Es otro fin de mes sin novedad para el Gobierno del presidente de izquierda Gabriel Boric, que sigue bajando de manera constante en las encuestas, a pesar de que asumió el cargo en marzo. Los malos resultados en la aprobación del mandatario rompen récords y siembran la duda de si seguirá en caída o tendrá cómo resolver la situación.
El desconcierto aumenta en Chile desde que Boric llegó a la presidencia. El mandatario había prometido materializar en políticas públicas las inquietudes y quejas de los ciudadanos inconformes con el Gobierno de Sebastián Piñera, sobre todo después del estallido social de 2019, cuando lograron que se aprobara un cambio de la Constitución.
La nueva carta magna parecía ser la esperanza de los chilenos para resolver lo que ellos denunciaban como injusticias constantes de parte del sistema. Con la elección de Boric, se encaminaba para que la nueva constitución fuera muy popular y se convirtiera en un impulso para el nuevo mandatario. Nada más lejos de la realidad.
Boric quedará ligado al proceso constituyente para bien o para mal, y en estos momentos es más un peso que un impulso para el inexperto mandatario, de 36 años. El 4 de septiembre los chilenos volverán a las urnas para decidir si aprueban la carta magna, que se viene redactando desde 2021, pero la encuesta de la firma Cadem mantiene que el 45 por ciento de la gente votará en contra, mientras que el 38 por ciento lo hará por la aprobación de la nueva constitución.
Entonces, se puede hablar de una asamblea constituyente que no ha sabido capitalizar las verdaderas inquietudes de la mayoría de la población. Y esto no es en vano, ya que el proceso de redacción y aceptación no ha sido ajeno a la polémica, más cuando la semana pasada se aprobó la sustitución del Senado y la reelección inmediata.
Con estos artículos, la cámara máxima del Congreso chileno dejará de funcionar y será sustituida por la Cámara de las Regiones, aunque todavía no hay acuerdo sobre qué leyes tramitará y qué competencias tendrá; además, se critica que sea prácticamente igual a la Cámara de los Diputados, que ya funciona en el país.
Boric ha pedido explícitamente que el proceso de la nueva constitución surja a partir de muchos más consensos, y moderar artículos que puedan generar rechazo en la población identificada con la derecha en el país, fundamental para la aprobación en septiembre. Pero el proceso constituyente no es el único golpeado en Chile, porque el mandatario se encuentra lejos de ser ajeno a la impopularidad y, además de la nueva carta magna, hay razones más de fondo por las que el presidente no es aceptado por la mayoría de los ciudadanos, a poco más de un mes de su posesión en el cargo.
Hasta hoy, según Cadem, el 50 por ciento de los chilenos desaprueban la gestión de Boric, mientras que su aprobación llega al 40 por ciento. Estos números son tremendamente preocupantes para el mandatario de izquierda, pues sus predecesores, Sebastián Piñera y Michelle Bachelet, se demoraron varios meses en llegar a una desaprobación de ese calibre.
En comparación con el nuevo presidente, Piñera en su segundo mandato llegó a registrar tales números de impopularidad en la semana 37, mientras que Bachelet, en la semana 33. Inclusive, dentro de sus propios votantes, ya muchos han perdido la fe, con una valoración del 67 por ciento, muy baja para el poco tiempo que lleva.
La impopularidad del mandatario ha subido como la espuma, ya que hace solo tres semanas estaba en el 30 por ciento y, si bien era una señal de alarma, aún no preocupaba al Gobierno. Ahora, ya hay más gente que no lo apoya que la que sí, lo que muestra una seria debacle en tiempo récord. De continuar así, puede implicar una pérdida de gobernabilidad en un Congreso dividido.
El mayor temor para el Gobierno chileno es que termine perdiendo el apoyo de los partidos que lo respaldaron, y que su gobernabilidad sea básicamente nula, y limitada a lo que el Congreso quiera aprobar, caso parecido a lo que pasa en Perú con Pedro Castillo, quien mantiene una imagen positiva de apenas 19 por ciento, en medio de pedidos de renuncia.
Asimismo, el Gobierno chileno ya está experimentando la desaprobación de una parte del Congreso, pues pretendía por quinta vez un retiro de los fondos de pensiones privados, algo que fue negado y con lo que se buscaba impulsar políticas sociales para familias desfavorecidas.
De los cinco intentos de retiro, tres han sido aprobados y fueron destinados para que las familias que quisieran usar esos fondos pudieran hacerlo bajo la obligación de que el fin fuera pagar deudas o adquisición de vivienda. Según los expertos, estos desembolsos han contribuido a un aumento de la inflación, que ya registra un alza anual del 9,4 por ciento, la más alta en casi 30 años.
A pesar de las promesas de renovación y estabilidad del país, Boric se ha estrellado de frente contra la realidad de que no ha podido llenar las expectativas que tenía la gente con el exdiputado y antiguo líder estudiantil, debido a que los hechos violentos siguen siendo una constante desde el estallido social de 2019. Por ende, la percepción es que Chile ha cambiado poco o nada, y eso podría empeorar si el proceso constituyente es un fracaso.
El descontento con el Gobierno empezó con serias dificultades, empañadas por el extremismo. Tan solo unos días después de su posesión, la ministra del Interior, Izkia Siches, fue recibida con disparos mientras adelantaba labores en la región de la Araucanía.
Esta zona, objeto de un estado de excepción que todavía no se levanta –a pesar de las peticiones de muchos de sus votantes–, ha sido epicentro de un conflicto histórico entre los Gobiernos chilenos y las minorías mapuches. Unas semanas después, la misma Siches habría tenido una polémica salida en falso cuando, durante una sesión en la Cámara de Diputados, acusó al anterior Gobierno de errores en la deportación de ciudadanos venezolanos. La ministra se disculpó y Boric salió en su defensa.
Asimismo, el pasado viernes, un hombre de 31 años que protestaba por el hundimiento de un proyecto que buscaba el retiro masivo de dineros de las administradoras de fondos de pensiones lanzó una piedra en contra del presidente, quien visitaba la región de Coquimbo.
La política migratoria también es una de las causas de rechazo contra el Gobierno, ya que en la frontera con Perú y Bolivia miles de venezolanos siguen cruzando de manera ilegal a territorio chileno para asentarse en lugares públicos, como plazas y playas, lo cual disparó el descontento de la gente. Y a pesar de mantener una fuerte presencia militar, la situación no parece cambiar.
Gabriel Boric no solo sigue siendo la esperanza de renovación de muchos chilenos, sino de buena parte de la izquierda latinoamericana, que vería en él un ejemplo perfecto si su gobierno es un éxito. Un mandatario joven, estudiado, con algo de experiencia, carismático y fiel a sus ideales parecía ser el coctel idóneo para un nuevo líder regional. Sin embargo, la colisión aparentemente es cuestión de tiempo si no se corrige el rumbo.