la restauración de la integridad territorial.
¿Intervención rusa?
A finales de agosto, Sergei Naryshkin, hombre de confianza de Putin y jefe del servicio de inteligencia exterior ruso (SWR), amenazó indirectamente con una intervención rusa si el GT pro-Moscú no ganara las elecciones. Pero nadie en Tiflis se lo toma en serio. La valoración unánime es que se trata sólo de ruido de sables retórico por parte de Moscú. “Las bases militares rusas de Abjasia y Osetia del Sur están vacías, al igual que los cuarteles del Cáucaso Norte (ruso)”, explica el experto en seguridad Shota Utiashvili.
Debido a la guerra en Ucrania y a loscombates en la región de Kursk, Rusia no dispone actualmente de fuerza militar para intervenir en Georgia.