Una norcoreana fugitiva dio a conocer, a través de un testimonio, la realidad que enfrentan muchas mujeres del ejército de Kim Jong-in: abusos sexuales, abortos sin anestesia y raciones de hambre son las principales prácticas que la mujer menciona.

Jennifer Kim, exsoldado del ejército del líder supremo de Corea del Norte, dijo que las combatientes también tuvieron que usar vendas empapadas para los pies como toallas sanitarias y soportaron castigos colectivos crueles e inusuales, según información recopilada por el Daily Mail.

Entre los castigos que las mujeres recibían por sus comportamientos figuraba la congelación de las manos en agua fría, para luego colgarlas en una barra de hierro y, posiblemente, partir la carne.

El medio citado consigna que el 70 % de las mujeres del ejército de Corea del Norte habían sido víctimas de agresión o acoso sexual. Asimismo, Kim expresó que instintivamente sabía lo que vendría cuando un asesor político le ordenó ir a su oficina a los 23 años.

La exsoldado dijo por medio de una entrevista que si rechazaba la solicitud de ir a la oficina no podía convertirse en “miembro del Partido de los Trabajadores de Corea” por lo que, para ello, tuvo que ser “agredida sexualmente”, agregó.

En cuanto a las raciones de comida, Kim aseguró que sobrevivía con tres o cuatro cucharadas de maíz al día y su nivel de desnutrición era tan frecuente que la regulación de su ciclo menstrual se alborotó; pues menstruaba cada cuatro o seis meses.

A pesar de los desórdenes hormonales, la mujer no evitó quedar en embarazo y al contarle a uno de los mandatarios políticos, el hombre le dijo que fuera “a la oficina médica militar a las diez en punto de esa noche”.

“Fui al consultorio médico militar, como me dijo... un cirujano militar ya me estaba esperando. Me practicó un aborto sin anestesia”, dice una parte del testimonio que Jennifer dio por medio de una entrevista con el Comité de Derechos Humanos de Corea del Norte (HRNK).

“Hubo momentos en que tomé la gasa usada que dejaron los oficiales superiores despedidos”, pues la exsoldado aseguró que en cuatro años de servicio solo usó cuatro toallas sanitarias. En efecto, solo contaba con una gasa de pies que debía lavar y reutilizar constantemente. Esta tela la lastimó y causó dolores amargos que la hacían llorar, manifestó.

Kim, quien actualmente vive en Estados Unidos, todavía siente el dolor de cuando fue sometida al brutal castigo de la congelación de sus manos y ver la manera en la que su carne se desprendía de una barra de hierro. De igual forma, manifestó que mientras estaba en el ejército de Kim Jong-un contó “cada grano de maíz mientras lo comía, para que pudiera durar más”.

Greg Scarlatoiu, director ejecutivo de HRNK, dijo que el maltrato a las mujeres llegó hasta lo más alto de la sociedad norcoreana. “Las mujeres soldados de Corea del Norte están sujetas a incesantes abusos, desnutrición inducida, castigos crueles, acoso sexual y agresión sexual”, enfatizó.

“Hoy, este régimen solo se preocupa por preservarse a sí mismo, abusa y explota al pueblo de Corea del Norte para garantizar su propia supervivencia. El abuso que sufren las hijas de uniforme de la nación a manos de los secuaces del régimen refleja la perversión y la corrupción profundamente arraigadas e incurables del partido y de toda la dirección superior, hasta la cima de la cadena de mando”, agregó.

Es importante mencionar que este testimonio da voz a cientos de mujeres sujetas a la trayectoria criminal de un régimen establecido hace 73 años. Asimismo, Mail informó que el servicio militar ha sido obligatorio para todas las mujeres norcoreanas desde 2015, y se espera que cada mujer preste servicio desde el momento en que se gradúe de la escuela hasta los 23 años.