Los talibanes regresaron al poder en Afganistán después de 20 años de una guerra marcada por la política de intervención de Estados Unidos desde el año 2001, cuando se cometieron los atentados de las Torres Gemelas en Nueva York. Desde entonces, se puso en marcha una ofensiva contra dicho grupo, acusado de proteger a miembros de Al Qaeda, entre ellos al difunto Osama Bin Laden.
El regreso de los talibanes ha generado caos y temor entre los afganos, a tal punto que cientos de ellos han intentado huir de cualquier manera, incluso arriesgando sus propias vidas, en aviones de la Fuerza Aérea estadounidense que han despegado desde el aeropuerto internacional de Kabul, la capital del país.
Sin embargo, el temor entre los ciudadanos no parece ser exclusivo hacia los talibanes, pues en Afganistán hacen presencia grupos terroristas incluso más radicales, como ISIS-K, también conocido como Estado Islámico de Korasán, un grupo afiliado al Estado Islámico (ISIS) que fue fundado en el año 2015 por talibanes pakistaníes.
Varios de sus fundadores abandonaron las filas de los talibanes al considerar que estos no eran lo suficientemente estrictos para hacer cumplir la interpretación radical del Corán y de la ley islámica, también conocida como la Sharía.
La reportera estadounidense Clarissa Ward, corresponsal de la cadena CNN en Afganistán, tuvo que abandonar el país luego de que los talibanes tomaran el control de Kabul. Durante uno de sus cubrimientos en territorio afgano, los talibanes la abordaron y le exigieron que se cubriera el rostro, además de agredir a miembros de su equipo de trabajo.
No obstante, desde Doha, Catar, la periodista dio a conocer recientemente una entrevista que le realizó a un líder comandante del grupo terrorista ISIS-K dos semanas antes de que los talibanes regresaran al poder.
Abdul Munir, como pidió ser identificado el líder del grupo, aseguró que tiene a su mando aproximadamente 600 combatientes. “Operábamos en las filas de los talibanes. Sin embargo, estas personas no estaban alineadas con nosotros en términos de creencia. Así que fuimos a ISIS”, aseguró Munir.
Según el comandante, los talibanes no eran estrictos a la hora de cortarle la mano a alguien que hubiera cometido un robo o apedrear a un adultero o a un asesino. “(Los talibanes) no cumplen los castigos de la ley islámica”, aseguró.
“Si alguien se lleva bien con nosotros en esto (el cumplimiento de la Sharía), entonces es nuestro hermano. De lo contrario, le declararemos la guerra, ya sea talibán o cualquier otra persona”, agregó Abdul Munir en diálogo con Clarissa Ward en una entrevista audiovisual que fue publicada por CNN.
Munir reconoció que su grupo ha participado en ejecuciones públicas, atentados suicidas y actividades terroristas de esa naturaleza. Ante la pregunta de la periodista estadounidense sobre si ISIS-K tiene planes para realizar atentados terroristas a nivel internacional, el comandante respondió que esa decisión es superior a su nivel y que solo podía responder sobre lo que pasaba en Afganistán.
Finalmente, el líder del grupo extremista islámico reconoció que la llegada de los talibanes al poder les facilitará la tarea de expandirse territorialmente y seguir reclutando combatientes. “Cuando los extranjeros abandonen Afganistán, podremos reiniciar nuestras operaciones”, afirmó.
Desde diciembre de 2014 el expresidente Barack Obama anunció el fin de las primeras operaciones de combate y buscó centrar los esfuerzos de sus tropas en el entrenamiento y la cesión de responsabilidades de seguridad a los militares afganos.
Posteriormente, con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, el republicano llegó a un acuerdo con los talibanes y les aseguró que sacaría a las tropas del país en un plazo de 14 meses, en el marco de las conversaciones de paz adelantadas en Doha (Qatar).
Finalmente, el actual presidente Biden anunció en abril que retiraría sus tropas, acción que comenzó en mayo y que se sigue dando. A la par de estos anuncios, los talibanes comenzaron a desplegarse para ir tomando el control de a poco, desgastando las 34 provincias que dividen el país afgano de las grandes ciudades hasta llegar a Kabul, su principal objetivo.