Los peores disturbios en más de 20 años en Sudáfrica dejan hasta este viernes un saldo de 212 muertos y el temor de más violencia durante el fin de semana. La ministra sudafricana en funciones de la Presidencia, Khumbudzo Ntshavheni, indicó que la mayoría de nuevos fallecidos proceden de la provincia de Kwazulu-Natal (este), epicentro de la violencia.
En esta región se contabilizaron 89 fallecidos más, llevando el total a 180, mientras que en Johannesburgo y sus alrededores se sumaron 6 muertos más, para un total de 32, indicó.
La ministra señaló que la provincia oriental fue escenario de 1.488 nuevos incidentes en la noche anterior, sin detallar sus características, pero aseguró que la situación “estaba volviendo de forma firme y gradual a la normalidad”.
En la provincia de Gauteng, donde se encuentra Johannesburgo, capital económica del país, no se registraron nuevos incidentes, añadió.
El presidente sudafricano Cyril Ramaphosa había dicho previamente que los disturbios habían sido “planeados” y que el gobierno perseguirá a los responsables.
La policía sudafricana investiga a 12 sospechosos de estar detrás del estallido de violencia de los últimos días.
El jueves, el gobierno anunció que “una de esas personas ya había sido detenida y se había reforzado la vigilancia de las otras 11.
La ministra de la Presidencia, Khumbudzo Ntshavheni, denunció además “un sabotaje económico”.
Los primeros incidentes estallaron la semana pasada al día siguiente del encarcelamiento del expresidente Jacob Zuma, condenado a 15 meses de prisión por desacato a la justicia.
Los incidentes se extendieron al área metropolitana de Johannesburgo, en medio de un desempleo desenfrenado y nuevas restricciones para combatir la pandemia de covid-19.
Funcionarios de la salud sudafricanos, al igual que la Organización Mundial de la Salud (OMS), expresaron su preocupación de que las recientes manifestaciones y saqueos masivos en los centros comerciales, causen un pico de contaminación.
Sudáfrica atraviesa una tercera ola terriblemente mortal, alimentada por la contagiosa variante Delta del coronavirus. Es el país africano más afectado por el covid-19 con 2,2 millones de casos y casi 66.000 muertos.
Durante esta primera visita al lugar de los incidentes desde el inicio de la crisis, una de las más graves desde el fin del apartheid, el presidente aseguró que estuvo en contacto permanente con los funcionarios de la provincia y los responsables de la policía.
Ramaphosa dijo que estaba “extremadamente preocupado por lo sucedido” y agregó que la violencia en la provincia de Zulú dejó 95 muertos.
La destrucción “nos hace retroceder, en términos de recuperación económica”, lamentó el mandatario.
“Podríamos haberlo hecho mejor, estábamos abrumados por la situación”, admitió, respondiendo a las críticas a la acción del gobierno.
Pero esta situación “podría haber sido mucho peor”, si la policía no hubiera estado allí, afirmó.
El presidente prometió también que hasta 25.000 soldados, diez veces más que al comienzo de la semana, serán desplegados para asegurar la relativa calma restaurada en Johannesburgo.
Hasta la fecha, más de 2.000 personas han sido detenidas, según el último balance.
La situación está mejorando claramente en Johannesburgo. La megalópolis está “en gran medida en calma”, dijo Ntshavheni el jueves, atribuyendo la disminución en el número de incidentes al despliegue de soldados para reforzar la policía.
En KwaZulu-Natal (KZN) “las cosas están mejorando” también, “vamos camino de la estabilidad”, pero aún no es muy sólido, admitió la ministra.
Los partidarios del expresidente Zuma, indignados por su encarcelamiento, bloquearon carreteras y quemaron neumáticos allí, antes de que la violencia -incendios, destrucción y saqueos- se extendiera a la región de Johannesburgo, la ciudad más grande y pulmón económico del país.