El pasado 6 de febrero, la reina Isabel II cumplió 70 años de reinado y hace un par de semanas cumplió 96 años de edad, y si bien siempre que puede ha asumido sus compromisos, los problemas de salud empiezan a hacer efecto y la transición de la corona parece cuestión de tiempo, para lo cual ya se empiezan a preparar.
Por primera vez en 59 años, la reina no dio su tradicional ‘discurso del trono’, con el que se inauguran las sesiones parlamentarias en el Reino Unido. Terminó siendo reemplazada por su hijo y sucesor al trono, el príncipe Carlos, de 73 años, quien asistió en compañía de su esposa, Camila de Cornualles, quien será la futura reina consorte, y de su hijo, el príncipe Guillermo, segundo en la línea de sucesión al trono.
Durante su largo mandato de la corona británica, Isabel solo se había perdido en dos ocasiones el discurso anual frente al Parlamento del Reino Unido. La primera, en 1959 y otra en 1963, estas fueron por los embarazos de los príncipes Andrés y Eduardo, respectivamente. Este año, dicho discurso era especialmente importante luego de que el primer ministro, Boris Johnson, superara el escándalo de fiestas durante la pandemia, en las que participó junto con algunos de sus funcionarios.
Según el comunicado del Palacio de Buckingham, a pesar de la insistencia de la monarca titular, los problemas de salud le imposibilitaron asistir, por lo que, a ‘regañadientes’, aceptó ser reemplazada por su hijo. Dicha comunicación cuenta que la razón de la ausencia serían principalmente episodios de problemas de movilidad para Isabel y que tras la consulta con sus médicos se le pidió guardar reposo.
Pero este hecho está lejos de ser un episodio aislado, ya que la monarca viene sufriendo distintos y reiterados quebrantos de salud que la han hecho cancelar su asistencia a varios eventos y aislarse del ojo público por algunos días o semanas. Por ejemplo, en octubre del año pasado, a la reina le fue ordenado guardar reposo y hasta tuvo que permanecer una noche hospitalizada mientras se le hacían unos exámenes médicos, de los cuales su naturaleza nunca fue revelada.
Si bien, posteriormente la monarca se recuperó exitosamente tras un contagio de covid-19, su salud se ha visto comprometida en varias ocasiones por su avanzada edad. Además, cambió su residencia, desde este año abandonó el Palacio de Buckingham y vivirá en su residencia en Windsor, alejada del ojo público.
Seguramente, la reina Isabel II seguirá perdiéndose de más eventos, ya que los diagnósticos médicos que se publican acerca de su condición señalan que los problemas de movilidad de la monarca son permanentes, teniendo que movilizarse con dificultad y con ayuda de un bastón.
Dentro de sus discursos a la nación, son cada vez más comunes los mensajes grabados en video que las apariciones en público, así como los reemplazos de su hijo, el príncipe Carlos, en las giras de representación de la Commonwealth alrededor del mundo y en otros compromisos como el de esta semana, en el que el heredero leyó durante diez minutos la agenda legislativa que tendrá el país.
Asimismo, distintos expertos hablan de que las apariciones de Isabel son metódicamente examinadas y preparadas para evitar el desgaste físico de la monarca. La gran preocupación es que, en las semanas siguientes, existen eventos importantes para la familia real. Del 2 al 5 de junio serán los cuatro días del Jubileo de Platino, en conmemoración de los 70 años en el trono de la monarca, los cuales cumplió en febrero.
Todo parece encaminado para que en algún momento, más temprano que tarde, Carlos de Gales asuma como nuevo rey de Inglaterra, en el que se convertirá en el monarca más viejo en acceder a la corona. En contraste de su madre, que llegó a ser reina a la corta edad de 25 años, lo que marcó un hito para la familia real.
Las dificultades para la corona llegan por los lados de las crisis mediáticas, en un momento que parece de transición para la familia real. Esto porque hace poco se resolvió la denuncia contra el hermano de Carlos, el príncipe Andrés, acusado de abuso sexual de una menor de edad, caso que terminó en un arreglo económico entre las partes.
Además, hace solo dos años el príncipe Enrique, hijo de Carlos, decidió abandonar a la familia real en medio de acusaciones a la corona de racismo, falta de ayuda médica para Meghan, esposa del príncipe, y un total aislamiento frente a episodios de depresión. Esto provocó una crisis en el Palacio de Buckingham, de la cual aún hay secuelas.
Carlos tampoco goza precisamente de mucha popularidad dentro de la población, ya que muchos no olvidan su fallido matrimonio con Diana de Gales, que terminó luego de las constantes aventuras con Camila Parker-Bowles, quien años después del fallecimiento de la exprincesa, contrajo matrimonio con el heredero al trono.
Ejemplo de esto, es que en 2021, la última vez que se calificó la popularidad del príncipe Carlos, la firma YouGov mostró que tan solo el 45 por ciento de los británicos tienen una buena impresión de él. Los números empeoran para Camila, quien a duras penas llega al 33 por ciento de aprobación. En comparación, la reina Isabel registra 77 por ciento de popularidad.
Es más, según un sondeo de YouGov de 2020, el 41 por ciento de los encuestados preferían que el trono pasara directamente a Guillermo, segundo en la línea de sucesión al trono e hijo de Carlos y la fallecida Lady Di, mientras el 37 por ciento sí estaba de acuerdo con que Carlos ocupe la corona cuando Isabel fallezca o no pueda ejercer sus labores de reina por cuestiones de salud.
La reina Isabel II sigue siendo la monarca principal de la corona británica, pero también es una realidad que su salud impide que tenga el mismo papel protagónico con el que contaba hace algunos años. Carlos, si bien no es la figura más popular dentro de la población, es el encaminado a ocupar algún día el trono y, desde ya, empieza a llenar, de a poco, espacios en los que la reina ya no puede estar, tras 70 años liderando a la nación.