En vista de la escalada del conflicto en torno a Ucrania, la Otan está más dividida que nunca sobre cómo tratar a Rusia. “Estados Unidos y el Reino Unido son partidarios de una línea dura y disuasiva; Alemania, Francia e Italia enfatizan el diálogo, y un tercer grupo con Bulgaria, Hungría y Eslovaquia quiere mantenerse al margen del conflicto y del despliegue de tropas. Normalmente, Alemania actúa como el enlace moderado entre estos grupos, algo que falta en este momento debido a la falta de liderazgo”, dice a DW Stefan Meister, del think tank Sociedad Alemana de Relaciones Exteriores (DGAP).
Además, según Meister, hay un debilitamiento debido al populismo, a Donald Trump y al Brexit. “El presidente ruso, Vladimir Putin, está tratando de utilizar esto para negociar un nuevo orden de seguridad en Europa, sin Estados Unidos”, cree el experto. En esta situación, los países de la Otan del sureste de Europa desempeñan un papel inusualmente importante. Pero a veces las controversias llegan desde estos países.
“Si hay una escalada, retiraremos hasta el último soldado croata”
El presidente de Croacia, Zoran Milanovic, causó controversia a finales de enero de 2022 cuando anunció que el país se retiraría en caso de conflicto: “Si se produce una escalada, retiraremos hasta el último soldado croata”, declaró Milanovic en Zagreb, la capital croata. Estas declaraciones obligaron al Estado miembro de la UE y de la Otan a dar explicaciones: “El presidente no habla por Croacia, esa fue una opinión personal. Somos y seguimos siendo un miembro leal de la Otan”, respondió el ministro croata de Asuntos Exteriores, Gordan Grlic Radman, al diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung.
Las declaraciones del presidente croata causaron sorprendieron, ya que ni la Otan, ni Estados Unidos, ni Ucrania habían pedido un compromiso militar de parte de Croacia. “Las declaraciones de Milanovic responden a fines políticos internos; deben considerarse en el contexto del permanente conflicto que tiene con su primer ministro Andrej Plenkovic”, explica en entrevista con DW Filip Milacic, de la Fundación Friedrich Ebert de Viena. “Milanovic parece estar jugando la carta nacionalista últimamente, llamando ´socio´ a Milorad Dodik, el líder serbio de Bosnia, y queriendo complacer los sueños de los nacionalistas croatas de rediseñar las fronteras en Bosnia con el apoyo de Rusia”, agrega Milacic.
La influencia rusa en Bulgaria
En una aparición en la televisión búlgara el primero de febrero, la embajadora rusa, Eleonora Mitrofanova, dejó muy claro lo que exige Rusia: una retirada de la Otan a las fronteras de 1997 y la retirada de todas las tropas y bases de la Otan de países como Rumania y Bulgaria. Formalmente, según Mitrofanova, estos países podrían seguir siendo miembros de la Otan.
Y el ministro búlgaro de Defensa, Stefan Yanev, no ve mal la idea. Ya en diciembre, tuvo que ser reprendido públicamente por el primer ministro Kiril Petkov después de que se pronunciara en Facebook contra el traslado de tropas de la Otan a Bulgaria. Durante una audiencia parlamentaria en enero, Yanev apeló: “Debemos dejar de leer la prensa extranjera y de especular. Debemos ser ‘búlgaros’ y pensar en el interés nacional de Bulgaria”. Si se colocaran tropas de la Otan en Bulgaria, deben ser exclusivamente búlgaras, sostuvo Yanev.
La embajadora Mitrofanova es consciente de la posición tradicionalmente prorrusa de los nacionalistas búlgaros: “Rusia tiene una influencia en Bulgaria: nuestra historia común. Es el grupo de presión más importante, el factor que más influye en nuestras relaciones”.
Mayoría aprueba a la Otan en Rumania
En cambio, la situación es muy distinta en Rumania. Junto con Alemania y Polonia, es uno de los países en los que ya se están desplegando tropas adicionales estadounidenses y de la Otan. Según una encuesta realizada por el instituto de sondeos INSCOP Research, la Otan es la institución con mayor nivel de confianza entre la población, con 60 % de aprobación. “Las tropas adicionales en el país no solo son bienvenidas, sino también un capital político para el Gobierno. Ni siquiera los nacionalistas se atreven a hablar en contra”, explica a DW Sorin Ionita, politólogo del Grupo de Expertos de Bucarest.
La “mascota de Putin” en Budapest y el papel de Ankara
El despliegue de tropas de la Otan también tiene el foco en Hungría, que, al igual que Rumania, no solo comparte frontera con Ucrania, sino que también tiene una minoría ucraniana. El primer ministro Viktor Orbán mantiene desde hace años una “relación especial” con Rusia. Su admiración pública por el estilo de gobierno autoritario de Moscú y su rechazo a las sanciones contra Rusia le valieron el apodo de “mascota de Putin”. A principios de febrero, Orbán visitó a Putin en Moscú en lo que se denominó oficialmente una “misión de paz”. Sin embargo, los principales problemas eran el suministro de gas ruso, por el que Hungría paga muy por debajo del valor de mercado, y la participación rusa en la ampliación de la central nuclear de Paks, en el sur húngaro. Por ello, Budapest evita las discusiones sobre un mayor compromiso de Hungría con la Otan.
Por su parte, Turquía, un miembro de la Otan estratégicamente importante, tiene una relación especialmente compleja con Rusia: Putin y Erdogan cooperan en la guerra civil siria, pero apoyan a diferentes grupos en Libia; primero Erdogan desairó a sus socios de la Otan comprando misiles rusos de defensa antiaérea S-400, y luego Ankara está suministrando a Ucrania drones militares. Y al igual que Alemania, Hungría o Bulgaria, Turquía también depende del gas y el petróleo rusos.
“A diferencia de Occidente, Rusia sabe exactamente lo que quiere en Europa del Este: recuperar el poder y las esferas de influencia que ha perdido desde 1991″, comentó el experto en Europa del Este Timothy Gordon Ash, en el diario británico The Guardian. Para ello, el Kremlin utiliza el gas barato y el nacionalismo sobre todo en el sureste de Europa. Milacic, de la Fundación Friedrich Ebert, asegura que “Rusia ofrece a las élites nacionalistas algo que Occidente no ofrece ni debe ofrecer: la promesa de rediseñar las fronteras en los Balcanes”. Sin embargo, concluye el experto Stefan Meister, “el gas barato, el nacionalismo y la desunión no serán suficientes para dividir a la Otan en caso de conflicto”.