Una delegación talibana se encuentra en Moscú en ocasión de los primeros diálogos internacionales en Rusia desde su llegada al poder, en agosto pasado. En las negociaciones también participan una decena de países, entre ellos China, Irán, Pakistán y los países de Asia Central, pero no Estados Unidos.
El emisario del Kremlin para Afganistán, Zamir Kabulov, pidió a los talibanes que se atengan a sus compromisos en materia de respeto de los derechos humanos y de pluralismo político, de cara a un eventual reconocimiento de la comunidad internacional.
A la delegación afgana se le informó que el reconocimiento “solo llegará si empiezan a responder a la mayoría de las expectativas de la comunidad internacional en materia de derechos humanos y representatividad” del régimen, dijo Zamir Kabulov ante la prensa.
En el inicio de las discusiones en Moscú, el jefe de la delegación talibán, el vice primer ministro Abdul Salam Hanafi, dijo que su gobierno “ya era representativo”. En otro comunicado, Hanafi instó a la comunidad internacional a reconocer el poder de los talibanes y alegó que “el aislamiento de Afganistán ya no interesa a ninguna de las partes”.
El país, agotado tras décadas de guerra, enfrenta la doble amenaza de una grave crisis humanitaria y de seguridad frente a la actividad de grupos yihadistas, tras la retirada de las tropas estadounidenses en agosto.
Al comienzo de los diálogos, el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, destacó que “numerosos grupos terroristas, en primer lugar el Estado Islámico y Al Qaida, buscan aprovecharse” de la inestabilidad del país.
“Existe un riesgo real de que las actividades terroristas y el tráfico de droga (...) se desborden hacia los territorios de países vecinos”, agregó. Las exrepúblicas soviéticas (Tayiistán, Uzbekistán, Kirguistán y Turkmenistán) son estrechas aliadas de Moscú.
“Reconocemos los esfuerzos lanzados para estabilizar la situación política y militar”, subrayó Lavrov. En un comunicado, el portavoz talibán, Zabihullah Mujahid, indicó el miércoles que había recibido garantías del gobierno ruso de “una cooperación futura”.
Conferencia de donantes
Según el emisario del Kremlin, los países que participaron en las conversaciones en Moscú pidieron que la ONU organice “una conferencia internacional de donantes” para evitar una grave crisis humanitaria. Sometidos a sanciones internacionales, los talibanes no disponen de fondos para nutrir a los bancos ni pagar salarios.
Los talibanes consideran que la reunión refuerza “la estatura” del nuevo gobierno afgano, indicó Zabihullah Mujahid. Para Rusia, sin embargo, supone una oportunidad para reforzar su posición como potencia regional en Asia central. Su objetivo es estabilizar la situación política y militar, con un gobierno “inclusivo” que aplaque los grupos yihadistas.
Desde su regreso al poder en agosto, los talibanes han enfrentado la amenaza de grupos más radicales que ellos, en particular el Estado Islámico Khorasan (EI-K), que realizó varios atentados mortíferos.
El presidente Vladimir Putin expresó la semana pasada su inquietud sobre la capacidad de los talibanes de impedir que los grupos yihadistas extiendan “su influencia a países de Asia central y regiones rusas”.
Temor a un éxodo migratorio
Rusia se burló del retiro humillante de Estados Unidos de Afganistán, pero teme que el caos se extienda a su flanco sur, una zona estratégica rica en materias primas. Moscú también ha multiplicado el último mes las maniobras militares en la frontera afgana con sus aliados regionales, reforzando su base en Tayikistán. China también realiza ejercicios en la zona.
La situación actual no es extraña para Rusia, tras la invasión soviética de 1979 a 1989, que marcó el inicio de décadas de guerras en Afganistán. Rusos, turcos, iraníes, europeos: todos quieren evitar una crisis de refugiados. Lavrov indicó el miércoles que los yihadistas podrían “disimularse en los flujos migratorios”.
Con información de AFP.