“¡Señor, envíanos agua!”. La petición de Sebastián Chico, obispo de Jaén, capital provincial del sur de España, no ha sido escuchada. Chico encabezó una procesión religiosa que recorrió Jaén desde la Catedral. Numerosos olivicultores de la región participaron, rezando al cielo para que lloviera.
Hace meses que no llueve en la provincia de Jaén. El día de la procesión, el sol caía inclemente sobre los olivares. Si el esperado milagro del agua no se produce pronto, habrá grandes pérdidas en la cosecha por segundo año consecutivo. Una catástrofe para los agricultores, que también sienten los consumidores: los ya muy altos precios del aceite de oliva seguirán subiendo.
“Sin agua no hay aceitunas. Y sin aceitunas la provincia sufre”, predica el obispo Chico. “Nuestra economía depende de la producción de aceitunas”. 66 millones de olivos se alzan en las sierras de Jaén. 630.000 personas viven en la provincia. La región, que es la zona olivarera más importante del mundo, produce el aceite de oliva para gran parte de Europa.
Agua para personas y turistas, pero apenas para plantas
Los meteorólogos no tienen buenas noticias para los agricultores. La escasez de agua en España, que no solo amenaza a los olivareros de Jaén, sino a gran parte de la agricultura española, continuará probablemente por mucho tiempo: es poco probable que se produzcan lluvias intensas hasta el otoño, según la agencia meteorológica estatal Aemet. A largo plazo, advierten los expertos, España tendrá que adaptarse a temperaturas más altas y menos precipitaciones.
El drama del agua de Jaén se refleja en las represas del interior: los embalses solo están llenos en un 25 por ciento en primavera. Suficiente para abastecer de agua potable a la población y a los turistas. Pero a los agricultores se les ha racionado el agua que necesitan desesperadamente para salvar sus campos de olivos: solo obtienen una cuarta parte de la cantidad habitual.
Hasta los olivos resistentes al calor están en riesgo
“La situación es catastrófica”, dice Juan Luis Ávila, olivarero de Jaén. “Este año, no solo peligra la cosecha, sino el futuro de los olivares”. Varias olas de calor en las últimas semanas, con temperaturas máximas de casi 40 grados, han quemado literalmente las flores blancas de muchos olivos. Gran parte de la cosecha de aceitunas, que normalmente se recoge de noviembre a febrero, ya se ha perdido.
“El olivo puede soportar temperaturas muy altas, pero solo si recibe suficiente agua”, explica Ávila, también portavoz de la industria olivarera en la asociación de agricultores COAG. Sin embargo, cuando hay una falta extrema de agua, el árbol no tiene fuerza para formar frutos sanos.
La temporada pasada ya fue mala. El déficit de lluvias y las olas de calor se notaron ya en 2022, el año más cálido en España desde que comenzaron los registros meteorológicos. “Coseché un 70 por ciento menos que en años anteriores”, asegura Ávila. Y en la próxima temporada probablemente tendrá incluso menos rendimiento.
Otros países también sufren sequía
A la mayoría de los olivareros españoles les va como a Ávila. En la temporada de cosecha 2021/22, España aún produjo casi 1,5 millones de toneladas de aceite de oliva. En 2022/23 fueron solo 680.000 toneladas (menos de la mitad). Para esta cosecha de 2023/24, si los sombríos pronósticos se hacen realidad, podría haber pérdidas importantes nuevamente.
Pero no solo en España esta sequía del siglo provoca daños multimillonarios en las cosechas. A los olivareros de Portugal o Italia tampoco les va mejor. Así que los precios del aceite de oliva están bajo presión en el mercado europeo.
Según las estadísticas de la UE, los agricultores europeos produjeron casi 2,3 millones de toneladas de aceite de oliva en 2021/22. En 2022/23 fueron poco menos de 1,4 millones de toneladas. Y si las consecuencias de las malas cosechas del sector olivarero europeo no han sido aún peores es gracias a Grecia, donde la escasez de agua se ha notado menos hasta ahora: Grecia fue el único país europeo que pudo aumentar su producción de aceite de oliva en la última temporada.
La escasez de agua eleva los precios de los alimentos
La sequía de los olivares ya disparó a niveles récord los precios del aceite de oliva, que corre el riesgo de convertirse en un artículo de lujo. Según una encuesta de la UE, este producto indispensable de la famosa dieta mediterránea cuesta hoy un 50 por ciento más de media en Europa que hace doce meses.
¿Se convertirá la crisis climática en una crisis alimentaria? Según los últimos datos disponibles (de marzo de 2023), los precios de los alimentos españoles han subido un 16,5 por ciento en doce meses y en toda la UE hasta un 19,2 por ciento.
Algunos fabricantes españoles ya buscan soluciones de austeridad a la crisis y han creado un nuevo producto: mezclan el preciado aceite de oliva con aceite de girasol mucho más barato y venden la mezcla a precio de ganga. El hecho de que este producto, que se anuncia con aceitunas verdes brillantes en la etiqueta, es una mezcla, solo queda claro cuando se lee la letra pequeña.