Un adolescente murió y otros dos resultaron heridos en un tiroteo a la salida de un instituto en el estado norteamericano de Iowa el lunes, informó la Policía.
Agentes y personal de rescate del departamento de bomberos llegaron al Instituto East, situado en el centro de la capital del estado, sobre las 14:48 horas (20H48 GMT), señaló la policía de Des Moines un comunicado.
El departamento “recibió varias llamadas informando de disparos en la escuela, y de múltiples personas heridas”, dijo el sargento Paul Parizek en el texto.
Los agentes encontraron al llegar al lugar de los hechos tres adolescentes con heridas de bala, quienes fueron trasladados a hospitales locales.
Una de las víctimas falleció y dos siguen hospitalizadas, según el comunicado de la Policía, sin dar más detalles sobre su estado.
Los disparos “parecen haber venido desde un vehículo que pasaba por el lugar”, informó la Policía en el comunicado, añadiendo que las víctimas se encontraban en la escuela, pero fuera del edificio escolar en el momento del tiroteo.
El Instituto East cerró temporalmente después de que se reportaran los disparos, según un tuit de la cuenta oficial de las escuelas públicas de Des Moines.
La Policía ha realizado detenciones vinculadas con el ataque, aunque aún no se han presentado cargos. En el comunicado no se especifica cuántos sospechosos han sido detenidos ni su identidad.
Aumentan tiroteos y muertos por balas perdidas
Un bebé en el asiento del auto, un hombre en su cama, una chica que caminaba junto a su madre: cada uno de ellos murió por balas perdidas en enero de este año, con apenas días de diferencia y en momentos en que la violencia armada arrecia en Estados Unidos.
Además de números récord de suicidios y homicidios en varias ciudades del país, una cantidad no precisada de personas muere por balas que no les estaban destinadas. Esas muertes desatan fugazmente la atención de los medios y la Policía, como ocurre con los tiroteos masivos, pero luego la atención disminuye hasta la próxima tragedia.
“Ocurre muy a menudo”, dijo Chris Herrmann un experto en violencia por armas del John Jay College of Criminal Justice de Nueva York. “Si eso ocurriera en otro país, sería noticia de portada”, añadió. El 16 de enero, Matthew Willson, un astrofísico británico de 31 años, dormía en casa de su novia en Atlanta cuando lo despertó el ruido de disparos y poco después resultó fatalmente herido.
El FBI y los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) dijeron en ese momento, que no hacen un seguimiento de las muertes por balas perdidas en Estados Unidos, donde anualmente unas 40.000 personas mueren por armas de fuego, en la mayoría de los casos suicidios.
Las estadísticas oficiales diferencian entre las muertes accidentales e intencionales, pero no respecto a las circunstancias exactas de los hechos. Herrmann estima que las muertes por balas perdidas son entre el 1 y el 2 % del total de los fallecimientos por armas de fuego, y el número aumenta o disminuye en función del número de tiroteos masivos.
“Cuando los tiroteos aumentaron un 10 %, uno veía un 10 % de aumento en objetivos no deseados”, comentó, explicando que lamentaba el término oficial de “objetivos” como deshumanizante. El problema de la violencia armada en Estados Unidos aumentó desde el inicio de la pandemia y las protestas por la justicia racial en 2020 y a finales de 2021 se reportaron cifras récord de homicidios en grandes ciudades como Filadelfia, Austin, Columbus e Indianápolis.
A pesar de que la tasa nacional de homicidios se mantiene por debajo de los picos de las décadas de los ochenta y noventa, esta se incrementó en 2020 a un ritmo no visto desde que se llevan registros nacionales, en 1960. Al mismo tiempo, las ventas de armas de fuego marcaron un récord en 2020 con cerca de 23 millones de armas vendidas, seguido por cerca de 20 millones en 2021, según la consultora Small Arms Analytics & Forecasting. Esta avalancha de armas puede también desencadenar una lluvia de disparos al aire en fiestas o en fechas especiales.