Las mujeres cubanas no tendrán autorización para salir a las calles a protestar el próximo 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Ante ese impedimento, muchos colectivos independientes han buscado las formas de manifestar sus demandas a través de redes sociales, este próximo miércoles.
Al menos tres activistas intentaron obtener permiso de las autoridades para marchar en diferentes provincias del país. El trámite lo realizaron el pasado 13 de enero, pero fueron detenidas e interrogadas, y sus teléfonos fueron revisados, de acuerdo con lo que informa la Red Femenina de Cuba.
El derecho de manifestación y reunión está reconocido en la nueva Constitución cubana, del año 2019, pero las marchas que no son organizadas por el gobierno son generalmente impedidas.
Manifestaciones cooptadas por el gobierno
La celebración del 8 de marzo, como otras celebraciones que se suponen ciudadanas sin color político, está a cargo de una organización oficialista cubana, la Federación de Mujeres Cubanas, FMC. La FMC fue fundada por la fallecida Vilma Espín, quien murió en 2007 y es reconocida por haber sido la esposa del Raúl Castro, exlíder del régimen cubano.
Esa organización informó que prepara celebraciones en plazas, centros laborales y docentes del país, pero el reclamo de la nueva ola de feministas va más allá.
Protestar en las calles “es el foco a nivel mundial cada 8 de marzo, menos en Cuba”, señaló en Twitter el 20 de febrero la Red Femenina, invitando a “sumarse” a una “Marcha Virtual”.
El colectivo “Yo sí te creo en Cuba”, al igual que la Red Femenina y Alas Tensas, crearon en 2019 observatorios de violencia de género, poco después de que el internet móvil llegara a la isla caribeña en 2018.
“Es nuestro único espacio de lucha. No podemos tener espacio físico porque eso está tácitamente prohibido”, declara Kianay Anandra, feminista y periodista de 24 años.
No hay delito de femicidio
Solo entre enero y febrero estos observatorios contabilizaron 16 feminicidios, una cifra alta comparada con la treintena de casos anuales reportados durante los tres años anteriores en la isla (11,1 millones de habitantes).
Estas feministas tratan de “visibilizar” un fenómeno difícil de dimensionar en Cuba, donde desde 2016 no hay cifras oficiales y cuyo código penal, vigente desde 2022, no tipifica el feminicidio.
Maylén, Lisbet, Anilec, Misladis, son algunos de los nombres de los que hablan los colectivos, que quieren darle rostro y nombre a las víctimas de este delito o de desaparición.
Por ejemplo, Maydeleisis Rosales desapareció en mayo de 2021 en Centro Habana, a los 16 años.
“Quiero que mi hija aparezca viva o muerta, como quiera que esté, que se haga justicia”, señala Isis Rodríguez, madre de la joven, que agradece el acompañamiento de estos colectivos.
Otro caso es el de Leydi Bacallao, de 17 años, ultimada con un machete por su expareja, de 49 años, en febrero.
El crimen, que indignó a la sociedad cubana, ocurrió dentro de una estación de la Policía en la provincia de Camagüey, al este del país, a la cual la joven había acudido para denunciar a su agresor.
Hasta la FMC, que rara vez reacciona a feminicidios, condenó el crimen. “No habrá impunidad. Debemos profundizar acciones” para evitar estos hechos, sostuvo en Twitter Teresa Boué, secretaria general de la entidad.
En Cuba, también pasa el tiempo
Cuba fue el primer país de América Latina en despenalizar el aborto en 1965 y la presencia de la mujer en todos los ámbitos de la vida pública es notoria. El país tiene uno de los parlamentos con mayor presencia femenina a nivel internacional, 53,4% del total.
Es “innegable” que el triunfo en 1959 de la revolución de Fidel Castro abrió “una puerta grande” para las cubanas, estima Kianay Anandra.
Pero “el tiempo no es estático”. Es necesario que el Estado “se renueve”, agrega la activista, que criticó en internet el Programa de Adelanto de las Mujeres, en vigor desde 2021, por ser “poco específico”.
Para Yanelys Núñez, integrante del grupo Alas Tensas, el intento por generar mayor igualdad “nació cooptado” por la FMC, que aglutinó a las mujeres sin permitirles asociarse libremente.
“Cuando impides el libre derecho de asociación (...) no estás posibilitando espacios emancipatorios”, dice esta cubana de 33 años, exiliada en Madrid desde 2018 debido a su activismo.
Con información de AFP