La salud del papa Francisco está preocupando a sus seguidores y al mundo, luego de haber reconocido que no podrá ir a Vietnam tras no encontrarse en óptimas condiciones.
“Les digo la verdad, para mí viajar ya no es tan fácil como al inicio, pues hay limitaciones al caminar”, dijo el papa, al ser preguntado por periodistas sobre el futuro de sus viajes oficiales.
Después de Mongolia, Vietnam era el país que visitaría el sumo pontífice, sin embargo, los problemas para desplazarse le están pasando factura al papa argentino.
“En cuanto al viaje a Vietnam, si no voy yo, seguro que irá Juan XXIV. Es seguro que irá, porque es una tierra que merece ir, que tiene mi simpatía. Sobre los otros viajes, está Marsella y luego hay alguno en un pequeño país de Europa, y estamos viendo si podemos hacerlo”, agregó en la rueda de prensa en el avión durante el trayecto de Mongolia a Roma, según informó el portal oficial del Vaticano Vatican News.
Así fue la visita del papa Francisco a Mongolia
Varios ciudadanos chinos llegaron a Mongolia para tener una confesión católica. El arribo lo tuvieron que hacer de manera discreta por miedo a las represalias, para ver al papa Francisco y disfrutar de una demostración pública de fe impensable en su país.
En China viven unos 12 millones de católicos que, durante décadas, han tenido que lidiar para mantener su fe, entre celebraciones religiosas estrictamente controladas por el Partido Comunista e iglesias clandestinas apoyadas por el Vaticano.
La primera visita del papa a Mongolia empujó a varios de ellos a viajar para ver al sumo pontífice, pero permaneciendo discretos para evitar represalias a su regreso.
En la plaza principal de la capital, Ulán Bator, donde los fieles se reunieron para ver al papa argentino, varios de ellos se tapaban la cara con mascarillas y gafas de sol.
Una mujer china dijo que ella y sus compañeros de viaje estaban obligados a “pasar desapercibidos”, aunque en la plaza ondeara una bandera china.
“En la aduana nos preguntaron si somos católicos y les dijimos que estamos de turismo”, explicó la mujer, que pidió permanecer en el anonimato.
Hay “mucha presión sobre los católicos en China. Tememos ser invitados a ‘conversaciones’ a nuestro regreso”, subraya, eufemismo que designa las convocatorias a los interrogatorios de los servicios de seguridad.
Según contó, ella viajó a Mongolia con otras veinte personas desde el norte de China. “No nos arriesgamos a que otros sepan de nuestro viaje”, dijo.
El Partido Comunista Chino es oficialmente ateo y ejerce un control estricto sobre las instituciones religiosas, supervisando los sermones y seleccionando a los obispos.
Formalmente, la Constitución china garantiza la libertad religiosa, pero las ONG afirman que las organizaciones religiosas se enfrentan regularmente a persecuciones y que se obstaculiza la libertad de culto, una tendencia reforzada durante el mandato de Xi Jinping.
“No se puede entrar en las iglesias durante días cruciales como Pascua o Navidad” debido a la intimidación practicada por las autoridades, explicó un visitante chino en Ulán Bator.
El sábado, el papa intentó convencer a países como China de que no deberían tener motivos para desconfiar de la Iglesia o de los creyentes. “Los gobiernos no tienen nada que temer de la acción evangelizadora de la Iglesia porque ésta no tiene una agenda política”, aseguró.
Con información de Europa Press