Como un baldado de agua fría ha sido para Ucrania la noticia que dio a conocer Shalanda Young, directora de Presupuestos de la Casa Blanca. Por medio de una carta a Mike Johnson, presidente republicano de la Cámara de Representantes, y demás líderes del Congreso estadounidense, informó que la nación se está quedando sin dinero y tiempo para ayudar a Ucrania en el prolongado conflicto con Rusia. “No existe un fondo mágico de financiación disponible para afrontar este momento.
Nos hemos quedado sin dinero y casi sin tiempo”, sostuvo el escrito de Young. Enfatizó que “si el Congreso no actúa, a finales de año nos quedaremos sin recursos para entregar más armas y equipos a Ucrania y para suministrar material de los arsenales militares estadounidenses”. A pesar de que el pasado jueves se anunció un nuevo paquete de armas y equipos por 175 millones de dólares, el comunicado de Presidencia aseguró que podría ser uno de los últimos a menos que el Congreso actúe para aprobar la solicitud de financiamiento suplementario.
En este contexto, Mike Johnson criticó al Gobierno y declaró en X (antes Twitter): “El Gobierno de Biden es incapaz de abordar las legítimas preocupaciones (de los conservadores) de mi bancada sobre la falta de una estrategia clara para Ucrania, una salida al conflicto o cómo supervisar el uso del dinero de los contribuyentes estadounidenses”. La asistencia financiera a Ucrania, vital para detener los avances rusos, ha sido objeto de disputas políticas en Washington.
Aunque Biden ha instado a mantener el respaldo financiero, la complejidad política ha llevado a una disminución en la ayuda militar proporcionada por Estados Unidos. En palabras de Young: “Nuestros paquetes de asistencia de seguridad ya se han vuelto más pequeños y las entregas de ayuda más limitadas. Si nuestra ayuda cesa, causará problemas importantes a Ucrania”.
Aunque esta advertencia no es sorpresa, la carta de Young revela la gravedad de la situación. Biden, en octubre, destacó la necesidad de no interrumpir el apoyo a Ucrania, subrayando la urgencia de la situación. Por su parte, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, canceló repentinamente una videollamada con senadores estadounidenses, en la que buscaba convencerlos para que siguieran aportando en el conflicto ucraniano, muestra de la tensión en las discusiones sobre los fondos destinados a la guerra con Rusia.
No obstante, la fracción más radical del Partido Republicano, alineada con el expresidente Donald Trump, se opone a esta propuesta de financiación y ya a finales de septiembre utilizó su influencia en la Cámara Baja de Estados Unidos para bloquear la aprobación de más ayuda a Ucrania. Sin embargo, llegaron a puntos comunes y concluyeron en la necesidad de superar las divisiones internas: “No podemos permitir que políticas mezquinas y partidistas enojadas se interpongan en nuestra responsabilidad como gran nación”.
Además, se subrayó la importancia de no permitir que avancen “terroristas como Hamás y tiranos como Putin”.En medio de estas disputas, el contraataque ucraniano no parece estar logrando el efecto deseado. Rusia afirmó esta semana haber neutralizado numerosos drones ucranianos en la península de Crimea y en el mar de Azov. Según el comunicado, 22 drones ucranianos fueron destruidos y otros 13 fueron interceptados. Es por ello que Young insiste en su caldeado comunicado que “si la economía de Ucrania colapsa, no podrán seguir luchando. Punto”.
“Putin entiende esto bien y es por eso que Rusia ha hecho de la destrucción de la economía de Ucrania un elemento central de su estrategia, lo que se puede ver en sus ataques contra las exportaciones de cereales y la infraestructura energética de Ucrania”, enfatizó la directora de Presupuestos de la Casa Blanca.