Como un baldado de agua fría cayó en Estados Unidos la decisión del Tribunal Supremo de Justicia venezolano, pues ratificó la inhabilidad para ocupar cargos públicos de la líder opositora María Corina Machado por 15 años. La decisión, respaldada por el Gobierno de Nicolás Maduro, deja esta candidatura en el limbo y con muchas preguntas acerca de cómo reaccionará Washington ante tal reto de la dictadura.
Las relaciones entre Venezuela y Estados Unidos tienen un nuevo capítulo, pero los orígenes de la crisis se remontan a la determinación del Gobierno de Joe Biden de sentarse a dialogar con el régimen de Maduro para garantizar unas elecciones presidenciales en democracia, comicios que se celebrarán en el segundo semestre de este año. La ficha de cambio para los norteamericanos fue la rebaja de sanciones comerciales para la dictadura.
Pero las concesiones de los estadounidenses no pararon ahí. A finales de diciembre entregaron una noticia que sorprendió al mundo: el Gobierno Biden liberó a Álex Saab en medio de un canje por 26 presos, entre los cuales había diez norteamericanos y 16 opositores venezolanos encerrados por el régimen. La decisión fue más que cuestionada, ya que Washington acusaba al empresario barranquillero de ser el testaferro de Maduro y para muchas voces contrarias valía mucho más que los involucrados en el polémico cambiazo.
Más que un gesto de respaldo a las supuestas acciones de impulso democrático, para muchos fue un regalo navideño devolverle Saab a Maduro cuando aquel ya estaba tras las rejas. En su llegada a territorio venezolano, la mano derecha del dictador venezolano acusó a Estados Unidos de haber sido cómplices de una serie de presuntas torturas que sufrió en su periplo encerrado. Asimismo, lo nombraron presidente del Centro Internacional de Inversión Productiva de Venezuela, lo cual le servirá de blindaje en caso de otro caso criminal.
“El acuerdo es bueno porque hemos llegado a un acuerdo con Venezuela para que celebren elecciones libres”, fue lo que dijo el presidente Biden cuando se le cuestionó acerca de la naturaleza de dejar ir a su preso estrella. Pero esto no podría estar más lejos de la realidad y el régimen de Maduro dejó a Biden y a todo Washington con los crespos hechos con la inhabilitación de María Corina Machado.
Con esa decisión, el Gobierno de Nicolás Maduro no solo mostró su férreo carácter autoritario, sino que enseñó su peor cara y cero disposición a entregar el poder en unas elecciones libres y democráticas. “Esto es cosa juzgada y decisión definitivamente firme”, afirmó el mandatario venezolano.
Pero la cosa no quedó allí, ya que Diosdado Cabello, mano derecha de Maduro, dejó entrever que podrían adelantar los comicios presidenciales para marzo, a pesar de que siempre se había dicho que serían en el segundo semestre del año. Todo parece una estrategia para quitarle tiempo a Machado y a Estados Unidos.
La líder opositora, por su parte, manifestó que seguirá con su candidatura a pesar de la inhabilitación impuesta por el chavismo y le dijo al mandatario que lo mejor que puede hacer es que se siente a negociar con ella. “No pueden hacer elecciones sin mí (...). Ellos van a hacer todo para tratar de impedir mi candidatura. Nicolás Maduro no va a escoger el candidato de la gente, porque la gente ya escogió quién es su candidato”, manifestó María Corina Machado en una rueda de prensa.
Es de recordar que a la líder de la oposición venezolana se le está condenando, según el régimen, por haber fungido de embajadora de Venezuela con Panamá durante un encuentro bilateral en la época en la que Juan Guaidó se autoproclamó presidente del país vecino. En su momento, se le suspendió para ejercer cargos públicos por un año, pero con esta nueva sentencia la sanción se extendió hasta 15 años.
La respuesta de Estados Unidos fue contundente, aunque no certera: le recordó el plazo al Gobierno de Maduro de acatar las condiciones para las elecciones democráticas; de no cumplirse, se restituirán las sanciones económicas contra Venezuela. “El régimen de Maduro se comprometió el pasado otoño a permitir unas elecciones libres y justas y a facilitar la participación de los partidos de la oposición. Tiene hasta la primavera para cumplir con este compromiso”, advirtió el portavoz del Consejo de Seguridad de la Casa Blanca, John Kirby.
De hecho, el retorno de las sanciones empezó de inmediato con la suspensión de tratados de gas y petróleo con el régimen. “Las acciones de Nicolás Maduro y sus representantes en Venezuela, incluyendo el arresto de miembros de la oposición y la prohibición a candidatos de competir en las elecciones presidenciales de este año, no son consistentes con los acuerdos firmados en Barbados”, dice la carta firmada por Washington.
El régimen mostró los dientes. Aseguró que quienes incumplían los acuerdos para la restitución democrática pactados en Barbados eran precisamente los miembros de la oposición al desconocer el fallo de la justicia que saca de la carrera a María Corina Machado y rechazó la actitud de los estadounidenses.
“Las acciones de Nicolás Maduro y sus representantes en Venezuela, incluyendo el arresto de miembros de la oposición y la prohibición a candidatos de competir en las elecciones presidenciales de este año, no son consistentes con los acuerdos firmados en Barbados”, dice en un comunicado la Asamblea Nacional, compartido por el mandatario venezolano.
Además de las afectaciones que podría tener para el Gobierno venezolano y sus negocios petroleros, no hay que olvidar que Colombia podría verse perjudicada por rebote, pues el Gobierno de Gustavo Petro ha planteado una alianza de Ecopetrol con la petrolera venezolana PDVSA, pero todo podría venirse abajo con el restablecimiento de las sanciones.
En su columna en SEMANA, María Isabel Rueda cuestionó la naturaleza de la decisión de Estados Unidos de hacer efectiva la rebaja de sanciones y la liberación de Álex Saab. “La pregunta que queda flotando es si Estados Unidos pecó de ingenuo pensando que a las buenas habría democracia en Venezuela, lo cual por ahora resultó una quimera”, dijo la periodista.
Con este panorama, Estados Unidos queda al borde de una estrategia fallida para recuperar la democracia que signifique la salida de Maduro del poder después de 11 años. Además, podría ser incluso peor el remedio que la enfermedad, ya que el régimen asegura que en caso de que retornen las sanciones suspenderán los vuelos de deportación de venezolanos en territorio norteamericano.
El panorama no es alentador. El régimen de Maduro se ha tornado totalmente combativo con los estadounidenses y parece dispuesto a rechazar cualquier acuerdo o negociación. “Dicen que tenemos hasta el 18 de abril. ¡Ahórrense el lapso, yanquis de mierda!”, exclamó Jorge Rodríguez, jefe del Parlamento venezolano.
Además, el tono agresivo también se ha extendido hasta el presidente Maduro, quien pidió el apoyo de las Fuerzas Militares. “Poder militar, alertas y preparados para lo que salga, cuando salga y donde salga para defender la patria, la Constitución y el pueblo”, señaló el mandatario a modo de reto para la oposición y para Estados Unidos.
Por el lado de Machado, se denunció la desaparición forzosa de tres colaboradores de la campaña. “Estas personas se mantienen en desaparición forzada, en una suerte de limbo jurídico en el cual ni sus abogados han podido tener acceso a ellos ni su familia”, informó Omar Mora Tosta, parte del equipo de defensa de la candidata.
En este escenario, es obvia la degradación de las relaciones del régimen de Maduro con la oposición política venezolana y Estados Unidos. Ahora está por verse si el Gobierno del vecino país da un giro en el rumbo y otorga garantías a los opositores, algo que parece más improbable que nunca. Hoy por hoy, pareciera que todo se direcciona a unas elecciones con amplias dudas de su legitimidad, en las que, una vez más, Maduro se las arreglará para quedarse en el poder otro sexenio.