El 10 de mayo es una fecha simbólica para Alemania. Aquel día, pero en 1933, ocurrió un evento histórico en el marco de la Segunda Guerra Mundial, el cual es recordado con tristeza nueve décadas después.

Antes de ser responsables de uno de los genocidios más grandes de la historia con la población judía, las tropas del Ejército nazi hicieron una purga literaria, la cual constó en quemar montones de libros que no estaban permitidos en la doctrina nacionalsocialista.

Quema de libros por los nazis.

La acción se efectuó bajo la dirección del Nationalsozialistischer Deutscher Studentenbund (NSDStB) y la federación nazi de estudiantes. Los títulos quemados fueron condenados como ostracismo, debido a que su contenido implicaba ser un peligroso para la ideología dominante en aquel tiempo.

Los libros fueron quemados a nivel nacional en 12 ciudades en horas de la noche, aunque el epicentro fue en la Plaza de la Ópera de Berlín. El evento fue llamado ‘Acción contra el espíritu antialemán’ y décadas posteriores fue atribuido a uno de los actos de censura más polémicos que se haya presentado en el siglo XIX. Varios de los textos estaban escritos por judíos o disidentes políticos, por lo que con más creces eran restringidos por los nazis.

En total, se quemaron más de 25.000 ejemplares, entre los cuales había presencia de autores reconocidos, como Karl Marx, Heinrich Heine, Kurt Tucholsky, Erich Kästner y Sigmund Freud. El evento masivo fue liderado por Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda e Información Pública de Hitler en aquel tiempo.

Memorial de los libros quemados. | Foto: Semana

Nueve décadas después, se realizó un evento conmemorativo en la Biblioteca Estatal de Berlín, en el cual se leyeron a nivel colectivo una serie de fragmentos de las obras afectadas en su momento.

Claudia Roth, ministra de Cultura del país, recordó que “hace 90 años, cuando decenas de miles de libros de autores judíos y políticamente disidentes fueron pasto de las llamas, fueron estas las horas en las que la Alemania nacionalsocialista destruyó la libertad de la literatura y del arte y comenzó a expulsar o, posteriormente, a matar deliberadamente a los portadores de la cultura alemana”.

Adicionalmente, indicó que ese fatídico día aproximádamente 70.000 personas presenciaron como el odio se condensaba en una llama de fuego, siendo la antesala para perseguir autores hasta el punto que necesitaron acudir a otros países en búsqueda de asilo.

Biblioteca Estatal de Berlín | Foto: Semana

Por su parte, el alcalde de la capital germana, Kai Wegner, calificó la quema de libros de ese día como un acto de barbarie y terror ideológico, el cual conllevó a que las tropas nazis cometieran horribles crímenes durante la tiranía nacionalsocialista.

Ruth también subrayó que ese contexto hace que Alemania siga siendo una nación capaz de acoger a habitantes que provengan de regímenes autoritarios que van en contra de la libertad de opinión, prensa, arte, ciencia y cualquier vulneración a los derechos de las personas.

“Por eso es para mí tanto más importante que Berlín ofrezca un hogar seguro a autores perseguidos y amenazados de todo el mundo. En Berlín pueden trabajar y desarrollarse con libertad e independencia, sin miedo a la persecución y la censura”, declaró Wegner.