El dirigente y candidado presidencial del venezolano Movimiento al Socialismo (MAS) vino a Bogotá la semana pasada como invitado especial del Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, al lanzamiento de la edición colombiana del libro "Proceso a la Izquierda": de Petkoff. SEMANA dialogó con él sobre los temas principales del libro. Apartes.SEMANA: Su libro apareció por primera vez hace siete años. ¿Podría decirse que él ha ayudado a "madurar" políticamente a la izquierda venezolana? TEODORO PETKOFF: Sí. Algunos sectores de la izquierda -no me refiero al Partido Comunista Venezolano, que es hoy una formación muy esclerosada- precisamente los que nos adversaron más acremente cuando publicamos esas tesis, gracias a ellas han ido cambiando, mediante la reflexión. Esto es perceptible. Llegó a darse, por ejemplo, una división en el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) debido a la influencia de nuestras ideas. Incluso hay ahora un debate interno en la Liga Socialista cuyo origen no está muy divorciado de los planteamientos consignados en el libro. Lo malo es que este proceso se da, por ahora, sólo en estos pequeños grupos. S.: Podría pensarse, de otro lado, que algunas de las críticas a esos grupos que usted formulara en su libro han perdido vigencia. Tomemos, por ejemplo, su planteamiento de que la izquierda vive "encorsetada" dentro de una "retórica heróica", catastrofista respecto del imperialismo norteamericano. ¿Cuán válida es esa recriminación en momentos en que Granada acaba de ser invadida, y se da la terrible situación en Centroamérica? T.P.: En primer lugar, nosotros no queremos desconocer el carácter heróico de la actual resistencia de los pueblos centroamericanos contra el imperialismo norteamericano. Tampoco intentamos rebajar el espíritu heróico que exige toda empresa revolucionaria. Lo que decimos es que no se puede caer en posiciones fatalistas posiciones que tienden a no ver más que una salida al problema de la presencia imperialista en nuestro continente: la de esperar únicamente a inmolarnos ante la invasión de los marines. Hemos dicho que las relaciones con Estados Unidos hay que sacarlas de lo que pareciera ser una opción de bronce: el sometimiento o la hecatombe, la subordinación o el apocalipsis. La izquierda debe presentar otras alternativas viables, a la del choque frontal. Para ilustrar el caso, fíjate en el caso de Granada: si no hubiera sido por la locura aquella del asesinato de Maurice Bishop difícilmente se hubiera podido dar esa invasión. S.: A usted se lo acusa frecuentemente de haber rechazado el concepto de "dictadura del proletariado". Pero en el libro usted exalta esa concepción en Marx. Explíquenos de qué se trata realmente. T.P.: La palabra dictadura de por sí está cargada de connotaciones negativas. Nosotros entendemos ese concepto no en sentido estrecho, como el poder de una clase sobre otra --lo que en muchos casos degenera en el dominio del Estado o de una fuerza política sobre la sociedad--. Decimos que si de alguna manera se quiere utilizar el término "dictadura" debe hablarse más bien de un nuevo bloque social, de un nuevo conjunto de clases sociales en el poder, el que no debe necesariamente ser basado en la coacción. El mismo Lenin señaló que la esencia de tal dictadura no residía sólo en la violencia, "ni siquiera principalmente en la violencia". Gramsci ha combatido también la idea de la hegemonía de clase basada únicamente en el ejercicio de la fuerza. S.: En una entrevista anterior con SEMANA usted caracterizó a Cuba como una "versión caribena del modelo soviético". Sin embargo, admitió que Cuba tenía una "especificidad latinoamericana". ¿Puede ampliar esto último? T. P.: No podemos ignorar que Cuba está en nuestro continente. Esto no es una simpleza. Es lo que la hace política y culturalmente afin a América Latina. Ello le permite a Cuba guardar una cierta independencia de la URSS. Por otra parte, los vínculos entre Cuba y nuestros países son muchos y perdurables. La música, los deportes, por ejemplo, son los mismos, y son lazos que no han podido ser destruidos. La defensa de Cuba, sobre todo frente a Estados Unidos, es emblemática de toda la América Latina. La mejor muestra de la independencia de Cuba respecto de la URSS son sus buenas relaciones con nosotros, el MAS, relaciones que se dan mientras Moscú nos anatematiza. Somos amigos del régimen cubano, aunque claro, no somos de la misma familia; mantenemos siempre nuestra independencia de crítica respecto de todo lo que consideremos errado. S.: Usted es uno de los mayores críticos del modelo de socialismo tipo URSS o China Popular. ¿Qué valor le da a los análisis de Trotsky sobre la degeneración burocrática del Estado soviético? T. P.: Trotsky hizo una importante contribución al respecto. Yo diría que a él se le debe demasiado. Sin embargo, creo que sus críticas fueron limitadas. Es más, su propia formación contribuyó a la idea del socialismo autoritario. No entendió que la supresión de la democracia tenía que ver con el totalitarismo, que militaba contra las posibilidades del autogobierno por la vía de los soviets. Por otra parte, el trotskismo moderno no ha ido más allá respecto de las posiciones de Trotsky, no ha avanzado por el camino que abriera Trotsky.