Una de las sobrevivientes de los campos de concentración modernos que hay en China habló sobre cómo es la vida en estos lugares, en los que denunció que reciben golpizas, violaciones y “desapariciones”.
Quien contó su experiencia fue Sayragul Sauytbay, nacida en la provincia noroccidental de China, Xianjing, una médica que posteriormente fue nombrada como funcionaria superior.
Al ser una mujer kazaja, Sayragul formaba parte de una de las minorías étnicas de China en su provincia Xinjiang, que antes de 1949 se conocía como Turkestán Oriental, hasta que Mao Zedong la anexó y le cambió el nombre.
Y en noviembre de 2017, cuando ya tenía dos hijos, fue enviada a uno de los cerca de 1.200 campos de concentración que había en esta zona para enseñar a los prisioneros, en su mayoría kazajos y uigures.
Las estimaciones dicen que estos campos de concentración, ubicados en Xinjiang, tienen cerca de tres millones de kazajos y uigures, quienes constantemente están sometidos a experimentos médicos, torturas y violaciones.
Así mismo, para los observadores internacionales, China intenta exterminar a las minorías étnicas, pero el gigante asiático defiende que estos campamentos son “centros de formación profesional” y los residentes están allí por su propia voluntad.
Sauytbay fue llevada a trabajar en uno de estos campos para “reeducar” a los presos en el idioma, la cultura y la política chinas.
Pero luego de trabajar allí, contó sobre el sistema bárbaro que hay en The Chief Witness: Escape From Modern-Day Concentration Camps, un reportaje hecho por la periodista Alexandra Cavelius.
Aseguró que los reclusos tenían la cabeza afeitada y apestaban a sudor, orina y heces, pues las condiciones de hacinamiento a las que estaban expuestos les daba la posibilidad de ducharse una o dos veces al mes.
Así mismo, Sauytbay contó que vio la evidencia con la que les sustraían órganos a estas personas y relata que a una mujer de 84 años le arrancaron las uñas después de que ella negó haber hecho una llamada telefónica internacional.
Así mismo, fue obligada a ver cómo un grupo de guardias violaba a una mujer de poco más de 20 años, luego de que ella confesara haber enviado mensajes de texto a un amigo musulmán, cuando ella cumplía el noveno año en este lugar.
Y fue literalmente obligada a firmar su propia sentencia de muerte, pues aceptó que sería castigada con la pena de muerte si contaba lo que vio mientras estaba en esa prisión o rompía alguna regla.
Adicionalmente, mientras estuvo internada allí, obtuvo acceso a información secreta en el que se revelaban los planes a largo plazo del Partido Comunista para reducir el número de minorías y democracias en todo el mundo.
Entre los documentos había periódicos con el sello “Documentos clasificados de Beijing”, donde se exponía el verdadero propósito de los campamentos de Xinjiang, que se describe en un plan de tres pasos.
El primer paso fue entre 2014 y 2015 cuando se llevó a cabo la ‘asimilación de los que están dispuestos en Xinjiang y eliminar a los que no lo están’.
El segundo paso, que irá entre 2025 y 2035 dice que ‘una vez completada la asimilación dentro de China, se anexarán los países vecinos’.
El paso final, cuyos años son entre 2035 y 2055 especifica que: “Después de la realización del sueño chino, llega la ocupación de Europa”.
Tras haber sido liberada en marzo de 2018, Sauytbay escapó de Xinjiang a Kazajstán, donde se reunió con su esposo y sus hijos antes de partir hacia Suecia.